La autoestima es un tesoro de gran fragilidad, especialmente en la adolescencia, durante la cual entran en juego multitud de factores que se escapan a los padres y que están orientados, en su mayoría, a la necesidad de pertenencia al grupo. Pero no solo es frágil en la adolescencia, sino también en la niñez. Por supuesto, cuantas más herramientas les hayamos dado a nuestros hijos y cuanto mejor hayamos trabajado con ellos este aspecto, más fuerte será su autoestima, pero también entre los más pequeños puede aun así verse dañada, sobre todo, entre aquellos que tienen algún tipo de dificultad de aprendizaje (TDAH, discalculia, dislexia…); en el colegio pronto se dan cuenta de que no aprenden al mismo ritmo que los demás y eso les genera, de un modo u otro, un malestar que no siempre son capaces de expresar.
Para ti que te gusta
Lee 8 contenidos al mes solo con registrarte
Navega de forma ilimitada con nuestra oferta
1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Para ayudarles a expresar esas sensaciones o emociones, muchos psicólogos recurren al juego del espejo, que es “una dinámica empleada con niños y adolescentes con el objetivo de conocer y desarrollar el concepto que tienen de sí mismos y reforzar su autoestima”, detalla Barca Mojarro Corrales, psicóloga sanitaria de Tribeca Psicólogos.
En qué consiste el juego del espejo
- Preguntas previas. “En primer lugar, se le plantean al niño una serie de cuestiones que le permitan reflexionar acerca de él mismo y de sus cualidades. Con el fin de obtener información sobre el concepto que tiene de sí mismo, dichas preguntas podrían ser del tipo; ‘¿Piensas que tienes cosas buenas?, ¿cuáles?’, ‘¿Qué mejorarías de tu aspecto físico?’, ‘¿Crees que a tus amigos les gusta cómo eres?’, ‘Si mañana te cambiaras de cole, ¿cómo te gustaría que te recordaran tus compañeros?’”.
- Preguntas ante el espejo. “Una vez que hemos guiado al niño y facilitado esta introspección, entra en escena el recurso del espejo”. Es entonces cuando empieza la dinámica o el juego propiamente dicho, “situando al niño delante de un espejo colocado a su altura en un sitio cómodo para él”. En esa posición, “le guiaremos para que relate qué ve en su reflejo mientras que se le plantean una serie de preguntas. Dichas cuestiones podrían ser del tipo; ‘¿Ves al niño del espejo?, ¿qué es lo que más te gusta de él?’ ‘¿cómo es ese niño?’, ‘¿qué es lo que más te gusta de él?’, ‘¿qué cosas buenas dirías que tiene?’, ‘¿cambiarías algo de ese niño o de esa niña?’”.
- Espacio para la reflexión. Es una manera muy idónea de fomentar el diálogo interno y la reflexión. “El objetivo es reforzar, mediante las respuestas del menor, las virtudes que él mismo destaca del ‘niño del espejo’ con el fin de que vaya interiorizándolas como propias, a la vez que se promueve que aprenda a valorarlas”.
Beneficios del juego del espejo en niños y adolescentes
Al despersonalizar la imagen que aparece en el espejo, les facilita hablar de cómo se ven y de cómo les gustaría verse, algo que no suele ser fácil, más aún si tienen su autoestima dañada. En ocasiones, ni siquiera los padres se percatan de cómo se ven sus hijos, puesto que “en el desarrollo de la autoestima y del concepto que los niños elaboran de sí mismos, influyen matices que los adultos podemos no percibir o no tener en cuenta, como pueden ser determinados comentarios de sus iguales, vivencias percibidas como negativas, sentimientos de inferioridad, experiencias donde se sienten en evidencia, etc.”, explica la psicóloga sanitaria.
“Esto puede influir en que aspectos que los adultos no identificamos como un problema, los menores sí que lo perciban como tal, no contando en muchos casos con estrategias para resolverlos, lo que tiene como consecuencia que su autoestima se vea afectada”. De ahí los beneficios que ofrece la dinámica del juego del espejo:
- Los niños y adolescentes aprenden a conocerse. “Esta dinámica no solo permitirá que los menores sean capaces de conocerse reflexionando acerca de sus fortalezas y debilidades, sino que además podrán observar las mismas mediante el juego, es decir, con cierta distancia y naturalidad”.
- El menor aprende a valorarse a sí mismo. De ese modo, van “aprendiendo a querer y a valorar todas sus cualidades”. Es, por tanto, “una herramienta muy útil para que, mediante el juego, los menores reflexionen acerca de sus cualidades y aprendan a apreciarlas”.
- Permite al adulto conocer el autoconcepto del menor. Este juego “nos permite conocer la percepción que los niños tienen de sí mismos”, lo que será de gran utilidad para brindarle las herramientas adecuadas para fortalecer su autoestima y la seguridad en sí mismos.