Robert de Niro se acaba de convertir en padre por séptima vez a sus 79 años. Lo anunciaba él mismo en el programa de la televisión canadiense Entertainment Tonight Canadá, al que acudía para promocionar su última película, About My Father. En la esfera pública no se sabía que estaba esperando un hijo y, de hecho, la noticia pillaba por sorpresa al propio presentador, que le preguntaba por su faceta como padre a raíz del argumento de la película y, en un momento determinado, le preguntó por sus ‘seis hijos’. Fue entonces cuando el actor le corrigió para comunicar que es padre de siete porque acababa de tener un bebé.
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Al pequeño o a la pequeña (no sabemos si es niño o niña) le separan 52 años de su hermana mayor, Drena. Además tiene ya sobrinos, puesto que su padre es abuelo desde hace tiempo. De Niro no es la única figura internacional que se ha convertido en padre de nuevo tras ser abuelo; otros rostros conocidos como Mick Jagger o el ya fallecido Anthony Quinn le han precedido en esta decisión de ampliar la familia. De hecho, Jagger, aunque era algo más joven (tenía 73 años cuando nació su también séptimo hijo) ya era bisabuelo. Quinn era incluso mayor de De Niro cuando vino al mundo su duodécimo hijo.
Independientemente de las consideraciones que un hombre o una pareja puedan dilucidar a la hora de tener un hijo cuando uno de los dos ha superado cierta edad, ¿existen riesgos, desde el punto de vista médico, para los niños de padres mayores? Sí, sí los hay, especialmente “a medida que avanza la edad, por encima ya de los 55 o de los 60 años”, advierte la Dra. Isabel Vielsa, directora médica de Clínicas Eva. Hay una mayor probabilidad de que el niño tenga trastorno del espectro autista y “también hay estudios que hablan de algún riesgo un poco más alto de esquizofrenia, así como de otras alteraciones cognitivas”.
La doctora indica que “hay estudios que hablan de mayor dificultad para la concentración, problemas de memoria o de aprendizaje en niños nacidos de estos varones”. Si bien es cierto que “la frecuencia de aparición no es muy alta”, sí se dan estos casos en los que se ve una correlación directa con la edad del padre y que se trata de “algo que es más frecuente a partir de cierta edad”.
La ciencia ofrece, hoy en día, la oportunidad de evitar esos riesgos y lo hace a través de un procedimiento tan sencillo como la congelación de semen a edades más tempranas. Sería el procedimiento ideal “porque reduce el riesgo de estas patologías”. En este sentido, los gametos de un hombre de unos 30 años serán de mucha mayor calidad que los de uno de 55 o de 60.
En qué consiste el proceso de congelación de semen
La congelación de semen es un proceso sencillo e indoloro que consiste en extraer una muestra de semen para su criogenización. Antes de inciar el proceso propiamente dicho, el primer paso será analizar la muestra con el objetivo de descartar que no porta ningún tipo de enfermedad de transmisión sexual, entre otras muchas cosas. Una vez que en laboratorio se ha comprobado que la muestra está en óptimas condiciones, se procede a introducirla en un tanque de nitrógeno líquido a -196º.
Una de las grandes ventajas que aporta este método es que no caduca y que se puede utilizar, por tanto, en cualquier momento de la vida del progenitor. Cuando el hombre decida que ha llegado la ocasión oportuna para recurrir a esa muestra, el primer paso sería descongelarla, lo que se llevaría a cabo “siguiendo un estricto procedimiento que garantice las condiciones en las que fue congelado, evitando su exposición a la luz solar y su contacto con otras sustancias”.
Una vez que se ha descongelado, el siguiente paso será introducir la muestra en el útero de la futura madre, lo que se podrá hacer bien mediante fecundación in vitro o bien mediante inseminación artificial, aunque siempre habrá que tener en cuenta que el método más eficaz es el primero.
Cada vez es más habitual oír hablar de vitrificación de óvulos, una técnica a la que se someten cada vez más mujeres para evitar sentir la presión del reloj biológico (tan propia del estilo de vida de la sociedad actual), pero la congelación de semen también es una gran alternativa porque, aunque los hombres puedan fecundar a edades tan avanzadas como pasados los 70 o incluso los 80 años, puede ser más difícil lograr el embarazo deseado, además de los riesgos implícitos que conlleva para el bebé.