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terapia con perros© iStockimages

Psicología infantil

Terapia con perros, una poderosa herramienta que les ayuda a canalizar emociones y a socializar

Niños con TEA (Trastorno del Espectro Autista) como otros con trastornos de la conducta o con problemas severos de ansiedad y depresión logran importantes mejoras el tiempo que permanecen junto a estos animales.


21 de marzo de 2023 - 13:51 CET

El Hospital de Día de salud mental Infanto-Juvenil del Clínic de Barcelona lleva dos años ofreciendo la terapia con perros como un tratamiento complementario en niños con diferentes trastornos, que incluyen autismo, trastornos conductuales y psiquiátricos, cuadros psicóticos (algunos de estos niños, todos menores de 12 años, no pueden asistir temporalmente a clase a causa de su trastorno). Paralelamente, profesionales del centro han iniciado una investigación en colaboración con CTAC (Centro de Terapias Asistidas con Canes) y Purina cuyos primeros resultados son más que favorables: “el día que vienen los perros, los niños tienen menos crisis tanto emocionales como conductuales”, nos comenta Marta García, psiquiatra del Servicio de Psiquiatría y psicología infantil y juvenil del hospital Clínic Barcelona.

“Trabajamos con los perros diferentes aspectos que ayuden a estos niños, como la regulación de emociones, en sus hábitos de autonomía, en sus relaciones sociales y resolución de problemas, cómo resolver una situación problemática o un conflicto con un compañero”. La manera en la que los animales ayudan a estos pacientes es “a nivel de vínculo”, explica la doctora. “Obviamente, la terapia la hacen los profesionales, pero ellos, nos sirven de modelo”.

Por ejemplo, en lo que respecta a la autonomía, se utilizan para hablar de la necesidad de limpieza y enseñan a los niños cómo limpiarlos. Después, los profesionales aplican todo eso a los niños, que ya tienen una pauta a seguir para limpiarse ellos mismos. “Aprendemos visualmente, auditivamente y, sobre todo, aprendemos haciendo cosas”; por eso, “poco a poco pasamos de la abstracción, de hablar [sobre lo que deben hacer en un determinado momento] a cosas concretas, a hacer determinadas acciones sobre el perro” para que las asimilen los niños.

Además de la reducción de las crisis emocionales y conductuales, “hemos observado que el día que vienen los perros aumenta la asistencia de los niños a la terapia”, apunta Elías Guillén, enfermero especialista de salud mental e investigador principal del estudio del Hospital de Día. “Catalizan las emociones de los niños, que están más tranquilos y nosotros accedemos más fácilmente a ellos” durante la terapia. “De hecho, en una parte del estudio se entrevistó a profesionales y la mayoría de ellos verbalizaban que el día que están los perros es mucho más sencillo trabajar con los niños que el día que no están los perros”.

Terapia con perros para niños© Purina
En la imagen, una sesión de la terapia con perros para niños en el Hospital de Día de salud mental Infanto-Juvenil del Clínic de Barcelona

Cuando los ven llegar, se ponen contentos y tanto pacientes como profesionales, “enseguida los abrazamos”, comenta Guillén. “Son perros muy amorosos”, añade García. “En alguna ocasión, hemos tenido alguna dificultad con algún paciente porque se lo quería llevar a casa” y otros porque podían seguir con la terapia.

Nina y Mel, los perros que ayudan a los niños en el Clínic de Barcelona

Son varios los perros que han pasado desde hace dos años por el Hospital Clínic. Entre ellos, “Nina y Mel, que son dos Golden Retriever” que, además de tener un carácter muy afable y muy amoroso, son “obedientes y, sobre todo, disfrutan de lo que hacen”, nos comenta Sònia Sáez, veterinaria y responsable de comunicación de Purina. “Este punto es indispensable para asegurar el bienestar animal”.

Tanto Nina y Mel como otros perros de otras razas (como Labradores, Bichón maltés o Cavalier) fueron seleccionados cuando eran cachorros para ayudar a los niños en procesos terapéuticos, “ya que desde edades tempranas se puede intuir el temperamento que probablemente presentarán de mayores”. A medida que van creciendo “se va evaluando las capacidades adaptativas, de obediencia y generación de vínculos que serán claves para poder desarrollar su futura función como perro de terapia”, explica Sáez.

Aunque “los primeros meses reciben una educación similar a la de cualquier perro de compañía”, posteriormente tienen una educación más estricta de cara a que aprendan a “realizar actividades que a posteriori servirán para fortalecer el vínculo con los pacientes y a estimular su bienestar “. En este punto, es fundamental aprovechar, de cara al momento de conocer al niño, “el período óptimo para que el animal esté correctamente socializado y se acostumbre a todo tipo de estímulos, como el contacto con personas, perros, niños, animales de otras especies o a estar rodeado de multitudes”.