Un 1% de los niños tiene epilepsia. De todos los nuevos casos que se originan cada año (22.000), aproximadamente la mitad debuta antes de los 15 años de edad, tal como apuntan en Vivir con epilepsia. De hecho, es el trastorno neurológico más frecuente en la infancia.
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No hay que confundir la epilepsia como enfermedad instaurada con las crisis epilépticas, que se dan con más frecuencia durante la infancia, hasta en el 5% de los niños. Para hablar de epilepsia, las crisis no deben ser aisladas (una que no se repite más), sino recurrentes.
¿Por qué hay convulsiones en los niños?
La convulsión ligada a la epilepsia aparece porque las neuronas cerebrales sufren descargas eléctricas. En la mayoría de los casos (en 7 de cada 10, concretamente), no se llega a saber por qué se manifiesta la epilepsia. Sin embargo, hay una serie de factores de riesgo que aumentan la probabilidad de padecerla como haber sufrido un daño cerebral por lesiones durante la gestación, en el parto o en el posparto inmediato, tener alguna malformación congénita o algún síndrome que curse con ella, haber padecido una infección cerebral como la encefalitis o la meningitis, un traumatismo craneoencefálico severo...
Pero no solo la epilepsia cursa con convulsiones. Hay otras enfermedades, como el síndrome de West, el síndrome de Drave o el síndrome de Rett, que también tienen a las convulsiones entre sus síntomas.
En la mayoría de las ocasiones, la epilepsia se logra controlar con tratamiento farmacológico y adoptando un estilo de vida concreto (dando mucha importancia al sueño y al descanso, entre otros). Pero, desafortunadamente, no ocurre en todos los niños afectados. Es aquí cuando la dieta cetogénica juega un papel importante.
¿En qué consiste la dieta cetogénica?
La dieta cetogénica es una alimentación libre de hidratos de carbono. Esto implica eliminar “azúcares, harinas, frutas... de la alimentación del niño”, tal como explica el Dr. Juan José Poza, coordinador del Grupo de Estudio de Epilepsia de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Es, por tanto, una dieta difícil de seguir y mantener.
Lo que se busca es que el cuerpo llegue a cetosis. “Cuando el cuerpo no tiene suficiente glucosa, utiliza la grasa como energía y se producen cuerpos cetónicos que son buenos para el cerebro”, revela el especialista.
El resultado es que ante la ausencia de hidratos de carbono, el organismo obtiene su energía de la grasa y de las proteínas y esto mejora las crisis convulsivas.
Esta dieta se utiliza actualmente para niños con epilepsias de difícil control , que no responden al tratamiento, también en encefalopatías epilépticas y cuando hay enfermedades donde se ve afectado el transporte de glucosa en el sistema nervioso. “Se vio que los niños con estos problemas durante el ayuno tenían menos crisis, lo que hizo que esta dieta se planteará como una vía terapéutica en estos casos”, destaca.
¿Desde cuándo se puede usar en niños la dieta cetogénica?
La dieta cetogénica se puede usar incluso en bebés. De hecho, “hay leches especiales y preparados nutricionales para esta edad”, comenta el experto de la Sociedad Española de Neurología.
No hay un tiempo máximo de uso, pero los niños que la siguen son sometidos a controles y exámenes, ya que al ser una alimentación tan particular puede haber algún efecto adverso sobre el hígado y el sistema renal, como las piedras en los riñones. Además, a la dieta se añaden habitualmente “complementos nutricionales para elevar el nivel de cetosis”.
La dieta es más fácil de instaurar y mantener cuando el niño es más pequeño, ya que son los padres los encargados de su alimentación. Sin embargo, conforme va creciendo, es más complicado, ya que si come algo por su cuenta, la cetosis se rompe. En todo caso, como apunta el Dr. Juan José Poza, se ha visto que también hay beneficios en dietas cetogénicas no tan estrictas, como la dieta Atkins, donde se permite la introducción de algún hidrato de carbono.
“Hay pacientes que con esta dieta cetogénica consiguen una reducción muy importante de las crisis”, apunta. En otros no es así, pero sí experimentan alguna mejoría. En todo caso, es una opción que nunca debe hacerse por propia cuenta, ya que ha de ser guiada por el especialista para asegurar todos los aportes nutricionales del niño o el adolescente y para ajustar la medicación según se vaya necesitando.