No es raro que niños muy pequeños tengan caries. Aunque sea en dientes de leche, que van a cambiar dentro de unos años por los definitivos, hay que tratarlas, pues estamos ante una enfermedad infecciosa. Lo mejor, sin duda, es la prevención, con hábitos adecuados que mantengan la boca en buen estado, tanto en lo que se refiere a la alimentación como a la higiene personal.
Para saber qué papel juega el flúor en la salud dental de los niños hemos recurrido a Borja Gómez, odontólogo y miembro del Colegio Oficial de Dentistas de Sevilla. Él nos cuenta si los suplementos de flúor están indicados o no.
¿Cómo actúa el flúor sobre los dientes?
La acción principal del flúor sobre la superficie del diente “produce una modificación de la estructura del esmalte que la hace más resistente a los ácidos de las bacterias que producen las caries”, indica el experto. Es decir, actuaría como una especie de barrera sobre la superficie del diente, y eso se consigue en forma de pasta de dientes o de enjuagues.
Se busca, por tanto, una acción tópica, sobre el esmalte del diente, en la superficie. “De este modo, hoy día la ingesta de suplementos de flúor no es una terapia propuesta en ningún caso”, advierte. Es decir, no estarían recomendadas las gotas de flúor ni otros preparados para la población general. Si hubiera un caso concreto en que fuese necesario, sería el odontólogo el que lo tendría que indicar específicamente.
¿Qué cantidad de flúor debe tener el dentífrico?
Tanto la cantidad como el tipo de flúor a usar están determinados por la edad. Así, estas son las recomendaciones generales, tal como indica el odontólogo:
- Menores de seis años. Utilizarán dentífrico de 1.000 partes por millón (ppm) de fluoruro de sodio.
- Mayores de seis años: Usarán un dentífrico con 1.450 partes de flúor por millón.
Es muy importante fijarse en la cantidad de flúor que indica el envase. Lo realmente básico es que la cantidad de flúor no sea insuficiente, y en algunos preparados comerciales sí lo es. Por eso, hay que buscar un dentífrico que contenga el flúor adecuado para cada niño, dependiendo de los años que tenga.
Estas especificaciones generales se pueden modificar “en función del riesgo de caries que su dentista determinará cuando acuda a revisión en la consulta”. Por ejemplo, en algunas zonas del mundo, entre las que España no está incluida, las aguas de consumo tienen exceso de flúor, lo que puede causar una alteración en la estructura de los dientes denominada fluorosis. Esta patología implica que los dientes se mineralizan peor. Sin embargo, “paradójicamente, el tratamiento para estos casos es la exposición tópica a flúor”, comenta.
¿Cómo se advierte la falta de flúor en el niño?
Hay una forma muy clara de saber si hay falta de flúor en un paciente pediátrico. “Un niño presenta déficit de flúor tópico cuando, a pesar del control de la dieta cariogénica y de una buena higiene dental, siguen apareciendo caries”, alerta Borja Gómez. En ese caso, “la exposicion a fluoruros tópicos es una de las estrategias para el control de la enfermedad de la caries”.
El riesgo de caries de cada niño depende de distintos factores, como el tipo de alimentación que lleve y la frecuencia de consumo de determinados alimentos. También influye la acidez de la saliva, la flora bacteriana y algunos medicamentos que pueden deteriorar el esmalte dental y provocar una mayor vulnerabilidad hacia problemas como las caries. Es el caso, por ejemplo, de los corticoides inhalados, que tienen que administrarse a determinados niños que siguen tratamientos crónicos.
Además, es básica la higiene dental. Desde que el bebé tiene sus primeros dientes hay que insistir en esa higiene de la boca, para prevenir la caries y otros problemas que se pueden presentar. Idealmente, el niño tendría que lavarse los dientes tras cada comida y, si no es posible, al menos dos veces al día, siempre que una de ellas sea antes de irse a la cama.
Si hay algún problema concreto que lo predisponga a las caries, será el dentista quien determine “los protocolos de exposición al flúor tópico en cada caso”, subraya el especialista. Estos tratamientos son individualizados para cada persona y se prolongan dependiendo del riesgo de caries de cada niño.