Bebés y niños que apenas duermen y que se despiertan varias veces todas las noches, una pesadilla para los padres, pero también para ellos, ya que la falta de descanso les afecta también directamente a su bienestar y a su comportamiento durante el día. Muchas de esas familias que ya no saben qué hacer para lograr que sus hijos duerman lo suficiente acuden a Olga Sesé, coach de sueño infantil. Además de ayudar en el día a día a familias que no encuentran soluciones para que los niños duerman bien, ha escrito un libro, Buenas noches, Miau , dirigido tanto a los más pequeños de la casa como a los papás. Para los niños, un cuento sobre un gatito y su rutina antes de irse a dormir; para los papás, una guía para que logren que sus hijos duerman correctamente.
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Hablamos con ella tras asistir a un taller de sueño infantil organizado por Velux en el que ella y Almudena López Rego, arquitecta de la marca, explicaban la importancia que tiene la luz natural e iluminación para que los niños duerman correctamente. Sesé nos detalla cómo trabaja con cada familia y el tiempo que, por lo general, requieren de sus servicios y rebela cómo empezó a dedicarse, hace ahora ocho años, a esta profesión, por entonces totalmente desconocida en España.
¿En qué consiste el trabajo de ‘coach’ del sueño infantil?
Ayudo a las familias que tienen a los otros niños con problemas de sueño. Creo planes personalizados basándome en horarios, en rutinas y metodologías muy suaves con el objetivo de que aprendan a dormir de forma independiente, se despierten lo menos posible por la noche.
¿Qué te motivó a a formarte como ‘coach’ del sueño infantil?
Mi segundo hijo dormía fatal. El primero era un bebé trampa; dormía superbien, no tuve ningún problema. Y el segundo era…. un gremlin [risas]. No encontraba soluciones. Fui al pediatra y me recomendó ir a la consulta de Estivill; pedí hora y todo, pero empecé a investigar. Lo probé varios días, pero no me funcionaba. Entonces, buscando por Internet, encontré la figura sleep consultant en Estados Unidos, en Canadá, en Australia… y era como un sueño. Contacté con una consultora que me dio unas pautas y me empezó a funcionar. Y, como en España no se conocía y no había nada parecido, me puse a estudiar en el IMPI (The International Maternity and Parenting Institute), que es un instituto americano de maternidad, sueño y lactancia. Como yo tenía conocimientos de marketing, empecé a crear la página.
¿En qué situación te encuentras a las familias que te llaman para ayudarles con el sueño de sus hijos?
Me encuentro muchas situaciones. Desde el bebé recién nacido con el que los papás no saben ni por dónde empezar (a ellos solo les puedo ayudar un poquito porque hasta los cuatro meses los bebés no tienen el ritmo circadiano y es muy difícil educarles en el sueño) y me encuentro con bebés de 6, 7 u 8 meses y con niños de hasta cuatro años, cuyos padres están desesperados porque no duermen. Niños que se despiertan diez veces por la noche llorando, se desvelan dos horas, luego duermen durante el día... No descansan totalmente. Son problemas relacionados con hábitos de sueño: los niños no tienen unos horarios, no tienen unas rutinas o no los están poniendo bien a dormir. En otras ocasiones, el niño sí que tiene alguna patología de sueño. Esos casos no los trabajo porque no soy médico.
Y luego hay niños que no saben dormir porque les dormimos de cualquier manera por la desesperación (en brazos, con un biberón…). Lo que ocurre con estos peques tiene que ver con los ciclos de sueño. Estos duran hora y media, dos horas, y nos despertamos; los adultos tenemos la habilidad de volvernos a dormir y por la mañana no nos acordamos de nada, pero seguramente nos hemos ido despertando por la noche, nos hemos tapado y hemos seguido durmiendo. ¿Qué pasa con los peques? Que se despiertan a la hora y media de haberse dormido y, como no saben dormir, piden hacerlo como se durmieron al principio de la noche: ‘Yo me dormí en brazos de mamá o papá, así que vuélveme a dormir en brazos’. Por eso estamos toda la noche intentando dormir en brazos al peque. En este punto, mi trabajo consiste en dar pautas a los padres para que los niños aprendan a dormir sin esos brazos o sin esa ayuda, para que ellos mismos sepan irse despertando y durmiendo durante toda la noche y tengamos la sensación de que no se han despertado.
¿Cómo trabajas con las familias, cómo son esas pautas?
Lo que hago es intentar, de la forma más respetuosa posible, que los peques aprendan. Siempre trabajo con el acompañamiento, con el estar ahí, con el apego. Obviamente tenemos que intentar dejar al peque en la cuna o en la cama y que ahí se duerma, pero si llora le vamos a atender, no vamos a dejarlo llorar en ningún momento.
¿Sigues algún método concreto para ayudar a dormir a los niños?
He desarrollado mi propio método en base a métodos que ya existían. Los he ido adaptando a la experiencia que he ido teniendo y los he ido modificando. He ido comprobando lo que funciona y lo que no y ahora ya tengo casi mi propia metodología.
¿Cuánto tiempo se requiere, aproximadamente, para lograr una adecuada higiene de sueño?
Dos semanas es lo óptimo para enseñar a unos padres. Los primeros días de cambio de hábitos cuestan siempre un poquito, pero en dos semanas tenemos que ir viendo cambios y el peque tiene que ir mejorando su sueño y dormir un poquito más seguido. Dependerá, claro está, de la edad. No es lo mismo un bebé de siete meses que un bebé de 18: el de siete meses se despertará para comer en alguna ocasión por la noche, mientras que un bebé de 18 ya tiene la capacidad de dormir toda la noche sin comer.
Lo que siempre digo a las familias es que hay que buscar un objetivo realista. Si su bebé de siete meses se despierta diez veces por la noche, no esperes que en dos semanas se duerma del tirón. Pensar que se va a despertar dos o tres veces, al menos una para comer, es un objetivo realista.
En niños algo más mayores, ¿es adecuado que mamá o papá estén con ellos en la cama hasta que se duermen?
Depende de la familia. Si una familia me dice ‘es que me encanta estar ahí esos diez minutos con el peque y que se duerma’ y luego el niño no tiene ningún problema por la noche, adelante. Si la familia me dice que tiene muchas cosas que hacer y que necesitan que aprenda a dormirse solo, trabajamos en que aprenda a dormirse solo. Es a demanda de la familia, en función de sus necesidades trabajo una cosa u otra.
¿Realmente los padres notan los resultados?
Tengo muchos testimonios en mi página web de muchas personas que han quedado supercontentas en dos semanas. A veces, hemos visto que en lugar de dos han necesitado tres semanas; hay que ir viendo. Yo hablo mucho y cada día con las familias; me van contando y les voy diciendo con qué deben probar. Te tienes que ir adaptando. De entrada, cuando tienes la entrevista con ellos, les planteas unas pautas de un modo genérico-adaptado, pero luego voy analizando si eso le está funcionando al peque o no y lo voy modificando.
¿Te ha comentado alguna familia con la que hayas trabajado que tu libro, ‘Buenas noches, Miau’, les ha servido de ayuda?
Sí, muchas. Les encanta y muchas veces los niños dicen adiós al gatito Miau y se van a dormir. ¡Y primicia! Hoy sale otro cuento con una historia parecida, pero con Pocoyó. Es la rutina de Pocoyó al irse a dormir y, al final del libro, doy unas pautas. Se llama Cuentos para crecer. Pocoyó a dormir .