Aunque la anafilaxia es más común en adultos que en niños (un 2,5% frente a un 0,4%, según un estudio), en los más pequeños también se produce, con el gran riesgo que conlleva. Se trata de una emergencia que puede poner en peligro la vida del bebé o del niño y ante la que hay que estar preparados.
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Para explicarnos cómo se manifiesta y de qué manera reaccionar ante la anafilaxia infantil hemos recurrido a la Dra. María José Goikoetxea, especialista del Departamento de Alergología e Inmunología Clínica de la Clínica Universidad de Navarra.
¿Cómo reaccionan los bebés y los niños si hay una anafilaxia?
“La anafilaxia es un cuadro de instauración brusca y evolución rápida que afecta a varias partes el organismo o afecta de forma sustancial a la circulación sanguínea o a la respiración tras exponerse a un alérgeno”, explica la experta.
Según el registro europeo de anafilaxia, los principales causantes de anafilaxia en los menores son los alimentos. En algunos casos son los himenópteros (como abejas, avispas y hormigas) y, ya más por detrás, los medicamentos.
Hay una serie de síntomas que asociamos a esta reacción alérgica extrema, pero que no siempre se dan en la población infantil, por eso es tan importante saber de qué manera se presenta la anafilaxia en bebés y en niños.
Anafilaxia en bebés
Incluye síntomas cutáneos, como enrojecimiento o ronchas, “que pueden aociarse a vómito o tos”, indica la especialista. “Suele expresarse con la introducción de la leche o del huevo o por contacto con frutos secos, habitualmente”, concreta.
Anafilaxia en niños
En niños de más edad, la anafilaxia se manifiesta también con síntomas cutáneos asociados muy frecuentemente a síntomas digestivos “y con frecuencia, a tos o falta de aire o incluso síntomas de asma”, destaca la Dra. Goikoetxea.
El mareo y la pérdida de conciencia que pueden acompañar a una rección anafiláctica se suelen producir a partir de la adolescencia.
¿Cuál es el primer paso ante una reacción anafiláctica?
La reacción rápida y adecuada ante la anafilaxia es crucial, pero el problema es que no es siempre fácil de identificar. “En muchas ocasiones se expresa, junto con otras formas, con lesiones cutáneas como hinchazón, rojez de aparición brusca, picor y/o habones”, indica. “Sin embargo, es importante tener en cuenta que hay reacciones que se pueden expresar sin afectación cutánea y que la anafilaxia no siempre implica mareo, pérdida de conciencia o falta de aire”, advierte. Si hubiera dolor de tripa intenso acompañado de rinitis, se considera anafilaxia.
Una vez reconocida la anafilaxia, el primer paso es usar adrenalina autoinyectable. Posiblemente, el afectado ya tenga una prescrita y en ese caso debe llevarla siempre con él. “Es importante que el paciente sepa usarla a partir de los 11-12 años, así como sus familiares y amigos”, recomienda la alergóloga. Una vez que se ha usado la adrenalina, hay que acudir a un centro médico, portando el envase.
Si no se dispusiera de adrenalina, hay que ir lo antes posible a un centro médico para recibir tratamiento, pues, “aunque no se observe gravedad en ese momento, la anafilaxia es una reacción potencialmente fatal”, alerta.
¿Puede haber una anafilaxia sin síntomas alérgicos previos?
Cualquier persona que esté sensibilizada ante un alérgeno puede presentar una reacción anafiláctica, aunque antes esa alergia no haya dado la cara. “En ocasiones se produce una reacción más leve previamente, como puede ser incluso picor de boca o leve inflamación de los labios, pero en otras ocasiones puede ser la primera expresión de alergia”, puntualiza la experta de la Clínica Universidad de Navarra.
No obstante, más de dos tercios de los pacientes que sufren una anafilaxia, estaban ya diagnosticados de alergia antes de esa reacción grave. “Incluso se ha observado que en más de un 40% las reacciones anafilácticas suceden dentro del domicilio”, revela.
Hay algunas enfermerdades poco frecuentes que aumentan el riesgo de anafilaxia. También determinados factores que favorecen una mayor gravedad en la reacción. Entre estos últimos están los antiinflamatorios no esteroideos, como el ibuprofeno, situaciones como el ejercicio físico, el calor intenso o el estrés emocional, “que favorecen que la reacción alérgica que acontece en reposo sea de mayor gravedad o incluso que se pueda llegar a sufrir una reacción anafiláctica que sin su presencia no hubiera sucedido”.
Cuatro de cada diez personas que sufren una anafilaxia ya habían padecido otra antes. Después de una anafilaxia puede venir otra “que puede ser más severa o que, manteniendo su gravedad, puede ser desencadenada por una cantidad menor de alérgeno”, advierte la Dra. María José Goikoetxea.