Los niños, el trabajo, la casa… a veces nos vemos inmersos en una vorágine de obligaciones (impuestas o autoimpuestas) que parecen llevarnos de un sitio a otro sin rumbo alguno. Como una ola que sigue su curso y acaba chocando contra las rocas. Y eso nos afecta. Nos afecta como individuo, a la relación de pareja, al equilibrio familiar y, en consecuencia, a los hijos. Acabamos perdiendo los nervios, gritando (aun sabiendo que hace daño a los niños), distanciándonos de nuestra pareja… En medio de la tempestad, ¿es posible evitar ese choque? ¿Podemos encontrar el camino cuando estamos perdidos?
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Marta Prada, formadora de familias, guía montessori y creadora del blog Pequefelicidad (@pequefelicidad), acaba de publicar Equilibrio familiar (Oberon), un libro en el que da pautas muy concretas para alcanzar un clima sano y positivo en el hogar. Hemos hablado con ella sobre esa meta, sobre cómo encajar las piezas de un puzle que parecía imposible, pero que en absoluto lo es.
En tu libro dices que “el equilibrio familiar es prácticamente un arte que requiere encajar diferentes piezas visibles e invisibles”. ¿Es posible alcanzar ese equilibrio?
Claro que es posible, de hecho, seguramente en muchos momentos podemos sentirnos así en familia: sentimos que todo fluye, nos sentimos bien. Hemos descansando, estamos de vacaciones, los niños se han despertado de buen humor… Ahí encaja lo visible, sin embargo, lo invisible quizá sigue en desequilibrio y, cuando las circunstancias ya no son tan favorables, es cuando se pone de manifiesto.
La cuestión no es alcanzar ese equilibrio, sino mantenerlo, trabajando de una forma más profunda en nuestro autoconocimiento y crecimiento para que, cuando vengan esos días más complejos, llenos de retos familiares, no acabemos gestionando situaciones personales, laborales y familiares de una forma tóxica y dañina para nosotros y nuestros hijos.
¿Cuáles son las piezas clave de ese puzle?
En mi libro lo explico con un esquema muy esclarecedor. Las piezas fundamentales son tres. En la base estamos nosotros y nuestro equilibrio individual: si yo no me siento bien conmigo, si vivo en la ansiedad o en la queja… Si yo no me relaciono conmigo de forma sana, no voy a poder relacionarme tampoco de forma sana con mi entorno.
En segundo lugar estaría la pareja (u otros convivientes si los hubiese), aprender a conocernos, a comunicar nuestras emociones y necesidades y ser equipo es crucial para vivir un ambiente sano en la familia. Cuando hay tensión continua en la pareja se acaba manifestando en nuestros hijos, que lo exteriorizarán con su comportamiento.
Y en último lugar, el equilibrio global de toda la familia, en el que tenemos que aprender a coordinarnos y a calibrar las necesidades de todos los miembros.
¿Cuánto tiempo podemos tardar en conseguir encajar todas las piezas?
Este tipo de procesos no se pueden acotar en el tiempo. A veces hay que hacer un gran trabajo de autoconocimiento personal para identificar aspectos de tu historia de vida que te han dañado y te siguen dañando a la hora de relacionarte contigo, con tu pareja y con tus hijos, a algunas personas puede tomarles más tiempo y a otras menos.
Cada persona tiene sus tiempos y está bien.¿Cuánto tiempo tardaré en ponerme en forma si me apunto al gimnasio? No podemos precisarlo. Lo que sí sabemos es que no se trata de ir tres meses y te olvidas. Se trata de un trabajo que tienes que mantener para sentirte bien. Con el equilibrio familiar ocurre lo mismo, tienes que trabajar con pico y pala para desaprender patrones e integrar relaciones sanas contigo, con tu pareja y con tus hijos. El equilibrio es algo muy frágil.
¿Cuáles son los primeros pasos para alcanzar el equilibrio como pareja?
En primer lugar, la voluntad de ambas partes por tener equilibrio. Cuando no hay voluntad tenemos un problema, y no en todas las parejas la hay. A veces las parejas se instalan en un lugar en el que no se sienten felices en absoluto, pero se sienten seguras. Los miedos a veces hacen que prefieran que todo siga como está, aunque eso no les haga sentir bien a alguno de los dos. El segundo aspecto y diría que el que más hay que trabajar es la comunicación. Muchos de nosotros no hemos aprendido a comunicar nuestras emociones y necesidades de una forma sana. Las conversaciones incómodas son el día a día de las parejas más sanas y duraderas. Si tú vas a contarle a tu pareja que te estás sintiendo mal y se enfada dejándote de hablar, evitando la conversación o atacándote; hay un problema de comunicación.
¿Pueden los hijos ayudar a crear ese equilibrio familiar? ¿Cuál debería ser su papel al respecto?
Más que los hijos, lo que ayuda a crear ese equilibrio familiar es la conexión y el vínculo que cultivemos nosotros con nuestros hijos. A veces, debido a las rutinas y las obligaciones, acabamos viéndonos en una espiral de ruegos, amenazas, súplicas, castigos, gritos… Y eso acaba interfiriendo en la conexión que tenemos con ellos. La confianza se fragmenta, surgen los desafíos… Y el clima familiar se convierte en un tira y afloja continuo que genera mucho desgaste. Somos nosotros, como adultos, los responsables de cultivar esa conexión. Tenemos que tener claro que para que un niño se porte bien, primero tiene que sentirse bien.
¿Qué importancia tiene el tiempo de ocio para alcanzar ese equilibrio?
Mucha, más que el tiempo de ocio es la forma en que repartimos el tiempo y priorizamos. A veces, cuando tenemos baja autoestima, la podemos manifestar en forma de perfeccionismo: exigirnos continuamente para obtener reconocimiento. Esto se traduce en que aunque llegue un momento en el que podrías dedicártelo a ti, no lo haces porque crees que no puedes parar: “tengo que ordenar el armario, tengo que poner ya la ropa de temporada, debería cambiar hoy las sábanas, debería…” Esos “deberías” hacen que incluso el tiempo de ocio termine agotándonos, porque lo llenamos de exigencia: “debería ir a ver a mis padres el domingo”. Quizá lo que os apetece como familia es descansar en casa ese día y no hacer nada, o salir juntos a la naturaleza… Sin embargo, acabamos llenando el tiempo de ocio de imposiciones no solo para nosotros, también para los niños, que cada vez están más saturados de todo tipo de actividades.
¿El equilibrio familiar siempre lleva implícita la unión de la pareja?
En absoluto, es más, el equilibrio familiar en ocasiones puede significar tomar la decisión de separarnos como pareja. A veces las parejas pueden llegar a un punto “de no retorno” en el que lo más sano para todos los miembros de la familia es tomar caminos separados. Hay incontables modelos de familia, y cada familia tiene que aprender a jugar con las cartas que tiene en la mano para crear su propio equilibrio familiar.
¿Cómo afecta la falta de equilibrio familiar a los niños?
Los niños proyectan lo que viven en el hogar. Cuando viven desequilibrio proyectarán ira, frustración, falta de autocontrol, de concentración, apatía, mentiras, miedos… Cuando los niños viven armonía, amor, seguridad y estabilidad, proyectarán seguridad, confianza, amor, espontaneidad, frescura…
¿Se notan cambios en ellos cuando se consigue ‘reequilibrar’ la familia?
Es brutal cómo se manifiestan los cambios en los niños cuando todo a su alrededor se asienta. Es algo casi inmediato, porque su cerebro tiene una gran plasticidad para poder aprender adaptarse a su medio. Si su entorno es tóxico el niño, levanta los mecanismos de defensa que cree más adecuados para adaptarse. Sin embargo, cuando tiene alrededor un entorno sano, esas barreras se derrumban y vemos la esencia del niño: es capaz de conectar mejor consigo mismo y con las personas que le rodean. Es uno de los aspectos más bonitos de mi trabajo, escuchar a las familias contar los cambios que notan en sus hijos, a través del trabajo que hacemos en lo viven y lo que tienen alrededor.
¿Podemos buscar el equilibrio familiar solos o siempre es necesario contar con ayuda?
Pedir ayuda es muy sano, y para muchas familias sí será imprescindible tener al menos algo de guía. Durante mucho tiempo ha estado muy estigmatizado y creo que es muy necesario visibilizar que pedir ayuda no te hace peor familia, no te hace más débil… Todo lo contrario. Mi libro Equilibrio familiar está pensado para guiar a las familias en este camino. No solo es un libro, también es un cuaderno de trabajo, donde escribir les ayudará tanto como leer. Ningún libro sustituye a una terapia, pero sin duda va a ser una gran ayuda para hacer click, conocerte mejor, entender mejor a tu familia y empezar de verdad a hacer un cambio transformador.