Un niño puede mostrar habilidades o destrezas que se corresponden a edades más avanzadas y hacer a las familias sospechar acerca de una capacidad superior en él o ella, pero no siempre es fácil dar el paso de acudir al departamento de orientación psicopedagógica del colegio o a un centro especializado para pedir que evalúen si tiene o no altas capacidades . Las dudas (y, quizás, la vergüenza) pueden ser motivo de bloqueo en los padres para actuar, lo que puede dar lugar a una detección mucho más tardía de un aspecto fundamental de su hijo por el que, como sabemos, requiere de una atención adecuada.
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Por eso, antes de acudir a un profesional, no son pocos los progenitores que optan por buscar tests de altas capacidades en internet para saber si su hijo posee un cociente intelectual por encima de la media. Los tests que circulan por internet “pueden ser útiles para chequear en un primer momento si los rasgos que estoy observando en mi hijo o en mi alumno pueden encajar en un perfil de alta capacidad, pero no sustituyen a la evaluación con test psicométricos”, nos indica Susana Marcos, psicopedagoga especializada en evaluación de altas capacidades, co-fundadora de Educorienta y profesora en diferentes Másters universitarios (en la Universidad de Nebrija y en la Universitat de Barcelona).
Además, “es muy difícil para una persona de a pie diferenciar qué test son fiables de cuáles no lo son, porque no tiene los conocimientos técnicos necesarios para ello”. A eso se suma que hay que partir de la base que las altas capacidades no se evalúan únicamente con un test de inteligencia, sino con una evaluación mucho más amplia que debería abarcar diferentes áreas.
¿Cómo se evalúa a un niño para saber si tiene altas capacidades?
“El componente esencial de la alta capacidad intelectual es la capacidad intelectual, aunque parezca una perogrullada. Por tanto, lo fundamental es evaluar el área cognitiva”. Sin embargo, si únicamente se prestara atención al área cognitiva, “la evaluación quedaría incompleta, ya que la alta capacidad intelectual es un fenómeno complejo”. Para que una evaluación de altas capacidades sea completa debe incluir las siguientes pruebas:
- Cuestionarios de indicadores de altas capacidades. “Están diseñados para ser contestados por familia, profesores y alumnos”, detalla la psicopedagoga. “Son útiles, porque nos aportan información sobre las características, comportamientos y actitudes del niño o de la niña, pero no son los instrumentos que determinan si un alumno o alumna presenta altas capacidades”. Las que lo hacen son las pruebas psicométricas.
- Pruebas psicométricas. Analizan el área cognitiva, evaluando tanto el coeficiente intelectual propiamente dicho como la capacidad de razonamiento, de comprensión verbal, la velocidad de procesamiento y la memoria de trabajo. Estas pruebas incluyen ejercicios que el niño debe resolver por su cuenta y preguntas que se le hacen de manera oral para que responda.
- Evaluación del área de creatividad. La creatividad se puede medir bien a través de dibujos o bien a través de ilustraciones o imágenes que se le enseñan al niño y en torno a las cuales es él el que debe plantear preguntas.
- Evaluación del área socioemocional. Es fundamental averiguar cómo interacciona el niño en su entorno (familia, colegio, otros niños…) y cómo se encuentra emocionalmente, no solo para favorecer su desarrollo social y emocional, sino también para protegerlo, puesto que es bien sabido que niños con altas capacidades tienen más probabilidades de ser objeto de acoso escolar.
- Evaluación del perfil neuropsicológico. Es muy necesario evaluar “el perfil neuropsicológico o al menos la evaluación de la función ejecutiva” para tener una visión más amplia del desarrollo y las capacidades del niño. “Es importante sobre todo durante la etapa infantil y primaria porque nos da información muy útil sobre posibles disincronías del desarrollo, que son frecuentes durante los procesos de maduración en los niños y niñas con altas capacidades”.
Una disincronía se produce cuando el niño o la niña presenta un desarrollo muy superior al que debería presentar por su edad en un aspecto o área, mientras que otra área permanece en niveles iguales al que le corresponde por su edad. Por ejemplo, algunos niños presentan un nivel de desarrollo menor en psicomotricidad (en destreza física) o incluso en lenguaje (porque, aunque suelen tener un amplio vocabulario, su intelecto llega tan lejos que les puede resultar difícil expresar sus razonamientos). Por otro lado, hay que tener en cuenta que algunos niños presentan también doble excepcionalidad y, además de altas capacidades, pueden tener TDAH o síndrome de Asperger, entre otros trastornos.
¿Las pruebas que evalúan las altas capacidades son infalibles?
“Ningún instrumento de medida es infalible. Ni siquiera un reloj que mide el tiempo, o una báscula que mide la masa, están libres de dar una medida errónea”, advierte Susana Marcos. Buscan ser lo más fiables posible y por eso “los test psicométricos deben someterse a un exahustivo análisis para valorar su grado de fiabilidad y validez”, pero como todo (o casi todo) lo que tiene que ver con la mente humana, estas mediciones no son una ciencia exacta. Este es el motivo por el que “los propios manuales de cada test deben aportar los datos estadísticos sobre los errores en la medida con dicho test”.
Además, “cuando los profesionales pasamos un test de inteligencia, debemos especificar el porcentaje de fiabilidad con el que afirmamos que el resultado se encuentra dentro de un intervalo de puntuaciones. Por ejemplo: Hay una probabilidad del 95% de que el Coeficiente Intelectual (CI) Total de Marta esté situado entre los valores 117 y 129. Es lo que llamamos el intervalo de confianza, y se calcula mediante el error típico de estimación”.
“También es interesante informar de que hay un organismo que evalúa los test editados en España, y los valora siguiendo unos criterios objetivos para darles una puntuación sobre su fiabilidad y validez”. Ese organismo es “la Comisión de Test del Consejo General de la Psicología de España o COP”.