El acoso escolar tiene muchos frentes, pero uno de los más fuertes se produce cuando los acosados pertenecen al colectivo LGTBI (lesbianas, gays, transexuales y transgénero e intersexuales). Así, según datos de GINSO (Asociación para la Gestión de la Integración Social), este colectivo es el que con más frecuencia es blanco del bullying.
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“Nadie admite que es homófobo, pero los hay a todas las edades, incluyendo la infancia y la adolescencia. Los menores que discriminan a otros por su identidad u orientación sexual lo hacen por el miedo a lo íntimo y desde el odio a lo diferente”, explica Javier Urra, director clínico de Recurra-GINSO.
¿Qué sucede cuando un menor es víctima de homofobia? ¿De qué manera influye en su salud mental a corto y largo plazo?
Aislamiento, depresión y mayores tasas de suicidio
Como sucede con cualquier tipo de discriminación continuada, la homofobia causa en los menores que son víctimas de ella sentimientos y emociones muy intensos y extremos. Así, “el bullying prolongado puede provocar el aislamiento social y llevarlos a considerar el suicidio”, advierten desde Ginso. De hecho, según los expertos, las tasas de suicidio son muy altas en este colectivo, “llegando a multiplicar por ocho su riesgo en el caso de las personas transgénero”.
En el niño o el adolescente que vive la homofobia en primera persona se desencadenan una cascada de problemas de salud mental. Así, tal como detalla Javier Urra, origina “desesperanza, depresión, ansiedad, miedos inespecíficos, problemas de sueño e incluso conductas obsesivas y pensamientos intrusivos”.
Cuando las circunstancias se desbordan o son muy continuadas y el menor no recibe ayuda de ningún ámbito puede llegar a escenarios de difícil retorno. “El sentimiento de desesperanza y la falta de apoyo pueden llevar a estos jóvenes a situaciones extremas”, advierte. De este modo, como comenta el especialista, “algunas víctimas de la homofobia recurren al consumo de drogas o alcohol, usándolos como una forma de escape frente a las dificultades”.
La importancia de la familia y el centro escolar
La discriminación hacia los niños y jóvenes que pertenecen al colectivo LGTBI puede darse en muchos entornos sociales, incluyendo el educativo. También en la propia familia o entre los amigos, lo que genera soledad, desolación, interrogantes, incomprensión y profunda tristeza, “pudiendo alentar los pensamientos suicidas en el adolescente”, como ya ha quedado resaltado.
Qué hacer desde la familia
Para los expertos de Ginso, la familia y el entorno cercano juegan un papel crucial a la hora de que el menor pueda salir lo menos dañado posible de la experiencia de la homofobia. Se trata de un niño o de un adolescente que va a precisar apoyo psicológico. “Es imprescindible ayudar a estos jóvenes a lidiar con los escenarios a los que se enfrentan en el día a día mediante la asertividad y la empatía”, destacan.
Así, en la familia es muy importante saber crear un ambiente donde el menor se sienta lo más cómodo y seguro posible. Es fundamental que el niño o el adolescente pueda desarrollarse tanto individual como socialmente y que no haya diferencias o un trato discriminatorio con respecto a otros miembros de la familia.
“El apoyo de la familia al menor es imprescindible. Los padres deben transmitir amor y seguridad a sus hijos y acompañarlos en sus decisiones”, explica Javier Urra.
La intervención del centro escolar
La discriminación hacia los menores homosexuales, transexuales y bisexuales también se produce en el marco del entorno educativo. Es un lugar donde el menor pasa la mayor parte de la jornada, por lo que, si no se siente seguro, los daños pueden ser grandes.
Precisamente por ser un marco habitual de convivencia, los expertos insisten en que el colegio debería ser un lugar idóneo para fomentar el respeto, la tolerancia y la igualdad. Es en los centros escolares donde los niños interactúan a diario con sus iguales y donde pueden forjar relaciones de respeto hacia los que no son como ellos.
“Aunque prevenir el acoso escolar por orientación e identidad sexual sigue siendo una tarea pendiente en la mayoría de los centros educativos, los profesionales de la salud y de la educación debemos enseñar valores igualitarios y esforzarnos por evitar la diferenciación y la discriminación, explicando a los jóvenes que lo distinto enriquece y que los seres humanos no somos clónicos”, destaca Javier Urra.