Cuando el bebé comienza a caminar puede poner los pies en posiciones que no parecen ‘adecuadas’ a los padres y que generan intranquilidad. Afortunadamente, en la mayoría de los casos, todo es normal y se resuelve por sí mismo, aunque en otros sí habrá que intervenir con el tiempo.
El Dr. Héctor Almeida Merino, especialista del Centro Traumatología Infantil Canarias (@traumatologiainfantilcanarias, en Instagram), nos da todos los datos acerca de la marcha hacia adentro y hacia afuera en bebés y niños.
¿Qué pasa si anda con los pies hacia afuera?
Cuando el bebé empieza a caminar y da sus primeros pasos se siente inseguro, por eso suele adoptar una posición que le permite “aumentar la base de sustentación y mejorar el equilibrio”, comenta el experto. Por eso abre los pies hacia afuera y los separa; de esta manera su centro de gravedad se amplía y esto le da más confianza.
Es algo que no tiene importancia. “A medida que maduran y van cogiendo soltura y equilibrio, también se va mejorando el patrón de marcha”, tranquiliza el Dr. Almeida.
La marcha con los pies hacia dentro
Es frecuente que durante la infancia los niños caminen con los pies hacia adentro (intoening, en términos médicos). No obstante, el traumatólogo debe hacer una exploración para determinar cuál es la causa:
Metatarso adducto
Es una deformidad del pie que hace que en vez de ser recto tenga forma curva (similar a un plátano). “Normalmente, los bebés nacen con esa patología y suele resolverse en los primeros años de vida con tratamiento conservador”, explica el traumatólogo. Esto significa que se suele resolver por sí mismo, aunque en ocasiones no es así y si el pie causa dolor u otro tipo de problema se recurre a la cirugía.
Torsión tibial interna
Sucede cuando la tibia está rotada hacia adentro. “Por suerte, con el crecimiento tiende a ir mejorando y se resuelve de forma espontánea”, aclara.
Anteversión femoral
Ocurre en niños con mucha laxitud en las articulaciones. “En este caso, la causa se encuentra en el fémur proximal; los niños adoptan la clásica posición en W al sentarse en el suelo”, detalla el experto de www.traumatologiainfantilcanarias.com. Aunque hace años se usaban aparatos ortopédicos para mejorar el cuadro se ha visto que esa torsión tiende a mejorar a medida que el niño va creciendo, por lo que se deja que evolucione. Eso sí, en el caso de que se asocie a un pie plano valgo y esté acompañado de un acortamiento de gemelos, habría que vigilarlo y tratarlo.
¿Qué señales de alarma se deben observar?
Cuando el niño camina con los pies hacia adentro o hacia afuera, pero lo hace de forma simétrica (en los dos pies), habitualmente el crecimiento tiende a mejorar la situación y no hay que hacer nada, salvo observar la evolución.
No obstante, ante la presencia de asimetrías de dichas torsiones, hay que estar atentos, especialmente a la cadera, para descartar una posible displasia del desarrollo de la cadera o alguna enfermedad como la de Perthes o “buscar otra causa a otro nivel”, apunta el traumatólogo.
Si el niño rota ambos pies hacia adentro o hacia afuera una vez completado el crecimiento, habrá que tratarlo activamente cuando esto provoque una alteración significativa en el patrón de marcha, ocasionándole dolor o alguna otra molestia, como inestabilidad en la rótula, o cojera.
¿Qué sucede si camina de puntillas?
Los niños pueden caminar de puntillas en los primeros años de vida, especialmente cuando están viviendo un acontecimiento emocionante y están excitados. Pero esto no debería prolongarse más allá de los tres años de vida. Si es así, habría que evaluar al menor para conocer la causa. Puede haber muchas, y algunas tienen que ver con el desarrollo cognitivo del niño.
Como tratamiento se suele recomendar hacer estiramientos en el tendón de Aquiles, “tanto en casa como con un fisioterapeuta, y si con estas medidas no mejora, cuando son más mayores (6-8 años), se puede realizar infiltración con toxina botulínica y yesos seriados”, detalla el Dr. Héctor Almeida.
Si no hubiera mejora, más adelante se podría recurrir a una cirugía para alargar el tendón de Aquiles. “La marcha de puntillas y el acortamiento del tendón de Aquiles que conlleva debemos tratarlo desde un inicio porque en la adolescencia y en la edad adulta se asocia a aumento de entesopatías del tendón de Aquiles, fascitis plantar y metatarsalgias”, advierte el especialista.