Las piezas sueltas es el juego desestructurado en su máxima expresión. Algo muy simple para cualquier niño (cuanto más pequeño mejor), pero que los adultos hemos necesitado de una investigación casi científica para entenderlo. Sí, todo esto gira en torno a la llamada teoría de las piezas sueltas, que enunció Simon Nicholson, arquitecto y profesor universitario, en 1972, en un artículo magistral que tituló Cómo no engañar a los niños. Nicholson venía a decir que todos somos creativos por naturaleza, que nacemos con un interés intrínseco por descubrir, por experimentar y por idear y que se manifiesta, en parte, a través de los materiales más diversos, sin utilidad aparente, que los pequeños pueden manipular, transportar o adaptar a su antojo. ¿Pero qué son estos materiales?
Pues pueden ser desde un simple palo u hojas recogidas de un paseo al parque a objetos o utensilios cotidianos reconvertidos en elementos de juego. “Me gusta pensar en las piezas sueltas como ingredientes, materias primas con las que crear todo tipo de cosas complejas partiendo de elementos muy muy básicos”, apunta Priscilla Vela, autora del blog ‘Mamá extraterrestre’, en su libro Piezas sueltas. El juego infinito de crear. Al tratarse de elementos que son, por lo general, bien naturales o bien reutilizables, la primera parte del juego consiste en recolectarlos. “Descubrir una pieza suelta en algo cotidiano produce una sensación indescriptible, es como encontrar un tesoro”, describe Vela. “Unos tapones de colores, unos tetrabricks de leche, unos tubos de cartón, una caja de botones que la abuela lleva media vida guardando…”.
¿Por qué es importante que tu hijo juegue con piezas sueltas?
Y eso, por simple que parezca, abre la puerta a un tipo de juego totalmente diferente que favorece el desarrollo de “procesos complejos del pensamiento”, así como el pensamiento creativo, clave no solo para llevar a cabo creaciones puramente artísticas, sino también para la resolución de problemas. De hecho, como Priscilla Vela recoge en su libro, en torno a esto gira una de las preguntas en pruebas de acceso a la NASA, que ha planteado en alguna ocasión a los candidatos a acceder a la agencia aeroespacial estadounidense (la mayoría ingenieros aeroespaciales y científicos de toda índole) cuántos usos se le ocurren para un clip. Pues bien, esta pregunta tan simple es reveladora de la creatividad de una persona y, en el caso concreto de la NASA, es también determinante para superar o no su dificilísimo proceso de selección de personal.
Según los datos que aporta Vela en su libro, la mayoría de los adultos no son capaces de imaginar más de 15 usos, mientras que una persona creativa puede llegar a proponer en torno a 200. Eso solo lo logra un 2 % de la población adulta, algo mucho más fácil para la población infantil, ya que el 98 % de los niños entre tres y cinco años darían esa misma cifra. Lo más curioso es que a medida que van creciendo, desciende enormemente el porcentaje de niños capaces de dar tal cantidad de usos. Se puede concluir, por tanto, que la creatividad, en lugar de aumentar con la edad, parece ir desapareciendo, lo cual dice mucho también de nuestro sistema educativo.
Además de todo lo anterior, el juego con piezas sueltas favorece la autonomía del niño en lo que respecta a exploración y experimentación. Por eso, aunque en no pocas ocasiones se le ofrecen las piezas con una determinada presentación para llamar su atención, lo ideal es que sea él mismo quien busque e idee las piezas con las que jugar y que les dé el uso que prefiera. Por supuesto, muchas de las presentaciones hechas por un adulto tienen un fin pedagógico que no hay que desestimar, puesto que el cerebro del niño interiorizaría mucho mejor el conocimiento al aprenderlo de un modo sensorial.
¿Cómo se juega con piezas sueltas?
Si por algo se caracteriza este tipo de juego heurístico es que las posibilidades son infinitas. Pueden servir para hacer una especie de mini mundo fantástico, para hacer construcciones o para reelaborar el juego simbólico (con cocinitas, muebles imaginarios, casitas de muñecas hechas de cartón…) e incluso, para hacer manualidades. El juego será, simple y llanamente, como desee el niño. Sin limitación alguna. Y eso, precisamente, es lo que fomenta su creatividad.