Es en las madres en quienes ha recaído, tradicionalmente, toda la responsabilidad de la crianza en Japón. Hasta que sus hijos cumplen los 3 años de edad, son ellas quienes los cuidan a tiempo completo, lo que implica tener que relegar su vida profesional (por mucho que las medidas de conciliación en el país sean de las más avanzadas del mundo). Ya sabemos que en el país del sol naciente el peso de la tradición es enorme, por lo que modificar un estilo de vida tan arraigado no es tarea fácil.
Por eso surgió la figura del ikumen, la del padre entregado a la crianza de sus hijos. Y fueron los hombres quienes la idearon y quienes acuñaron el término en el año 2006. Unos cuantos padres de familia decidieron que esto debía cambiar, que también ellos querían dedicarse a cuidar de sus hijos y estrechar lazos familiares. Llegaron mucho más lejos de lo que seguramente ellos mismos imaginaron.
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1. Participación activa en la crianza
Un grupo de padres japoneses implicados en la crianza de sus hijos decidieron unir fuerzas para promover precisamente eso, que los padres de familia en su país participasen más de criar a los niños. A finales de 2006 formaron el que llamaron Ikumen Club a tal fin. El nombre del club no lo eligieron al azar, sino que buscaron un término cargado de significado; así, acuñaron Ikumen, término con una clara referencia a una palabra nipona ya existente, ikemen, que significa ‘hombre atractivo’. El significado literal de ikumen es hombres criadores.
2. Cocina y tareas domésticas
En el propio club enseñaban a sus integrantes tareas asociadas tradicionalmente a las mujeres, como cocinar o la limpieza del hogar. También, otras relacionadas directamente con la crianza de los hijos y, de manera más específica, casi a cómo relacionarse con ellos, puesto que entre los aprendizajes de estos revolucionarios padres se encontraban diferentes estrategias para entretener a los niños, así como lecturas recomendadas de libros.
3. Disfrutan criando a sus hijos
La clave del ikumen es que disfruta de la crianza de sus hijos, que adquieren de este modo un papel mucho más importante en la vida de su padre, donde hasta entonces el auténtico protagonista era el trabajo y el éxito profesional.
4. Establecen lazos afectivos con ellos más potentes
Al pasar más tiempo de calidad con sus hijos, se establece un vínculo más estrecho con ellos. Esto hace a los niños emocionalmente más fuertes, al tiempo que confiere sentido al papel del padre dentro de la familia.
5. Baja de paternidad
Unido a la irrupción del ikumen en la sociedad japonesa, se promulgó una nueva legislación en el año 2010 que obligaba a las empresas a conceder a sus trabajadores, tanto a mujeres como a hombres, la posibilidad de acogerse a una excedencia de doce meses con una parte de su sueldo para cuidado de los hijos, además de otras medidas de conciliación, como ni unas ni otros podían trabajar horas extra ni tener jornadas superiores a las seis horas si tenían a su cargo niños pequeños. La idea era, por un lado, favorecer el desarrollo profesional de la mujer, que quedaba completamente relegada al convertirse en madres, y por otro, tomar medidas ante el descenso demográfico (cada vez más mujeres rechazan renunciar a su carrera por la maternidad).
6. Mayor felicidad en todos los miembros de la familia
La consecuencia directa de todos los puntos anteriores es que todos en la familia se sienten más felices y tienen un mayor bienestar emocional. Hijos y padres porque pueden disfrutar los unos de los otros y las madres porque, por un lado, deja de recaer en ellas el cien por cien del peso de la educación de los niños. Pero además, porque la visión de la paternidad del ikumen también la incluye a ella, puesto que son hombres entregados a su pareja.
7. Sinónimo de madurez y modernidad
La figura del ikumen se presentó a la sociedad japonesa como la del hombre que había encontrado el verdadero sentido de su vida y que había alcanzado la madurez personal deseable. Era símbolo, por tanto, de modernidad. La consecuencia directa redunda en un crecimiento no solo a nivel personal o familiar, sino también social.
8. Hombres atractivos
El ikumen se convirtió en poco tiempo en un auténtico ideal al que aspirar. Fue tal la acogida social que los medios de comunicación (con cine y series de ficción incluidas) lo presentaban como el hombre perfecto en todos los sentidos, también en el físico: eran hombres atractivos que proyectaban seguridad en sí mismos y felicidad.
9. La realidad
La realidad, sin embargo, es bien diferente. Aunque sigue siendo un ideal que promueven las propias autoridades niponas, un cambio social tan radical conlleva mucho tiempo; por lo general, deben pasar varias generaciones. Las barreras profesionales que ya sufrían las mujeres las padecen los ikumen o temen padecerlas muchos de los hombres que forman una familia; así, por muchas medidas de conciliación que haya, el cambio tiene que calar más hondo para que sea efectivo.
Sin embargo, el ikumen ha llegado para quedarse y, si bien son una minoría los que, por ejemplo, se acogen la excedencia retribuida, cada vez hay más hombres que lo hacen y, sobre todo, cada vez los padres están verdaderamente más implicados en la crianza de sus hijos.