La paternidad es uno de los papeles más exigentes que toca representar en la vida. Surgen muchas inseguridades, dudas, diferencias... y todo ello mientras se acompaña a un hijo que va creciendo y que tiene distintas necesidades a lo largo de su desarrollo.
Francisco Castaño lo sabe bien y por eso acaba de publicar el libro Tu mejor versión como padre (Ed. Plataforma). Profesor, asesor y orientador familiar en temas de educación y fracaso escolar y en problemas de adicción de los jóvenes, en esta nueva obra ofrece una guía para comprender a los hijos y ofrecerles las herramientas adecuadas para su educación. Hemos hablado con él.
1. Diferenciar entre comprender y permitir
Ser unos padres comprensivos no tiene nada que ver con ser unos padres permisivos. “Las normas y los límites son necesarios para que los hijos se sientan seguros y sepan hasta dónde pueden llegar”, subraya Francisco Castaño.
Como padre o madre podrás entender que tu hijo algún día se salte una norma, pero eso no tiene nada que ver con permitírselo. No obstante, ser comprensivos ayuda a que la reacción que se tiene sea más coherente y sin enfados. “Y es fácil de comprender que los hijos quieran estar más tiempo con lo que les gusta y que les cueste hacer lo que no les gusta”, insiste.
2. Ser pacientes
La paciencia es una gran virtud cuando se quieren explorar los mejores atributos para dar una óptima versión como padre.
Como comenta el experto, “la paciencia ha de ir en el ADN de ser madres o padres. De hecho, hay algo que siempre digo y es que las cosas en educación llevan tiempo y esto requiere de paciencia”.
Así, si tus ritmos y los de tus hijos no coinciden, lo mejor es adaptarte a los suyos y pensar que el mundo de los adultos es demasiado rápido para ellos.
3. Educarlos en la responsabilidad y la autonomía
“La única forma de educar en responsabilidad y autonomía es dándoles responsabilidades y dejando que hagan cosas por ellos”, recalca el autor de Tu mejor versión como padre.
El problema surge cuando hay una sobreprotección y no se quiere dejar que los hijos cometan errores. Es un error. “Equivocarse les enseña a hacerlo de otro modo. Y no hacerles las cosas tiene como consecuencia que las han de hacer ellos”, insiste.
4. Dejar a un lado la culpabilidad
La culpa acecha a los padres con demasiada frecuencia: por no llegar a todo, por no hacerlo bien, por no saber qué camino tomar... Pero no es buena ni para los progenitores ni para sus propios hijos. Para el experto, la única forma de dejar la culpabilidad a un lado es tener claro qué es lo que se quiere para los hijos e intentar aplicarlo. Eso sí, una vez decidido, “no hay que dejarse influenciar por los comentarios de los demás”, aconseja.
¿Y qué pasa si no da resultado? Pues que se cambia, “pero siempre creyendo en lo que se hace”. Cuando el sentimiento de culpa no es transitorio sino permanente, Francisco Castaño (www.francasta.es) cree necesario buscar ayuda pues “trabajándolo en consulta se puede atajar”.
5. Fomentar la sinceridad y la comunicación
La base de una buena comunicación con los hijos está en hablar de lo que a ellos les interese, sin juzgarlos ni criticarlos. “Simplemente, respetar sus creencias, gustos y valores y, sobre todo, explicarles los nuestros”, destaca el autor.
“No interrogarles también es algo fundamental para fomentar la comunicación. Y las reacciones ante las cosas que no nos gustan han de ser siempre mesuradas y con intención de educar, no de sancionar, gritar...”, añade.
6. Proporcionar una buena educación emocional
Uno de los puntos claves de la buena educación emocional es no evitar ni las emociones positivas ni las negativas. Es más, hay que validarlas y ponerles nombre. Por ejemplo, “estás asustado o veo que estás triste”. Y luego explicarles que en su misma situación tú te sentirías igual.
Después del primer paso de identificación hay que ayudarlos a gestionar ese miedo, enfado, tristeza que sienten. De esta manera, como apunta el asesor y orientador, así las van conociendo, sintiendo y aprendiendo a superarlas.
7. Ayudarlos a encontrar la felicidad y a valorar el esfuerzo
Todo padre desea que sus hijos sean felices. Es un deseo universal. “Pero la felicidad no está en darles todo lo que desean, sea material o no”, aclara Francisco Castaño. “La felicidad está en enseñarles que no pueden tener todo, que las cosas no siempre van a ser como ellos desean y que hay que hacer cosas que no gustan. Si asumen esto, serán felices”, matiza.
En este sentido, potenciar el esfuerzo hace que tengan mentalidad de crecimiento. “Asimilan que con esfuerzo hacen las cosas mejor y esto les da satisfacción y, por supuesto, saben que mejoran a base de esfuerzo”, destaca.
8. No hacer comparaciones entre los hijos
Los hermanos tienden a compararse entre ellos casi de forma inevitable y surgen los celos. Por eso, los padres deben huir de las comparaciones, ya que solo sirven “para hacer que el hijo intente ser como el otro, no consiguiéndolo en muchas ocasiones y produciendo en él una sensación de imposibilidad de alcanzar las cosas”, advierte el especialista.
En este sentido, lo mejor que pueden hacer los padres es potenciar la individualidad de cada uno.
9. No poner etiquetas a los hijos
“Suelo decir que las etiquetas son para la ropa. Si etiquetas a un hijo, se cree la etiqueta y actúa en función de esta”, alerta Francisco Castaño. “Si a un hijo le dices que es torpe, no va a ser capaz de llevar un vaso en la mano sin que se le caiga. Pero si le dices: ‘hoy se te ha caído, cógelo con las dos manos, yo sé que no se te va a caer, lo llevará sin ningún problema”, recalca.
El experto comenta cómo, además, las etiquetas afectan a la autoestima. Y algo que hay que tener muy en cuenta: “Yo puedo cambiar lo que hago, no cómo soy”.