La educación inclusiva tiene muchos beneficios para aquellos alumnos con necesidades diferentes, pero también para aquellos para quienes, a priori, no estaría pensada, puesto que es una de las maneras más eficaces (si no la más eficaz) de combatir el bullying (aunque no sea este tampoco el objetivo primero). El motivo es que “una escuela inclusiva es aquella que trabaja para combatir cualquier forma de exclusión en todos los ámbitos de la vida”, nos indican Nadia Ahufinger, Ana Luisa Adam y Débora Aguilar, integrantes del grupo de trabajo sobre educación inclusiva del grado de Educación Primaria de la UOC. “Se considera, además, un proceso sin fin y en constante revisión”.
Para ti que te gusta
Lee 8 contenidos al mes solo con registrarte
Navega de forma ilimitada con nuestra oferta
1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
¿Qué es la educación inclusiva?
“La educación inclusiva parte de la premisa de hacer la enseñanza accesible para todos y todas, es decir, de facilitar entornos de aprendizaje flexibles bajo el principio de la equidad”. Su objetivo es “desarrollar una educación que valore y respete las diferencias, viéndolas como una oportunidad para optimizar el desarrollo personal y social. Así, y por extensión, se enriquecerán también todos los procesos de enseñanza y aprendizaje”. De ahí su potencial para evitar el bullying, porque permite que todos los alumnos convivan con compañeros con realidades completamente distintas, ya sean estas problemas de aprendizaje por diversas causas (trastornos o algún tipo de discapacidad), mantener una situación socioeconómica desfavorable o no hablar la lengua.
“Además, hay que tener presente que la inclusión no se reduce al campo educativo, sino que es un objetivo transversal a todos los ámbitos de la vida y que, como sociedad, deberíamos tener en el punto de mira”, subrayan las investigadoras. “Es una educación que, en tanto que promueve el avance de todo el alumnado, ha de diseñarse pensando en que sea accesible a todo ese alumnado y esto implica una revisión de todos aquellos aspectos que impactan en el proceso de enseñanza y aprendizaje”. Y eso pasa por aspectos que pueden parecer secundarios, pero que tienen mucho que ver de cara a los resultados obtenidos por los propios alumnos, dado que “la educación inclusiva ha de ser una manera de enfocar los aprendizajes que impregne desde las programaciones a los materiales pasando por el mobiliario y distribución de las aulas”.
“Aquí entra en juego el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA), ya que trabajar desde el marco educativo que éste nos ofrece (proporcionar múltiples formas de motivación y compromiso, de representación y de acción y expresión) va a permitir en cada momento una elección suficientemente amplia de metodologías, actividades, objetivos, materiales, etc. para poner en práctica medidas universales que atiendan a todo el alumnado”.
- El papel del educador. La existencia de la educación inclusiva pasa, según Adam, por que los maestros de educación especial o de otras áreas concretas para niños con dificultades de aprendizaje trabaje de manera colaborativa y coordinada con otros educadores o profesores del centro escolar en lugar de trabajar de manera aislada con los niños y niñas que “no cumplen la norma”.
Beneficios de la educación inclusiva
“Teniendo como marco la inclusión educativa, todas las personas, niños, niñas y jóvenes, con y sin discapacidad o dificultades, tienen la oportunidad de aprender juntos en las instituciones educativas con los apoyos necesarios”, lo que incluye la formación del profesorado (que es clave), así como recursos, estrategias y todo lo que se estime fundamental para poder llevarla a cabo. De este modo, las autoras enumeran los beneficios de la educación inclusiva de todos los niños, tanto en aquellos que presentan alguna diferencia o algún problema con la adquisición de conocimientos como aquellos que no:
- Ofrece mayores oportunidades de aprendizaje, dando una respuesta educativa adecuada
- Minimiza las barreras para el aprendizaje y la participación.
- Hace que las diferencias sean menos.
- Ofrece apoyos para todo el alumnado.
- Fomenta el aprendizaje de valores.
- Promueve distintas maneras de motivar, presentar contenidos, compartir conocimientos, innovar en dinámicas pedagógicas.
- Potencia las capacidades de cada niño y niña .
Pilares de la educación inclusiva
Los pilares de la educación inclusiva, tal y como apuntan Ahufinger, Adam y Aguilar, son:
- La participación: aprender con las demás personas y tener una implicación activa
- La presencia: permitir al alumnado incorporarse a las aulas ordinarias con las medidas y los apoyos necesarios
- El progreso: tener en cuenta las diferentes capacidades y ritmos de aprendizaje, proporcionando igualdad de oportunidades a todo el alumnado.
La educación inclusiva, ¿puede ralentizar el ritmo a alumnos que no presentan necesidades especiales?
“En la educación inclusiva no hay ritmos establecidos a seguir, sino que hay ritmos individuales a respetar y acompañar”, subrayan las investigadoras y que sigue los parámetros que reclamaron desde hace, al menos, dos siglos grandes figuras de la pedagogía, como Piaget (que ya tenía claro que cada niño tiene su propio ritmo de aprendizaje) o María Montessori (quien decía que ‘el maestro es el niño’, en referencia a que es necesario seguir sus intereses y su etapa de desarrollo para que su aprendizaje pudiera ser significativo).
Podemos concluir, por tanto, que no solo la educación inclusiva no ralentiza el aprendizaje de niños que no presenta necesidades especiales, sino que respetar y acompañar el ritmo individual de cada alumno debería ser la premisa del sistema educativo. “La participación, la presencia y el progreso son tres pilares que en todos los casos van a favorecer el desarrollo integral del alumnado”.