Niños que pegan, que gritan, insultan, nunca hacen caso a lo que se les pide… son conductas que es necesario corregir y que, en algunos casos, resulta más difícil que en otros. Para estos casos más complicados suele ser necesario establecer unas pautas o técnicas de modificación de conducta, que no son más que “una serie de herramientas y estrategias que enseñamos a las familias para facilitarles que sus hijos corrijan comportamientos inadecuados y que por otro lado, adquieran aquellas conductas deseadas”, explica Loreto Charques González, psicóloga y directora de Centro Psicológico Loreto Charques, de Madrid. Para poder llevar a cabo una programación de modificación de conducta, lo primero es averiguar la causa que provoca esos comportamientos que buscamos corregir y saber si se debe a algún tipo de trastorno, si se trata de ‘rebeldía’ en el niño por un problema emocional o si es simplemente una cuestión de madurez.
Por eso, para asegurarnos de que el pequeño al que ayudar con estas técnicas ha alcanzado la madurez suficiente, la programación de modificación de conducta “suele ser hacia los 3 o 4 años, y siempre teniendo en cuenta la madurez de cada niño, ya que deben tener cierta comprensión de las situaciones para que aprendan lo que les estamos enseñando; es decir, deben ser capaces de comprender que las conductas tienen consecuencias”.
En no pocas ocasiones (por no decir en la mayoría), las malas conductas son producto de un estilo de crianza en el que se han cometido una serie de errores, bien en lo que se refiere al apego o bien a las reacciones de los padres ante determinadas situaciones o ante determinados comportamientos de sus hijos. De ahí que Charques subraye la importancia de informarnos sobre crianza y educación cuando estamos esperando un hijo: “lo ideal sería tener ciertas nociones básicas cuando vamos a tener un hijo ya que la manera de actuar de los padres es algo muy determinante para los comportamientos de los niños”. Entre esas nociones básicas, estarían “saber cuándo y cómo debemos premiar o castigar, qué limites poner, qué hacer ante una rabieta, etc”. Eso, sin duda, evitará en gran medida posibles conductas indeseadas en los niños y, en todo caso, será más fácil ir corrigiéndolas.
Cuando no ha sido así y los padres toman conciencia de que han perdido o están perdiendo el control en lo que a la educación de sus hijos se refiere, lo aconsejable es intentar atajar la situación cuanto antes. Puede que, la ‘intervención’ en los hijos deba ir acompañada de importantes modificaciones en la manera de interactuar con ellos de los progenitores.
¿Cómo se llevan a cabo las técnicas de modificación de conducta en niños?
“Todas las técnicas de modificación de conducta se basan en tres conceptos básicos”. Estos tres conceptos son, según indica la psicóloga, “las bases del aprendizaje”, por lo que que las familias comprendan estos términos, “les facilita el decidir qué hacer en cada momento”. Son los siguientes:
- Los reforzadores. “Son aquellas consecuencias positivas (premio, elogio, aplauso, reconocimiento...) que van seguidas de una conducta positiva o deseada que queremos instaurar”. Aplicada “inmediatamente después de la conducta conseguida, aumenta la probabilidad de que esa misma conducta se repita en el tiempo”. Sobre esta técnica, “es importante saber que si quiero conseguir instaurar un hábito o una conducta en un niño, debo reforzarla cada vez que aparezca o cada vez que se vea una aproximación de la misma”.
- Los castigos. “Son aquellas consecuencias negativas (retirada de alguna actividad placentera, ausencia de premio…) que van seguidas de una conducta inadecuada o que queremos eliminar”.
- La extinción. “Consiste en ignorar por completo un comportamiento que sea pesado, molesto o repetitivo”
Técnicas de modificación de conducta más empleadas con niños
En función de los tres conceptos básicos señalados anteriormente, las técnicas de modificación de conducta que más frecuentemente los psicólogos utilizan con niños son:
- Economía de fichas o Sistemas de puntos y Contratos conductuales, “para conseguir adquirir conductas deseadas y eliminar malos hábitos o conductas inadecuadas”. Se basa en el refuerzo, ya que se ‘premia’ al niño con un punto o una ficha cada vez que lleva a cabo esa conducta adecuada y, y una vez pasado un período de tiempo o una vez que lo ha logrado un número establecido de veces, se le hace entrega de una recompensa acordada previamente (y que a ser posible, lo mejor sería que fuese algo no material).
- Tiempo fuera, “para eliminar comportamientos inadecuados”. Consiste en alejar al niño por un tiempo concreto (no muy largo y siempre en función de su edad) de una zona en la que tenga juguetes o ningún otro tipo de objeto que le sirva de distracción. Debe ser inmediata a la conducta que queremos eliminar para que sea eficaz.
- Extinción, “por ejemplo, para las rabietas”. Consiste en eliminar las recompensas que el niño cree que va a recibir por su conducta y que puede ser recibir atención por parte de los padres para reprenderle precisamente por su mal comportamiento. En este caso, lo ideal sería no tanto ignorarle como desviar su nuestra atención hacia otro tema (y podemos invitar al niño a que forme parte de él, haciéndole preguntas que nada tienen que ver con lo que acaba de ocurrir).
¿Las técnicas de modificación de conducta son contrarias a la disciplina positiva?
Estos tres conceptos básicos son rechazados por la disciplina positiva, que niega la utilidad de castigos y recompensas, así como de ignorar al niño por determinados comportamientos. Partiendo de que esto es así, hemos de tener en cuenta que cuando intentamos programar una modificación de una conducta es porque se repite en el tiempo y entendemos que hemos probado de diferentes maneras previamente.
Aun así, antes de llevar a cabo este tipo de técnicas, es fundamental informarse bien previamente y consultarlo con un profesional, al que le podremos plantear todas las dudas al respecto y sacar así, con su ayuda, nuestras propias conclusiones acerca de lo que es más adecuado para ayudar a nuestro hijo en según qué situaciones. En los casos más extremos, estas técnicas de modificación de conducta suelen ser las más eficaces.