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Salud

Anemia en niños: cómo detectarla para poder tratarla lo antes posible

Algunos tipos de anemia no presentan síntomas o, cuando lo hacen, ya está avanzada


26 de abril de 2023 - 13:55 CEST

La anemia en el niño la podemos definir como la situación clínica en la cual las células rojas de la sangre, los hematíes, están por debajo de las cifras normales para la edad del niño e igualmente cuando la hemoglobina, que es una hemoproteina de los hematíes, tiene cifras por debajo de lo normal.

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El síntoma clínico más llamativo para sospechar que un niño padece una anemia es la palidez de la piel y las mucosas, lo que no quiere decir que todo niño pálido esté anémico, pues existen muchas otras situaciones en que la palidez persistente o pasajera pueda tener un origen vascular, nervioso, metabólico o emocional. En realidad, la anemia, en muchos casos, no es en sí misma una enfermedad, si no la consecuencia o manifestación de algún otro proceso patológico primario y una complicación frecuente que agrava muchos otros procesos orgánicos.

Las causas por las que un niño puede padecer una anemia son múltiples y tienen diferentes orígenes. En primer lugar, las enfermedades propias de la sangre, tales como las anemias hemolíticas, las anemias aplasicas, las pancitopenias, y las anemias hereditarias. Las anemias por sangrado agudo o crónico, las anemias por malabsorción intestinal, las anemias por infecciones y por muchas otras causas.

En esta ocasión nos ajustaremos a las dos anemias más frecuentes que padecen los niños y que afortunadamente son las más benignas y las que tienen mejor pronóstico: la anemia fisiológica del lactante y la anemia ferropénica.

Síntomas de anemia en los niños

Recordaros que muchas anemias no dan lugar a síntomas clínicos, sobre todo, al principio, cuando estas son leves o muy leves. En ocasiones, los síntomas no aparecen hasta que están muy avanzadas, pues los niños toleran muy bien la anemia, especialmente si es de evolución crónica. Los síntomas son los siguientes:

  • Palidez de piel y mucosas.
  • Debilidad, falta de vitalidad, apatía, tristeza, disminución del apetito.
  • Fatiga, taquicardia, frialdad de las extremidades.

En el lactante de tres meses las cifras de hemoglobina por debajo de 10 grs por dl y el hematocrito por debajo de 31% son indicadores de anemia. En un niño de 7 años cifras por debajo de 11 grs/dl de hemoglobina y de 34% de hematocrito, son indicadores de anemia.

Anemia fisiológica del lactante

La anemia fisiológica del lactante es una anemia de carácter leve que se presenta en algunos lactantes entre el tercer y cuarto mes de vida, debida a diversos factores que se suman y que se presentan frecuentemente en niños sanos. Tiene su origen en:

  • Vida media más corta de los hematíes fetales. (90 días)
  • Inmadurez de la médula ósea del bebe para fabricar hematíes
  • Depósitos de hierro bajos o inexistentes
  • Exceso de hemoglobina fetal y lentitud en fabricar nueva hemoglobina
  • Alimentación láctea exclusiva con bajo aporte de hierro

Esta anemia suele ser asintomática, pero puede agravarse si el bebé tiene infecciones u otros factores que la potencien. En principio, si no hay incidencias, no precisa de tratamiento médico.

Anemia Ferropénica

Es la anemia más frecuente en la infancia. Desde la lactancia hasta la adolescencia, en todas las edades infantiles puede presentarse, pues tiene su origen en la falta de hierro en el organismo como consecuencia, casi siempre, por dietas alimenticias pobres en hierro.

Los síntomas son los clásicos de las anemias, con palidez de piel y mucosas, debilidad, apatía, fatiga, falta de apetito, taquicardia y frialdad de extremidades. A estos síntomas se suman a veces alteraciones neurológicas por la escasez del hierro en el organismo.

El diagnóstico de la anemia ferropénica se realiza con la valoración del paciente por el pediatra y sobre todo a través de los análisis de sangre, al encontrar una anemia microcítica e hipocrómica (hematíes pequeños y con escasa hemoglobina) con niveles séricos bajos de ferritina y transferrina, que son proteínas que intervienen en el transporte y en los depósitos de hierro. El hematocrito está disminuido y hay pocos reticulocitos.

¿Cómo se trata? 

Para tratar la anemia por deficiencia de hierro, el pediatra controlará el problema o la enfermedad causante en el paciente y modificará la dieta alimenticia, aumentando la ingesta de alimentos ricos en hierro, como la administración de leches de fórmula con suplementos de hierro en los lactantes, o de carne, hígado, pescados, yema de huevo, frutos secos, algas marinas y lentejas en los niños mayorcitos y en niñas adolescentes.

La ferroterapia oral se realizará con suplementos farmacológicos a base de gotas, jarabes o comprimidos que contengan sulfato ferroso en cantidad de 2-6 mgrs de hierro por Kg/dia. Esta terapia deberá mantenerse de tres a cinco meses.