Menores de edad que han sido víctimas de malos tratos, que proceden de un centro tutelado o que pertenecen a familias con realidades complicadas. Ya sea por un motivo o por otro, son cientos los niños que no tienen a ningún familiar junto a ellos cuando ingresan en un hospital en España. Mientras están hospitalizados, los voluntarios de la ONG Mamás en Acción hacen una labor admirable, acompañándoles, estando a su lado cuando no hay nadie más, pero... ¿y después? ¿Qué ocurre con ellos? La mayoría se ven abocados a acudir a un centro tutelado. Por eso, Majo Gimeno, CEO y fundadora de Mamás en Acción, hace un llamamiento para que aquellas familias que puedan, se decidan a acoger a estos pequeños que no tienen a nadie. Hemos hablado con ella para saber más acerca del proceso de acogimiento familiar de estos menores y de cuál es su situación.
¿Es complicado el procedimiento para acoger a niños que están o han estado hospitalizados?
El acogimiento familiar lo lleva únicamente la Administración; desde Mamás en Acción solo podemos difundirlo, impulsarlo, inspirar a la gente, invitarla a hacerlo. Pero cuando llegan a la administración y hacen la solicitud, no es difícil; el problema es que es lento. Pueden estar un año o un año y medio esperando que sus trámites se resuelvan o, cuando ya han terminado los trámites, además, un año más hasta que les vuelven a llamar. Y ese tiempo es un tiempo perdido; el niño va creciendo y va perdiendo oportunidades de ser acogible porque es cierto que las familias tienen barreras, es normal. No es lo mismo acoger a un bebé o a un niño de 2, 3 ó 4 años, al que tú vas a criar o tú vas a educar, que a un niño de 10, de 13, de 12, con problemas de conducta por falta absoluta de amor, por una carencia tremenda de cariño. Pero claro, es entendible que las familias tengan miedo a asumir esos retos. Por eso es tan urgente que los procesos se acorten, para que los que todavía son pequeños no tengan que llegar a esas edades, perdiendo posibilidades de acogimiento.
¿Hay muchos bebés hospitalizados y sin nadie junto a ellos?
Sí, muchos. De hecho, te puedo pasar el dato porque es público, aparece en el Boletín de Protección de la Infancia del Ministerio [son más de 700 los niños y niñas menores de 3 años en un centro de acogida]. Y es muy llamativo porque es ilegal que un menor de 0 a 6 años crezca en un centro. Y los centros están llenos. Es grave porque hablamos de niños, no de expedientes y, esto es mi opinión, pero nadie tenemos derecho a ser padres; sin embargo, sí todos los niños en este mundo tienen derecho a tener unos padres. Y ahí es donde creo que la Administración tiene que ser rápida por el bien de los niños, porque la ley de la protección de la infancia debe proteger a la infancia, no tenerla esperando un recurso. Esta es nuestra lucha.
Porque, una vez que les conoces, ¿cómo no vas a pelear por ellos? Si les estás acompañando, te cuentan su vida, su sufrimiento… Los ves con depresiones profundas, ¿cómo no vas luego a pelear por ellos si nadie lo hace? Ellos no tienen a nadie que alce la voz por ellos. Por ejemplo, otros niños con patologías, niños con cáncer (ojalá no hubiera nunca niños con cáncer), tienen a sus padres reivindicando. Nosotros nos unimos a todo pero ¿y estos niños? ¿Quién pelea por ellos? Hay también niños con cardiopatías… Nosotros los acompañamos a todos porque los niños son niños, y lo mismo tienen una apendicitis que una leucemia. Y salen solos del hospital.
¿Acompañáis también a niños más mayores y a adolescentes?
Acompañamos niños de hasta los 18 años en el hospital. Casi siempre ingresan por patologías mentales. Entran en depresiones profundas, internan y nos llaman desde el hospital para acompañarlos. Claro, a veces nos encontramos con comportamientos retadores. En ocasiones, nos encontramos con chicos que se tapan la cara con la sábana y nos dicen “¿quién eres?”, “si tú no me conoces, ¿para qué has venido?”.
Es una pasada cuando permaneces con ellos con cariño, con respeto, y cuando les dan el alta y dices “bueno, a ver, ¿me llevo todo? El bolso, el libro…” Y contestan: “No, te falta mi abrazo”. Cuando vemos esas cosas, tenemos más claro aún que teníamos que estar aquí.
Después de haber acompañado a estos niños en el hospital, ¿seguís en contacto con ellos?
No, nosotros tenemos que aprender a dejar ir porque si no no habría un siguiente niño. Si tú no puedes cortar el cordón umbilical con él cuando ves el alta y te retiras sabiendo que estás haciendo lo que está en nuestra mano, que es acompañarle cuando está enfermo… Luego, deseamos y trabajamos para que al alta tenga un futuro mejor que el que tenía antes, pero no podemos intervenir. Ahí manda la administración, de modo que nos retiramos y confiamos en que tendrá una vida mejor.
Algunos, cuando se hacen mayores de edad, nos escriben correos y nos dicen “me acompañasteis hace cuatro años, hace dos, hace siete…” Nos da una alegría tremenda. Contestamos a los correos y con algunos tenemos relación, nos cuentan cómo les va... Hace mucha ilusión saber que siguen ahí, saber que se acuerdan. No te piden nada, pero a veces te das cuenta de que lo que están buscando es el contacto y de que hacemos con ellos lo mismo que hacíamos en el hospital de otra manera, porque lo que buscan es apego.
Algunos voluntarios de Mamás en Acción han acogido familiarmente a algunos de los niños que han acompañado en el hospital. ¿Algunos de ellos también los han adoptado después?
Sí, pero es importante subrayar que el acogimiento no es un puente a la adopción, porque no siempre acaba en adopción. Se han dado situaciones, pero no es lo normal.
Son niños que, una vez que reciben el alta, ¿dónde van? Depende de si tiene secuelas, si no tiene secuelas, si va a tener necesidades especiales… Por ejemplo, aquí tenemos el caso de un niño que, como secuela, tiene epilepsia; no todo el mundo se lleva a un niño epiléptico a su casa. El acogimiento y la adopción en estos casos va más rápido.