Hoy en día todo ha de ser inmediato, todo urge. Parece que el proceso para obtener un fin carece de importancia y que solo se presta atención a los resultados. Es el día a día en nuestra sociedad, fomentado por las redes sociales, a todos los niveles: a nivel social, a nivel laboral… y a nivel educativo. ¿Cómo podemos inculcar en nuestros hijos la necesidad de esforzarse si parece que todo se obtiene por arte de magia? Ana Roa, licenciada en Ciencias de la Educación y especialista en Psicología, detalla cómo hacerlo en su último libro, Cómo educar en la cultura del esfuerzo (Toromitico, 2023). Hemos hablado con ella sobre todo lo que entraña esta situación y sobre cómo podemos revertirla.
¿Está el esfuerzo en desuso en la crianza? ¿Tienden más los padres de hoy en día a facilitar el camino a sus hijos y a dárselo todo hecho?
Actualmente debido al ritmo frenético, la ansiedad y las prisas del día a día, los padres intentamos compensar cualquier deseo o necesidad de los hijos con cierta desmesura evitándoles cualquier dificultad o contratiempo. El resultado es una percepción errónea del niño, que se cree incapaz de resolver los problemas por sí mismo. Protegiendo en exceso, podemos perjudicar mucho más que beneficiar; debemos tener en cuenta que nuestro hijo o nuestra hija no vive aislado, está en situación de riesgo, expuesto a peligros que debe afrontar y que le servirán de trampolín para seguir evolucionando en su desarrollo personal.
¿Cómo les afecta eso?
Puede desembocar en un comportamiento dependiente, introvertido, sin fuerza de voluntad, con alto grado de tiranía, donde busca la obtención de ayuda inmediata que le conduce a exigir en cada momento la satisfacción de sus demandas, renunciar a las propias responsabilidades, necesitar la continua ayuda y aprobación para actuar, no realizar esfuerzos, mostrarse inseguro… en muchos casos los adultos fomentamos las conductas más infantiles de lo que corresponde a la edad.
¿El resultado futuro? una personalidad débil e insegura, el desarrollo de ansiedad o de angustia de separación y el miedo a crecer.
¿Cómo de importante es el proceso en la obtención de resultados?
La publicidad o las redes sociales venden un éxito poco real que se consigue sin apenas trabajo y donde el proceso no es valorado, únicamente importa el resultado, creemos que todo parece asequible, rápido, fácil de conseguir e inmediato. La cultura del esfuerzo educa la voluntad y la perseverancia, no dependemos de tener buena o mala suerte para que las cosas nos salgan bien, dependemos de nuestro empeño.
¿Cómo inculcar a un niño pequeño la cultura del esfuerzo?
Cito un decálogo muy interesante que puedes encontrar en mi libro:
- Transmítele el gusto por hacer las cosas con ganas e interés.
- Contágiale energía positiva, optimismo y fuerza de voluntad a diario.
- Elimina las quejas continuas de tu lenguaje.
- Plantéale pequeños retos diarios que pueda ir superando.
- Dale el tiempo necesario para que sus expectativas no lo asfixien.
- Potencia su autonomía personal y la toma de decisiones.
- Enséñale a tratarse con respeto y sin necesidad de sentirse perfecto.
- Aplaude sus logros conseguidos por no quedarse de brazos cruzados.
- Enséñale a elegir a sus aliados para recorrer el camino que nos ofrece la vida.
- Explícale que el error permite el nacimiento de nuevas oportunidades para aprender.
¿Y a un adolescente cuya mente esté más enfocada en las relaciones sociales?
El esfuerzo implica tolerancia a la frustración y actualmente gran número de adolescentes no están entrenados en el autocontrol ni en la importancia del error como oportunidad de aprendizaje. Por otro lado, la procrastinación no es aliada de la perseverancia, tampoco de la constancia; sería muy conveniente una reflexión sobre las causas de la procrastinación: la impulsividad, el valor de la tarea y las expectativas de éxito.
En tu libro hablas del coleccionismo y de cómo favorece el desarrollo de ciertas habilidades a los niños; ¿de qué manera fomenta el coleccionismo el esfuerzo?
El hecho de coleccionar facilita para ciertos niños un punto de partida muy interesante para su progreso personal y educativo. Por ejemplo, para los niños tímidos, supone la excusa perfecta para hablar con otros niños y fomentar las relaciones de intercambio; para los niños con dificultades de atención, supone desarrollar la capacidad de memorizar y la necesidad de concentrarse y conseguir aquello que les falta además de organizarse y memorizar más de lo que habitualmente hacen. Cuando los niños son pequeños podemos darles ciertas pautas, que en cierto modo necesitan, para mantenerse motivados en sus colecciones: ayudarles a practicar hábitos positivos, a ser constantes y a desarrollar comportamientos que les serán muy útiles en cualquier circunstancia.
¿Es posible separar esfuerzo de ansiedad por lograr un determinado objetivo? ¿Cómo enseñar a un niño a ser responsable, pero no a serlo en exceso?
De hecho, no solamente es posible, sino que es necesario separar esfuerzo de ansiedad ante un objetivo porque nos debemos autocuidar y vivir de manera saludable.
Si nuestro hijo o nuestra hija es demasiado responsable, podemos ayudar a reducir su nivel de estrés y perfeccionismo de varias maneras: contemplando con ellos expectativas realistas, no mostrándonos como los padres perfectos, demostrando nuestro amor incondicional (quererlos por lo que son y no por lo que logran), ayudándoles a distinguir entre aquellas tareas que requieren precisión y atención al detalle y las que necesitan resolución rápida o desdramatizando los errores convirtiéndolos en una oportunidad para aprender…
¿Es posible que el estrés impulsa una mayor fuerza de voluntad en los niños o suele ser causa de bloqueo?
A veces nos encontramos con niños que, desde las edades más tempranas, muestran altos grados de responsabilidad o asumen compromisos que están muy por encima de los años que tienen. El carácter, la genética y la educación familiar determinan esta actitud en gran medida, bien para frenarla, bien para fomentarla.
Este hecho no debe preocuparnos, no obstante estaremos vigilantes cuando el niño no posee o quizá sí, pero de manera muy escasa, tolerancia a la frustración y desea que todo le salga perfecto y “a la primera”. En estos casos, debemos analizarnos nosotros mismos, puede que nuestro nivel de exigencia sea muy alto y ellos, para no decepcionarnos y complacernos, cumplan lo que les decimos entregándose por completo, como si estuvieran haciendo lo más importante de su vida. La autoexigencia llevada al extremo puede convertirse en un agente de bloqueo emocional.
¿Cómo luchar contra la inmediatez propia de nuestra sociedad para favorecer el esfuerzo?
Testimonialmente diré que la fuerza de voluntad siempre ha sido y sigue siendo el motor de mi vida, creo firmemente en la constancia. Desde muy pequeñita he sido muy tenaz, positiva y optimista… las quejas no formaban parte de mi lenguaje; por ello, ahora que estoy en una etapa de mi vida más madura, este libro resume en sus tres bloques la indiscutible importancia del proceso frente al resultado en cualquier acción de nuestra vida, justo una visión muy diferente a la de una sociedad que, por desgracia, funciona a “golpe de clic”.
Después de preguntar a muchas personas qué significaba para ellas la palabra “esfuerzo”, llegué a la conclusión de que se trataba de un valor en desuso, incluso inexistente en numerosos contextos hoy en día. Pero, siguiendo “el cambio de mirada” que pretendo iniciar con esta obra, puedo decir que el esfuerzo posee muchos matices y ofrece perspectivas diferentes; mientras algunos lo perciben como desgaste o cansancio y deciden desterrarlo de su día a día, otros lo asocian al logro de resultados satisfactorios.
¿Cómo de importante es que los niños, además de esforzarse, sepan reconocer el esfuerzo de los demás?
Es fundamental que perciban nuestro esfuerzo como padres desde sus primeros años de vida. La motivación, el sentido de las tareas que tenemos que realizar y el intento entusiasta son elementos a tener en cuenta para que ellos mismos valoren nuestros esfuerzos, no obstante, si las cosas no salen como estaban previstas, es importante que estén educados en resiliencia… “vale la pena haberlas intentado” o “la concepción del error como oportunidad de aprendizaje”