Está volcada en su familia y en los proyectos profesionales que está desarrollando junto a su marido, Emiliano, con quien ha sido mamá de Juana. Carola y su pequeña, una soleada tarde de primavera, nos descubren cómo son las habita-ciones de las hermanas Suárez Baleztena antes de que las mayores lleguen del “cole”. Y con Carola hablamos de su nueva maternidad y el dulce momento que está viviendo.
-Tuviste muy seguidas a tus hijas mayores y, después, llegó Juana, ¿la ilusión es la misma?
-Mis tres embarazos han sido muy diferentes. Los primeros los tuve sin pensar mucho, era joven y con ganas de ser madre. El de Juana fui consciente de la responsabilidad que venía, con más miedos y con una determinada distancia, después de haber perdido a Lola.
-¿Cómo ha sido esta maternidad?
-Ser madre de nuevo con una diferencia de nueve años es heavy, ves todo de otra manera. En algunas cosas eres más relajada, pero mucho más miedosa en otras, como cuando se pone mala: nunca había estado tanto en el pediatra como con Juana. Ella es una niña muy especial, nace en una familia singular, pero muy consolidada. Tiene cuatro hermanos y esto es algo muy importante. Yo soy la sexta de seis y ha marcado mi personalidad. En este sentido, va a ser muy parecida a mí. En el físico tengo la batalla perdida.
“Me gusta darle segunda y tercera vida a las cosas. Las de mis hijas las heredaron mis sobrinas y ahora han vuelto a Juana. Y las guardaré para el próximo bebé que venga… No mío, eso seguro“
-Os mudasteis a esta casa cuando nació Juana. ¿Preparaste su cuarto con tiempo?
-No lo hice con mucho tiempo, encontramos la casa en el último momento y Kiare me hizo el proyecto en tiempo récord. Sí pedí con antelación la cuna y la trona, de Stokke.
-¿Lo has decorado tú?
-¡Sí! Es una decoración muy sencilla, pero acogedora.
-Cuando fuiste madre, ¿recuperaste algún objeto de tu niñez para tus hijas?
-Mío no, pero heredé todo de mis hermanas mayores, que habían tenido hijos antes. Ellas lo guardaron y no dudé en utilizarlo. Me gusta darle segunda y tercera vida a las cosas. Las de mis hijas las heredaron mis sobrinas y ahora han vuelto a Juana. Y las guardaré para el próximo bebé que venga… No mío, eso seguro.
-¿Algún recuerdo especial de tu infancia?
-Tengo muchos con mis hermanos, pero mi mejor recuerdo es mi padre, fue un valiente. Se quedó viudo con seis hijos y todos hemos salido adelante. Siento muchísimo orgullo.
“La mayor recompensa de ser madre es mirar a mi familia cada día y sentir orgullo de lo que hemos creado”
-¿Qué valores te inculcaron tus padres que tratas de transmitir a tus hijas?
-Gratitud, honestidad, humildad, respeto, amor propio, valía por uno mismo, amabilidad, responsabilidad, empatía, bondad, genero-sidad… Nos inculcaron muchos, gracias a Dios, y yo intento hacerlo igual con “mi tropa”.
-¿En qué proyectos profesionales estás ahora y cómo compaginas trabajo y familia?
-Estamos muy volcados con nuestros proyectos Garaje Lola y Ópera Garaje, dos modelos de negocio concebidos por mi marido. El primero es un contenedor cultural donde mostramos arte contemporáneo, alta gastronomía y espectáculos musicales que producimos. Yo me ocupo de dar forma a las ideas de Emiliano y preparo vestuario, maquillaje y peluquería de todos los títulos. Y en Ópera Garage -un formato rompedor que pretende acercar la ópera de repertorio a nuevos públicos- soy la directora de vestuario. Nunca lo había hecho, Emi me sugirió que podría hacerlo y estoy encantada de haber descubierto esta profesión dentro de mí.
-¿Te gustaría recuperar tu faceta de actriz?
-Siempre lo tengo en mente, pero mis circunstancias ahora no son compatibles. Lo bueno de esta profesión es que siempre podré tener un papel, hasta de abuela. Queda mucho tiempo.
-¿Cuál es la mayor recompensa de ser madre?
-Mirar a mi familia cada día y sentir orgullo de lo que hemos creado.