Una de las preocupaciones más habituales entre padres de niños en edad escolar es que sus hijos juegan solos en el recreo o no tienen amigos. Y, aunque no en todos los casos es motivo de alarma, es normal la preocupación de los progenitores, puesto que el recreo viene a ser reflejo de la sociedad y será una situación reveladora de cómo se desenvolverá en ciertos ámbitos el día de mañana. Por eso y por cómo afectará a su bienestar emocional, es importante estar pendiente y actuar ante la más mínima sospecha. En cualquier caso, hay que tener en cuenta el momento evolutivo del niño y ser conscientes de que “para los niños es bueno y necesario jugar con sus iguales y también hacerlos solos, porque estas dos modalidades de juego, proporcionan aprendizajes diferentes e igualmente significativos”, tal y como nos explican Paula Pérez e Isabel Núñez, psicopedagogas y fundadoras de Un Pasito Juntos (@unpasitojuntos), un servicio de apoyo a la crianza y modelo centrado en la familia.
Causas por las que un niño juega solo en el colegio
“La respuesta a por qué un niño está jugando solo no es sencilla, ya que puede depender de distintos factores”, apuntan las psicopedagogas, que destacan que hay que valorar aspectos como “la frecuencia con que lo hace, el contexto en el que sucede, la edad que tiene, el estilo de crianza de sus padres, la manera en la que ellos se relacionan, y también circunstancias familiares o sociales que esté viviendo en casa en ese momento”. Hay que considerar también otros motivos como que “ha llegado nuevo al colegio y no conoce a nadie, ha cambiado de etapa educativa, le cuesta hacer amigos, existen dificultades en el desarrollo de sus habilidades sociales…etc.”.
“Y aunque de vez en cuando, durante el tiempo del recreo jueguen solos, hay casos en los que esto puede ser una señal de alarma que nos indica que algo está sucediendo”. Por este motivo y partiendo de que “el juego en solitario” es una etapa más del desarrollo del juego infantil que se da en la primera infancia”, cuando esta etapa ha pasado, “es importante estar siempre alerta y observar”.
Cómo ayudar a un niño que se siente aislado para que deje de estarlo
1. Intervención en el colegio. “Es importante que los profesores estén atentos al comportamiento de sus alumnos”, tanto de aquel que se siente aislado como de aquellos que aíslen al otro. “En el momento en el que detecten que un niño está aislado, se deberían llevar un registro de observación y comunicarlo al resto de profesores para estar coordinados. Por supuesto, deben informar a la familia para que también estén pendiente y observen si su comportamiento en casa es normal o no”.
2. Programa de patios. Un sistema eficaz para trabajar este problema es, según las expertas, realizar actividades dirigidas también en el patio. “Dentro y fuera del aula se puede trabajar en reforzar el desarrollo de las habilidades sociales, defensa de injusticias y resolución de problemas junto a la realización de actividades de cooperación en grupo y parejas, que pueden ayudar a establecer y mejorar vínculos entre compañeros”.
3. Fomentar el diálogo en casa. Lo más importante es fomentar el diálogo en familia desde edades muy tempranas; “tiene que ser una conversación, nosotros también tenemos que hablar y compartir nuestra experiencia para evitar que se convierta en un tercer grado”. Es recomendable, además, “dedicar cada día un tiempo a compartir qué hemos hecho durante el día; es el momento perfecto para poder indagar sobre cómo van las cosas en el colegio, qué ha hecho, con quién ha jugado, a qué…” De este modo, será más fácil que el niño se abra y exprese sus emociones en torno a lo que le está ocurriendo en el colegio, lo que brindará la oportunidad a los padres de prestarle la ayuda adecuada.
4. Aprendizaje de habilidades sociales. Pérez y Núñez subrayan la importancia de que los padres se involucren “en el desarrollo del aprendizaje de las habilidades sociales de sus hijos”. Independientemente de que un niño o una niña pueda ser más o menos introvertido o más o menos tímido, las habilidades sociales se aprenden y, por tanto, es algo en lo que hay que trabajar desde que son pequeños, si bien en la mayoría de los casos no es necesario ese ‘trabajo’ porque lo aprenden de manera natural, observando a su familia y al resto de sus figuras de apego. Cuando no es así, sus padres pueden ayudarlo “apoyando en la iniciativa para que juegue con otros niños (acompañándole, llevando un juguete atractivo al parque, etc.,), involucrarle en distintas actividades del barrio o de la comunidad: ir al parque, participar en eventos, quedar con amigos y familia que tengan hijos, ir a la bolera, llevarle a campamentos, centros comerciales y cualquier escenario donde el niño esté con otros niños, de forma que el colegio no sea su único escenario que tenga para relacionarse”.
5. Proporcionarle estrategias. Una vez que favorecemos el encuentro en diferentes ámbitos, “es bueno proveerle de estrategias, dándole ejemplos de preguntas que puede hacer para acercarse a otros niños antes de acercarse o cómo puede proponer un juego”.
6. Evitar el aislamiento. “En ningún caso se puede favorecer la inactividad y su aislamiento en casa” y, por supuesto, es fundamental también “evitar hablar mal delante del niño de sus compañeros de clase o de los padres de estos”.
7. Evitar la sobreprotección. “Cuando esté con otros niños evitar el proteccionismo, no hacer de intérprete y dejar que su interacción sea espontánea; sin mediar o hablar ni responder por él, ya que si el adulto representa este tipo de papeles, puede hacer posible que al niño le cueste o no sea capaz de relacionarse sin el apoyo de esa figura”.
8. Diálogo padres-profesores. “También es importante recordar que mantener una comunicación fluida con sus profesores, dar feedback y trabajar de manera conjunta, ayuda a que las estrategias funcionen”.
¿Es posible evitar el aislamiento del niño antes de que suceda?
Que más adelante se sienta o no aislado dependerá de muchos factores, empezando por su propio carácter y continuando por el de sus compañeros, pero sí hay cuestiones que los padres pueden hacer con sus hijos desde que estos tienen muy corta edad:
1. Ser un modelo a seguir. De este modo, se podrá “dotar al niño de estrategias para avanzar y fortalecer sus habilidades sociales”. Para ello, se pueden “aprovechar fines de semana, vacaciones, etc., para salir de casa y estimular que se relacione con otros niños en otros contextos”.
2. Limitar de la tecnología. Ya sabemos que exponer a los niños a las pantallas a edades tempranas puede acarrearle una serie de problemas que les podrían afectar a su neurodesarrollo. En lo que a la socialización se refiere, también es fundamental evitar o reducir su uso, especialmente en contextos en los que estén con otras personas, ya que las pantallas “favorecen el desinterés por interactuar, la incomunicación y el aislamiento”. No solo en esos contextos hay ser restrictivos con el uso de tecnologías; también en casa “porque son tan estimulantes y potentes que hacen que los niños no sientan interés por relacionarse con otros o no quieran salir de casa y si lo hacen, sea a desgana”.