El test de O’Sullivan es la prueba que se realizan las mujeres embarazadas en torno a la semana 24 ó 28 de gestación y que consiste en beber un líquido que contiene una gran cantidad de azúcar (50 gramos). Para comprobar cómo la asimila su cuerpo, antes de la ingesta del líquido se le hace una extracción de sangre y otra, una hora después de haberlo bebido. “Es la mejor prueba coste eficiente para descartar la diabetes gestacional”, indica la Dra. Elena Marín Martín, ginecóloga en Córdoba y miembro de Top Doctors.
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Tan solo hay que analizar la muestra extraída, en función de cuyos resultados se detectan o se descartan “problemas relacionados con las cifras de glucosa altas en sangre”. De este modo, “su cumplimiento para el 100% de las gestantes es un criterio de calidad de asistencia al embarazo”, asegura el Dr. Manuel Albi, jefe de Departamento de Ginecología y Obstétrica del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. ¿Por qué entonces en otros países se realiza únicamente a mujeres que tienen factores de riesgo?
El motivo por el que el test de O’Sullivan no se realiza a todas las gestantes en otros países
“Efectivamente, en otros países solo se realiza en grupos de riesgo (como son gestantes con un índice de masa corporal mayor a 30) y en mayores de 35 años, cuando tienen antecedentes familiares de primer grado o un hijo anterior de más de 4 kg al nacer”, apunta la Dra. Marín. Y, como ella misma dice, “existe cierta controversia sobre el uso de la prueba”, si bien esta nada tiene que ver con posibles riesgos ni para la madre ni para el feto. La controversia viene de que “la realización universal a toda gestante tiende a sobrediagnosticar la diabetes”, pero también es importante subrayar que “un uso selectivo puede dejar casos sin diagnosticar”.
Al haber una mayor prevalencia de diabetes respecto a otros países, “la población mediterránea y, por tanto, la española es un grupo de riesgo de diabetes gestacional”, añade el Dr. Albi, de modo que es necesario hacerle esta prueba a todas las mujeres embarazadas, puesto que habría más posibilidades de no detectar algunos casos, lo que sí supondría un grave riesgo tanto para la madre como para el bebé.
¿Por qué es necesario que las embarazadas se hagan el test de O’Sullivan?
Si bien es cierto que algunas mujeres sienten náuseas o incluso llegan a vomitar tras ingerir la bebida que les entrega para realizar el test de O’Sullivan, es una molestia mínima, mientras que los beneficios que aporta son valiosísimos, puesto que “reduce el riesgo de tener recién nacidos de peso elevado, con lo que conlleva reducir el riesgo de los problemas que pueden aparecer durante el parto, como son: la distocia de hombros -con graves secuelas para el bebé-, extracciones dificultosas del bebé en la cesárea y aumento del número de cesáreas y, por otro lado, disminuye el riesgo de obesidad en la infancia”, tal y como detalla la Dra. Marín. “Por otro lado, hay que tener en cuenta que un parto, sea vaginal o por cesárea, con un bebé de elevado peso aumenta el riesgo en la madre de hemorragias intraparto , por lo tanto, aumenta las complicaciones graves en la madre”.
En qué consiste el test de O’Sullivan
Como señalábamos anteriormente, a las gestantes que a priori no tienen factores de riesgo, se les realiza el test de O’Sullivan entre las semanas 24 a 28 de embarazo, mientras que a aquellas que sí tengan factores de riesgo “está protocolizado para realizarse en el primer trimestre”. En ambos casos, se comprueban los resultados del análisis de sangre previo y del posterior a la ingesta de la bebida. Si superan los 200 mg/dl en sangre, se les diagnosticará diabetes gestacional y deberán empezar a tomar ciertas precauciones en la ingesta de sus alimentos desde ese momento.
Si el resultado es inferior a 200, pero igual o superior a 140 mg/dl, habrá que hacer la prueba conocida como ‘la curva de la glucosa’ para comprobar si existe o no intolerancia a los hidratos de carbono o diabetes gestacional.
En el test de tolerancia oral a la glucosa, se realizan cuatro mediciones en intervalos de una hora (en total son cuatro); en cada uno de los intervalos no se deben superar los 150, 190, 165 y 145 mg/dl, respectivamente. Si se superan los valores indicados, habrá que volver a repetir esta prueba y, en caso de que se vuelvan a superar, se diagnostica la diabetes gestacional.