Uno de los pilares del método Montessori es enseñar a los niños en función de sus períodos sensibles del desarrollo, que espacios de tiempo “en los que los niños están cognitivamente preparados y predispuestos a absorber ciertos aprendizajes intrínsicamente”, explica Victoria Hill, profesora de Infantil, guía Montessori y especialista en ESL (English as a Second Language) en TEMS (The English Montessori School). Es decir, en esos períodos sensibles, les resulta mucho más sencillo aprender determinados conocimientos y, si por el contrario no se aprovechan esas ventanas de oportunidad, después le resultará mucho más difícil.
Aunque María Montessori no estableció de manera específica cuál era el período sensible de los idiomas, se corresponde con el del lenguaje, que abarca desde el nacimiento hasta los 6 años. Además, la neurociencia ya sabe desde hace tiempo que, cuanto antes se inicie la enseñanza de un idioma, mejor lo interiorizará el niño, que lo aprenderá de manera similar a su lengua materna. Por eso, siguiendo tanto las pautas neurocientíficas como las de la doctora Montessori, podemos afirmar que los primeros seis años de vida son clave para el aprendizaje de una segunda y una tercera lengua. Pero… ¿cómo se lleva a cabo el aprendizaje de un segundo idioma según el método Montessori?
Ambiente preparado
El aprendizaje de idiomas sigue, en el método Montessori, las pautas generales de esta pedagogía, que son el ambiente y el adulto preparado y el niño como guía de sus propios intereses. El ambiente es fundamental y en él todos los materiales deben estar al alcance del alumno. Estos son también una parte esencial y “por eso contamos con fichas, poemas, canciones, rutinas o juegos de vocabulario”, comenta Hill. “Lo que buscamos es crear recuerdos y experiencias ligados al idioma que se está aprendiendo”.
La doctora Montessori no diseñó materiales específicos para el aprendizaje de idiomas, pero se utilizan los empleados en el área de lenguaje, como las letras de lija. “A la hora de enseñar la lectoescritura, nos centramos en los sonidos. Por ejemplo, en vez de enseñar que la letra ‘m’ se llama ‘eme’, enseñamos su sonido y la identificamos en palabras que empiecen por M. De esta manera, van comprendiendo y asociando”, detalla la especialista en ESL.
“Cuando esta etapa está consolidada, pasamos a identificar las letras. Y aquí es donde entran en juego los materiales”, elaborados con la idea de implicar todos los sentidos para interiorizar mucho más el aprendizaje. “Por lo tanto, contar con letras que tengan texturas diferentes ayudará a los niños a recordarlas más fácilmente”. En este sentido, es muy útil “fomentar escribirlas con pintura o incluso sobre arena con los dedos aprovecharemos la curiosidad natural de los niños y los haremos el centro de su propio aprendizaje, respetando sus ritmos”.
El adulto preparado
El adulto preparado para guiar al niño en su aprendizaje es otro de los pilares de la pedagogía Montessori, pero en lo que respecta a los idiomas, puede no parecer tan fácil si los padres no hablan el idioma en cuestión. Aun así, pueden guiarles acostumbrándolos, por ejemplo, “a ver la televisión y las películas en versión original, exponerles a canciones adecuadas a su edad en ese idioma, cuentos, audiolibros en el coche, juegos de vocabulario o apuntarlos a actividades en ese idioma”.
En caso de que sí se tenga el suficiente conocimiento de esa segunda lengua, “podemos jugar con ellos a juegos de mesa o juegos de vocabulario en momentos concretos”, recomienda la guía Montessori. “Esto es muy positivo tanto para aprender el idioma como para que los niños nos vean como ejemplos y, a pesar de que no sea nuestro idioma, lo intentamos y, aunque nos equivoquemos, es tanto un medio para pasarlo bien como para tener un momento de conexión y relax”.
La clave es, en todo caso, procurar que los niños estén expuestos constantemente a esa segunda lengua (al menos que lo estén el mayor tiempo posible).
El niño aprende a su ritmo
Si hay algo en lo que se diferencia fundamentalmente el método Montessori de otros métodos o sistemas pedagógicos (muchos de los cuales han adaptado algunas de sus propuestas) es que cada niño aprende a su propio ritmo. “Esto es importante especialmente en lo relacionado a los idiomas porque el proceso de comprensión viene siempre antes que la expresión”. Esto evitará, por tanto “bloqueos o rechazos”. En consecuencia, no se trata de que aprender idiomas con el método Montessori resulte más o menos fácil, sino que se trata de motivicación, puesto que “será la curiosidad del niño la que lleve a querer saber más”, asegura Victoria Hill. “Además, si se encuentra en un entorno donde el nuevo idioma está presente, esto hará que sienta la necesidad de usarlo y se sentirá más cómodo”.