Las consecuencias de un apego inseguro durante la infancia no se circunscriben solo a esa etapa sino que se trasladan al periodo adulto. Es un elemento crucial al que cada vez se le otorga más importancia.
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Laura Estremera acaba de publicar Criar con apego seguro (Ed. Ariel), un manual donde da las claves para acompañar con cercanía a los más pequeños en su vida cotidiana. Maestra de Audición y Lenguaje, psicóloga y especialista en Atención Temprana, nos cuenta en esta entrevista por qué son tan decisivos esos primeros vínculos con el bebé y el niño.
Destacas en el libro que vivimos en una sociedad con prisas donde buscamos nuevos logros constantemente. ¿Qué factura pasa esto en los niños?
Comúnmente le damos importancia a algunos hitos o etapas del desarrollo sin dar el valor y la importancia que tiene cada momento del proceso. Simplemente con que imaginemos lo que ocurre con un bebé nos podemos dar cuenta de ello, es habitual escuchar “todavía no camina”, “aún no dice palabras”, “todavía no duerme solo”... en lugar de dar valor a todo lo que sí que hace, entendiendo que es necesario y que forma parte del proceso.
Cuando esto sucede, directa o indirectamente a los niños y niñas les llega el mensaje de que lo que hacen no es suficiente, que no está bien y eso repercute en su autoconcepto y autoestima.
¿Cómo se puede definir el apego seguro del que hablas en tu obra?
Los humanos somos seres sociales que necesitamos estar en interrelación para desarrollarnos saludablemente. Y si hay una etapa en la que especialmente una persona necesita a otra es la infancia porque los bebés nacen dependientes de los cuidados de los adultos. Dependiendo de cómo el adulto que esté más presente en la vida del bebé atienda sus necesidades, se creará un tipo de vínculo de apego u otro.
Hoy en día sabemos que cuando se atienden las necesidades de los bebés (en la mayoría de ocasiones porque hacerlo en todas sería imposible) y se hace con cariño y respeto, se crea un vínculo de apego seguro. Ese vínculo le aporta al niño seguridad y confianza en las personas, en un mundo que cree interesante explorar y en sí mismo.
¿De qué forma impacta haber tenido o no un apego seguro en el desarrollo de la personalidad infantil y luego adulta?
En la infancia, un vínculo de apego seguro se relaciona con mayor autonomía, lo cual puede sorprendernos teniendo en cuenta la creencia que existe a nivel social de que un niño que es atendido será más dependiente, pero sucede al contrario.
Cuando un niño o niña crece sintiendo que es competente, confía en las personas que tiene a su lado y sabe que lo atenderán si lo necesita, siente la fuerza interior suficiente para alejarse a explorar el mundo a una distancia prudencial, regresando a pedir ayuda o consuelo ante los imprevistos de la vida.
El apego seguro también se ha estudiado en el trato entre niños en la etapa de educación primaria. Cuando el vínculo que han creado desde pequeños con su adulto de referencia es seguro y un compañero se hace daño, se muestran más empáticos, se preocupan por él, intentan ayudarlo o piden ayuda a un adulto.
De adultos, se ha relacionado el vínculo de apego seguro con mayor bienestar y salud mental.
“Con nuestra manera de tratar a los niños podemos ser facilitadores o, por el contrario, obstaculizadores del desarrollo”, comentas en el libro. ¿Qué es lo que deberíamos desterrar en ese sentido en la crianza?
Los adultos tenemos una serie de expectativas y deseos hacia los niños que, si bien en un primer momento nos permiten vincularnos a ellos, en muchas ocasiones, nos impiden ver a los niños y niñas reales que tenemos delante. Cuando estas nos impiden ver al niño que tenemos delante, con su propio ritmo, deseo, gustos, necesidades... no estamos facilitando el desarrollo.
Por lo tanto, hacer un trabajo que nos ayude a tomar conciencia de todas esas expectativas, a reconocer nuestras necesidades y también las suyas como diferentes, nos permitirá poderles acompañar mejor.
Sin embargo, los padres solemos ser controladores y sobreprotectores, ¿qué hay bajo esta forma de paternidad?
Miedo. Cuando conocemos el desarrollo y la importancia de cada etapa podemos comenzar a disfrutar del camino, a no apresurar etapas y aprendizajes, a dejarles ser ellos mismos, aunque estando a su lado en todo ese proceso.
¿Por qué es tan importante el lenguaje no verbal en la relación que establecemos con los hijos?
El lenguaje no verbal, el que se da a través del tono corporal, el tacto, la mirada, el gesto, la postura de nuestro cuerpo... es la base de la comunicación. Los niños se comunican desde que nacen y los adultos vamos respondiendo con nuestras acciones y palabras a sus demandas, pero este lenguaje no nos abandona aunque ya podamos comunicarnos hablando. En momentos emocionalmente intensos, como durante una rabieta u otros conflictos, tener en cuenta el lenguaje no verbal y lo que comunica va a sernos de gran ayuda.
¿Hay alguna edad en concreto en que el apego resulte más vital que en otra para el niño?
Todas las personas necesitamos vínculos de apego desde que nacemos hasta que morimos, pero es cierto que el primer año de vida es especialmente importante porque es cuando el ser humano es más vulnerable y dependiente de los demás. En este tiempo es cuando se va a crear un modelo interno de cómo son las relaciones y lo que se puede esperar de ellas. Pero aunque esta etapa es especialmente sensible no es determinante para la persona, es decir, cuando las primeras relaciones no son tan adecuadas como deberían contar posteriormente en la vida con personas con las que se crean vínculos de apego seguros, puede ser reparador.
¿En qué bases irrenunciables debemos basar el apego seguro de nuestros hijos?
En primer lugar en aceptarlos tal y como son porque, aunque atraviesen unas etapas comunes, cada uno tendrá su propia esencia. Otro punto importante es saber escuchar sus necesidades, que no siempre lo harán de una forma clara y directa, de ahí la importancia de conocer las características de cada etapa y, por último, poderles dar una respuesta ajustada; aunque sabiendo que no siempre vamos a poder responder a todo lo que necesitan y eso también será importante para su desarrollo. Además, necesitarán adultos flexibles porque, de la misma forma que ellos cambian, nuestras formas de responder también deben hacerlo.