Las fábulas, esas extraordinarias y peculiares historias que lleva fascinando a niños (y a adultos) de todas las edades desde hace siglos. Comenzaron a transmitirse de padres a hijos y de abuelos a nietos mucho antes de que se instaurase la escritura y, una vez alcanzado el hito del lenguaje escrito, han sido muchos los autores clásicos que se han rendido a los pies de este género literario: desde grandes figuras de la Antigüedad griega, como Hesíodo y Esopo, a uno de los grandes genios de la historia como Leonardo da Vinci.
Y no es para menos. Las fábulas son historias muy amenas, a menudo protagonizadas por animales que se comportan como personas, y siempre entrañan un mensaje ético o aleccionador, conocido como moraleja. Casi siempre versan sobre vicios o defectos humanos (arrogancia, pereza, mentira…) con el objetivo de hacer entender las consecuencias nefastas que pueden conllevar.
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En contraposición a ellos, las virtudes (paciencia, constancia, verdad…). Estas siempre triunfan, demostrando que es a ellas a las que todo individuo debe tender. Con todo esto, ya parece evidente que puede ser muy útil leer fábulas a los niños, pero desgranamos uno a uno todos los beneficios que les puede aportar:
1. Lección de vida
Ya sabemos que toda fábula termina con una moraleja, una enseñanza vital para ayudar a quien la lee o escucha a tomar decisiones acertadas. Incita a la prudencia a través del ejemplo. Un claro ejemplo de ello es la fábula de ‘La liebre y la tortuga’, de Esopo, en la que la tortuga consigue ganar a la liebre en una carrera por no desfallecer y por continuar esforzándose hasta el último momento a pesar de las dificultades a pesar de las dificultades , mientras que la liebre estaba tan confiada que no tenía inconveniente a pararse a descansar, menospreciando la capacidad de su rival.
2. Aprenden valores
‘Moraleja’ deriva de la palabra ‘moral’ y es eso fundamentalmente lo que las fábulas intentan transmitir: moral, valores. De este modo, son una grandísima ayuda para que los pequeños lectores y prelectores vayan aprendiendo a diferenciar lo bueno de lo malo, lo correcto de lo no tan correcto.
3. Cultivan la empatía
Relacionado con el punto anterior, viene la empatía. Al aprender valores, al comprobar cómo pueden llegar a sentirse los personajes de estas historias, van asimilando también cómo ser más empáticos, la importancia de ponerse en el lugar de otro. Un gran ejemplo de ello es la fábula de ‘La hormiga y la cigarra’, también atribuida a Esopo.
En ella, la cigarra se ríe del trabajo sin descanso de las hormigas mientras ella se pasa todo el verano cantando y disfrutando; cuando llega el invierno, la cigarra no tiene provisiones y la hormiga, enfadada, decide no ayudarla. Además de hablar del valor de la previsión y, al igual que en la de ‘La liebre y la tortuga’ del esfuerzo, ayuda a los niños a ponerse en lugar de otros: primero, de la hormiga, al entender cómo podía sentirse cuando se reían de ella; y segundo, de la cigarra, al ver su arrepentimiento tras darse cuenta de su error.
4. Les ayuda a reflexionar
Los mensajes tan importantes que transmite toda fábula incitan por sí mismos a reflexionar. Aun así, es conveniente hacer preguntas a nuestros hijos en torno a la historia que acaban de leer o de escuchar para fomentar el pensamiento crítico. Por ejemplo, se les puede preguntar directamente qué es lo que han aprendido, cómo creen que deberían haber actuado cada uno de los personajes o qué hubieran hecho ellos si estuvieran en su lugar. Les ayudará enormemente a ser más reflexivos, a recapacitar acerca de sus propias acciones en el día a día.
Precisamente por lo cortas y sencillas que son, es posible que tu hijo de corta edad te sorprenda un día contándote a ti la fábula. Si no lo hace, puedes motivarlo tú a que lo haga, preguntándole si se acuerda, ya sea de la historia completa o de determinadas situaciones de la misma. Esto le servirá además para expresarse mejor y para aprender a contar cuentos.
7. Estimulan su imaginación
Se trata de historias tan sorprendentes, muchas de ellas protagonizadas por animales, que la lectura continuada de este tipo de historias será un gran incentivo para dejar volar su imaginación. Unos lo demostrarán contando sus propias historias, otros recreando la que ya se saben disfrazándose o representando escenas y otros, lo harán mediante dibujos o (los más mayores) incluso escribiendo. Sea de la forma que sea, es uno de los grandes alicientes para fomentar su creatividad.
8. Favorecen el gusto por la lectura
Las fábulas, como los cuentos en general, son una fantástica herramienta para intentar despertar en los niños el interés por la lectura. Las fábulas, en concreto, por todo lo que las caracteriza (son cortas y sencillas), les resultan especialmente atractivas.
9. Adquieren cultura
Las fábulas, sobre todo las escritas por autores clásicos como el ya mencionado Esopo, forman parte del imaginario colectivo. De ellas han surgido tanto refranes populares como grandes obras de arte. Conocer estas peculiares historietas es también cultura. Proporcionará a tus hijos un conocimiento muy valioso que no suele transmitirse en la escuela.