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adolescentes pendientes del m vil© GettyImages

Adolescentes

¿Qué es el ‘phubbing’, tan común entre los adolescentes de la generación Z?

Afecta directamente a la manera de relacionarse con sus amigos y con sus familiares y es considerado todo un fenómeno social


Actualizado 9 de octubre de 2023 - 16:40 CEST

¿Sientes que tu hijo adolescente no te hace caso por prestar demasiada atención al móvil? ¿Te contesta mientras no retira ni un segundo la mirada de la pantalla? Se trata de una situación de lo más habitual en la mayoría de las familias con hijos de la generación Z (los nacidos después del año 2000) y casi más preocupante aún es que sucede incluso en grupos de amigos. ¿Quién no ha visto a una pandilla de adolescentes en la que los chicos están todos juntos en silencio mientras cada uno de ellos mira únicamente a su smartphone? Se trata del  phubbing , término inglés que combina las palabras ‘phone’ (teléfono) y ‘snubbing’ (despreciar o ignorar) y describe esta práctica que consiste en eso, en ignorar a quien se tiene al lado por prestar atención exclusivamente al móvil.

Se ha convertido en un fenómeno social que implica una serie de consecuencias para quien lo practica y para su entorno. “Y, ojo, se usó por primera vez en 2012, así que llevamos más de una década hablando de este comportamiento que no deja de acentuarse”, advierte Sandra Gómez Marrupe, neuroeducadora especializada en adolescentes y fundadora de Talento Adolescente (@talentoadolescente).

El uso del móvil está directamente relacionado con la liberación de dopamina, un neurotransmisor que se activa y libera sustancias químicas que nos generan placer; sin embargo, el ciclo de la dopamina es corto y limitado, de modo que para conseguir más placer, necesitamos más de eso que nos lo genera: y por ello buscamos, en este caso, volver a mirar el dispositivo”. Por eso, “la palabra clave al hablar de este ningufoneo (así se ha traducido) es atención”, indica. “Actualmente vivimos sobreinformados e hiperestimulados” y eso afecta directamente a “nuestra atención, que es nuestro mayor tesoro” y mucho más aún en el caso de niños y adolescentes, puesto que la capacidad atencional es la base de todo aprendizaje.

Consecuencias del ‘phubbing’ en adolescentes

Como es de suponer, esa actitud perjudica enormemente a quien depende de ese modo del móvil, así como a aquellos familiares y amigos a los que ignora con frecuencia. Entre esas consecuencias, se encuentran las siguientes:

  • Adicción a las pantallas y ansiedad. Esa necesidad de mirar continuamente el smartphone acaba degenerando, en no pocos casos, en “adicción a las pantallas y la consecuente ansiedad si no se mira el dispositivo o se responde instantáneamente a otros”.
  • Afectación de las relaciones interpersonales. “Niños y adolescentes están aprendiendo a relacionarse así [con pantallas en todas las situaciones], puesto que para ellos no ha habido otra realidad”. Ello implica que crezcan “con un concepto diferente de amistad”, en el que no atender al amigo o al familiar que tienen lado “es una actitud más naturalizada”. Tanto es así que, según una encuesta de Rideout and Robb, solo el 32 % de los encuestados prefieren hablar con sus amistades en persona; el resto prefieren alguna vía que requiera el uso de un dispositivo digital (bien mediante las redes sociales o bien mediante aplicaciones de mensajería instantánea, ni siquiera a través de una llamada telefónica). “Esto puede traducirse en aislamiento o la dificultad para entrenar habilidades socioemocionales como la escucha activa o la empatía”.
  • Afectación de la salud mental. Y, como resultado de todo lo anterior, se puede ver seriamente afectada la salud mental. “Alguien que prioriza un móvil o tableta ante otra persona, también lo prioriza a sí mismo, y es igualmente capaz de ignorar actividades que antes le resultaban satisfactorias, dedicándoles menos tiempo”, señala Gómez Marrupe. “No olvidemos que el necesitar responder ya, por ejemplo, muestra una falta de auto respeto y de capacidad para poner límites, o estar pendiente de los   likes  indica una necesidad enorme de reconocimiento externo y dependencia del mismo”.
Madre preocupada© GettyImages

Cómo recuperar el diálogo con nuestro hijo adolescente

1. Dar ejemplo. “Lo primero y más importante, aunque resulte manido, debemos dar ejemplo”. Habría que plantearse si también los padres a menudo ignoran o no les prestan toda la atención que deberían a sus hijos, tengan estos la edad que tengan. Incluso muchos adultos tienen muy integrada esta práctica y, en ocasiones, ni siquiera son conscientes de ello. La mejor opción es activar el   modo avión  cuando estamos con ellos en casa o compartiendo momentos en familia; recordemos que “somos su referente” y que, desde edades muy tempranas, “nos imitan porque, si los mayores pueden hacerlo, mal no puede estar”. ¿Quién no ha visto a un niño de muy corta edad llevarse el móvil a la oreja o llevar sus deditos a la pantalla como si realmente estuviera haciendo uso de las redes sociales?

2. No hacer reproches. “¿Estás hablando con tu adolescente y está viendo Tik Tok? Quédate callado, en seco, y cuando se dé cuenta no le reproches nada, provoca que reflexione y lo vea por sí mismo”. En este punto, lo ideal es hacerle preguntas: “hijo, ¿qué ha sucedido? Lo va a saber de inmediato”. Por supuesto, es importante que le expliques “cómo te ha hecho sentir eso”, pero sin caer en reproches. “El hecho de que tomen conciencia es muy importante, y aprenderán además de tu ejemplo a detectar estas conductas y expresar lo mal que les hacen sentir si, por ejemplo, les sucede con un amigo”.

3. Establecer normas de convivencia en familia. “Si sucede con mucha frecuencia, nunca es tarde para poner límites y cuidarnos de que no vaya a más”. Para ello, algunas de las pautas que recomienda la experta pasan por:

  • El móvil, lejos. “Acordar que, en los momentos familiares más sociales, como cenar juntos o salir a pasear, nadie puede tener el móvil cerca.
  • Pregunta clave. “Adjudicar una pregunta clave a momentos de ningufoneo, como ¿de verdad no puede esperar?
  • Consecuencias consensuadas. “Pactar una consecuencia (también para adultos) si lo acordado no se cumple”. Así, un ejemplo sería que “si alguien mira el móvil a la hora de la cena, no podrá cogerlo hasta el día siguiente”.

4. Fomentar planes en familia y actividades ajenas a las pantallas. “Es necesario que los adolescentes conecten con su disfrute y atención a través de actividades que les gusten”, entre otros motivos, porque cuando realmente nos olvidamos todos del móvil “es cuando lo estamos pasando bien”.

5. Ser honestos con nuestro adolescente. “Todos sabemos que es más sencillo dispersarnos con tanto estímulo, por tanto, ayudará confesar que esto es un reto para todos”. Y esto debe ser la gran pauta para establecer el diálogo.

6. Diálogo. El diálogo es la base de una sana relación familiar y del vínculo padres-hijos. No siempre es fácil dialogar con un adolescente; por eso, una manera de romper el hielo puede ser contar “una experiencia propia en la que no te has sentido escuchado y charlad del tema con naturalidad”, recomienda la experta. “Es bonito compartir cómo nos sentimos en determinadas situaciones e incluso buscar soluciones o alternativas juntos. Y a ellos les encanta sentir que tienen voz”.