Entendemos por gordofobia el odio, el rechazo o la violencia que sufren las personas gordas, solo por el hecho de serlo. Es una conducta de exclusión que se aprecia en todas las edades, pero que, de forma preocupante, se ve ya en niños cada vez más pequeños.
Para saber cómo afrontarla y, sobre todo, cómo evitarla, hemos hablado con María Ramírez, psicóloga experta en trastornos de la conducta alimentaria y directora de IgualHablando (www.igualhablando.com).
Las manifestaciones de la gordofobia infantil
Al igual que sucede entre los adultos, los niños rechazan los cuerpos grandes o gordos mientras alaban, normalizan y atribuyen mejores cualidades y características a las personas con un cuerpo delgado.
“Es más común que la población infantil muestre su desagrado o rechazo a un igual abierta y públicamente, argumentando dicho comportamiento con un ‘no quiero, está gordo’ o ‘ me cae mal, es la ballena de la clase’; generando y potenciando conductas de maltrato y acoso a quien tiene un cuerpo más grande”, explica la experta. “Desde corta edad aprendemos que lo delgado es lo deseado y deseable, y lo gordo lo feo, inferior y enfermo”, añade.
Hay distintas formas en que la gordofobia se hace presente: insultos, discriminación directa o indirecta, hacer el vacío, ignorar, rechazar, golpear, amenazar... Así, el menor puede sufrir la gordofobia desde distinos ámbitos, como detalla María Ramírez:
- Intrapersonal. Dice frases del tipo ‘no quiero engordar’, ‘con esta barriga nadie me va a querer’, ‘se meten conmigo porque estoy gordo’...
- Interpersonal. Viene de parte de los demás que profieren burlas, bromas y juicios” por su apariencia o por su capacidad o hábitos”. ‘Seguro que te hartas de bollos’, ‘tú no puedes corre como yo, porque estás gorda’, ‘tú estás gordo, ponte de portero’.
- Institucional. “Por ejemplo, en una visita a Urgencias porque se ha dado un golpe en el dedo de la mano, el médico le dice: ‘Para tu edad, deberías perder peso’. O en una tienda de ropa para niños escucha: ‘No tenemos talla para ti, porque estás más rellenita’.
- Ideológica. Son los mensajes públicos a través de los cuales se destaca que “el cuerpo delgado es mejor, más saludable, valioso, bonito o inteligente”.
¿Qué consecuencias tiene para el menor sufrir gordofobia?
El niño víctima de gordofobia sufre “verdaderas y graves limitaciones en el desarrollo pleno de su vida”. Así, como relata la psicóloga, experimenta sensaciones de culpa y vergüenza, baja autoestima, conflictos académicos, discriminación, aislamiento, insatisfacción corporal, trastornos alimenticios y puede llegar incluso hasta “ideación y pensamientos suicidas o la consumación del suicidio”, advierte.
Siempre que socialmente se considere que su obligación es “aguantar cualquier tipo de trato de humillación, invisibilización y exclusión porque es gordo o gorda, es gordofobia”, aclara María Ramírez. Y enfatiza: “Los niños, las personas en defintiva, tengan el cuerpo que tengan, merecen respeto”.
¿Cómo evitar que los niños caigan en la gordofobia?
El punto de partida para evitar que los menores sean gordobóficos es que los adultos que los rodean, padres, profesores y sociedad en general, “revisen sus propias creencias, ideas, pensamientos y sensaciones asociadas a los cuerpos gordos”, recalca la especialista.
“Muchas veces son las personas adultas quienes tienen miedo a que su hijo o hija tenga un cuerpo gordo. Ser conscientes de ello –propio de la cultura de la dieta–, les ayuda a trabajar en ellas mismas y les da la oportunidad de ofrecer una visión respetuosa a todo tipo de cuerpos”, insiste.
Así, propone algunas medidas esenciales para cambiar esta realidad:
- Hablar y mostrar diversidad corporal. “Los niños necesitan referentes con los que identificarse. Tener ejemplos positivos en medios de comunicación y difusión para reconocer y validar su existencia”.
- Ofrecerle valores de aceptación y respeto corporal con su propio cuerpo y con el ajeno. Eso implica “romper con las normas establecidas por la cultura de la dieta, fomentando y enseñando a crear un vínculo sano con su propio cuerpo y de respeto al ajeno”.
- Dejar de utilizar la palabra gordo o gorda como un insulto. No usarla para hacer daño.
- Hablar de salud como un todo, algo integral. Así, se contemplaría el aspecto físico, mental, emocional, social y espiritual.
Es importante que, desde pequeño, el niño tenga una buena relación con la comida, y esto se consigue respetando sus señales de hambre, saciedad y satisfacción, ofreciendo variedad, presentaciones diferentes y accesibilidad a todo tipo de alimentos y dejando de utilizar la comida como un premio o un castigo.