La figura del podólogo infantil suele ser bastante desconocida. Neus Moya, diplomada en Enfermería y Podología y master en Podología Pediátrica, acaba de publicar Pasito a pasito (Ed. Zenith), un libro en el que hace un completísimo repaso a todo lo que hay que saber en relación al pie del niño.
Desde hace un tiempo, en su cuenta de Instagram (@neusmoya.podologa) difunde información sobre las características del calzado respetuoso. Sobre todos estos temas hemos hablado con ella.
¿Cuáles son los problemas más frecuentes en los pies de los niños que te sueles encontrar en consulta?
Suelen ser en las uñas, pues pueden tener manchas y los padres no saben qué es normal y qué no, o que les crecen hacia arriba o hacia abajo. Y después, el pie plano. También últimamente estoy viendo muchos dolores de crecimiento, que pueden empezar a los tres-cuatro años, porque a esa edad hay un pico, aunque es muy variable y puede presentarse hasta los 12.
¿Qué hacer para que las uñas no planteen esos problemas?
Las uñas hay que mantenerlas siempre secas, hay que procurarlo después de la ducha y si es un niño al que le suda mucho el pie, cambiar de calcetín, sacar la plantilla de noche para que se airee… Gran parte de los problemas de las uñas es que se clavan por un mal corte. Lo fundamental, como explico en el libro, es cortarlas rectas, nunca dejar los picos en redondo porque cuando el pico quiere crecer es cuando se clava.
¿En qué momento aconsejas que se empiece a poner zapatos a los bebés?
Como normal general, hay que ponerle zapatos en el momento que caminan, que es cuando son capaces de dar 10 pasos por sí solos sin caerse. El zapato es un elemento externo que se pone en el pie para protegerlo de posibles daños. Cuanto más tiempo pase ese niño descalzo y más estímulos reciba esa planta del pie y más movimiento tenga ese pie, mejor para la maduración muscular y ósea. Hay que empezar a ponérselos cuando camina, pero, aun así, en cuanto podamos es bueno dejarlo descalzo. Depende de la zona en que se viva, podrá estar sin nada, descalzo del todo, o con calcetín antideslizante.
¿En casa, el calzado ideal sería entonces ir descalzo o con calcetines antideslizantes?
Eso es. Si hace mucho frío, calcetines más gorditos con antideslizantes debajo para que no resbale y ya está. Las zapatillas de casa no suelen ser adecuadas, aunque ahora algunas empresas están empezando a fabricar unos modelos con poquita suela, que recojan bien el pie, flexibles… Que son mucho mejores.
¿Por qué se recomienda no heredar zapatos de otros niños?
Hasta los seis u ocho años de edad, el pie del niño es inmaduro. Ese pie es gordito, es laxo, sus tendones no tienen fuerza, es plano y casi siempre valgo (cae hacia adentro). El valgo tiene un rango de normalidad. Si le pones el zapato de otro niño, le puedes provocar un valgo que no tiene. Cada niño desgasta el zapato de un modo diferente. Por eso es mejor que no heredemos el zapato porque se pueden provocar un daño que no tiene.
¿Cuándo es el momento de cambiar el zapato infantil?
Lo más importante es la talla, pero si hay un desgaste importante del zapato también hay que cambiarlo. Además, en los zapatos respetuosos, al carecer de estructura de contrafuerte y tener la suela más fina, la durabilidad suele ser menor.
Cuando veamos que la estructura del zapato está muy caída o la suela muy desgastada, hay que cambiarlo aunque no haga falta un cambio de talla.
¿De qué manera se puede saber que un niño está calzando la talla correcta?
Hay dos opciones, pero normalmente lo que se hace es escoger un zapato, sacar la plantilla interna y poner el pie del niño encima. Tenemos que mirar que el dedo más largo del pie esté entre 0,8 y 1 centímetro de la punta de la plantilla. Esta es una técnica. Pero si el zapato no lleva plantilla o compramos por Internet y no sabemos la talla, debemos poner el pie del niño encima de una cartulina lo más dura posible, dibujar el contorno y medir desde el talón hasta el dedo más largo y también medir el ancho. Y con esas medidas podemos saber la talla.
En el caso de que compremos en una tienda, recomiendo siempre a los padres que el niño se quede fuera con algún familiar. Así, es uno de los padres el que entra al establecimiento con el pie dibujado y vas mirando tallas y demás. De este modo, solo le pruebas los que de verdad encajen porque si no el niño se agobia y de esta manera no se le prueban mil zapatos.
¿Es cierto que, dependiendo del tipo de zapato, si es deportivo, botas de agua, de montaña… hay que elegir un número diferente?
No depende del tipo de zapato sino de la horma. Tiene que sobrar lo mismo siempre. Lo que determina, por ejemplo, que una bota de agua les esté bien es el empeine. No es la talla sino las características del zapato y adecuarlas. Al elegir la talla, independientemente del zapato, siempre tiene que sobrar entre 0,8 y 1 centímetro desde el dedo más largo. Lo comprobamos poniendo el talón hacia atrás y tiene que sobrar por delante. Eso que se hacía antiguamente, y aún hoy se hace a veces, de meter el dedo por el talón no es fiable porque el niño pequeño puede doblar los dedos.
En las redes sociales abogas por el calzado respetuoso y en tu libro cuentas ampliamente todos sus detalles, ¿qué características debe tener este calzado respetuoso?
Un punto fundamental es la suela, porque ejerce de barrera entre el pie y el suelo, tapa todos los estímulos y estos son necesarios para el desarrollo de la propiocepción, el equilibrio y la maduración del pie. La suela tiene que ser fina y flexible para permitir todo esto.
Entre otras cosas básicas, la puntera ha de ser anatómica o redondeada, pero que permita el libre movimiento de los dedos. Las punteras acabadas en punta no dejan mover los dedos y, a la larga, esto tiene consecuencias negativas en el niño. Hay muchas más características, pero esto es básico.
¿Qué alteraciones pueden aparecer por la falta de un calzado respetuoso?
Vemos desde pies con muy poco tono muscular, niños todavía con el pie plano valgo porque no ha trabajado durante toda la infancia. Es como si a un bebé de seis meses le pusieras un corsé para ayudarlo a estar sentado. Cuando se lo quitas al año, no va a tener control postural. Pues lo mismo pasa con los pies. Estamos viendo a niños con cinco o seis años, con pies con muy poco tono y débiles, pies hipotónicos, delgados, que son todavía planos y valgos…
Aunque el juanete es multifactorial, un factor que lo provoca es el calzado y sucede por compresión lateral en el primer dedo, en una época de crecimiento máximo en el que el pie está inmaduro. Y aparte, de forma secundaria, como los dedos están apelotonados y no trabajan lo que tendrían que trabajar se produce una atrofia que da lugar al juanete.
Cuando ponemos zapatos que son muy altos por detrás, el talón deja de trabajar. El talón está formado por el calcáneo, que crece y coge consistencia con el impacto con el suelo. Cuando pones una zapatilla muy amortiguada, el tobillo se queda débil porque no hay tenido impacto durante toda la infancia.
Al ser más caro, hay familias que no se pueden permitir el calzado respetuoso, ¿cómo elegir en este caso?
Ahora cada vez hay más opciones de calzado respetuoso, muchas de pequeños fabricantes que hay que adquirir online, pero grandes cadenas están sacando ya líneas de calzado respetuoso.
Al ser una horma especial, es cierto que el zapato respetuoso suele ser más caro. Pero remarco mucho en el libro, intentando tranquilizar a los padres: al final el zapato respetuoso va a ser aquel que respete al niño, pero también a la situación económica de la familia. Si tienes que comprar un zapato más barato, lo compras. En la maternidad a veces nos exigimos demasiado. Hay que buscar opciones para cada familia, y adaptarse a las circunstancias de cada uno.