En ocasiones, niños que llevaron a cabo la ‘operación pañal’ con éxito incluso por las noches vuelven a tener escapes tiempo después. Los motivos pueden ser diversos, como que el pequeño en realidad no estaba lo suficientemente preparado desde el punto de vista madurativo y, en ese caso, volver a necesitar el pañal por las noches es algo completamente normal. Pero no siempre es así y los padres deben estar atentos porque puede ser el reflejo de algo más. Si “ha existido una previa adquisición de la habilidad durante al menos 6 meses y se ha retrocedido en el proceso”, hablamos de “enuresis secundaria”, nos explica Marina Martín Ramos, psicóloga y neuropsicóloga infantil y coordinadora de los centros NeuroDei. “Aquí es muy posible que lo que pueda estar interfiriendo en la re-adquisición de este hábito sean variables de tipo socio-emocional”. Por tanto, “habría que valorar de forma precisa, ya que existe un amplio conjunto de circunstancias que pueden estar causando la presentación de esta sintomatología tan visible tanto para los padres como para el niño”.
Causas de la enuresis nocturna o secundaria
Para buscar las causas de la enuresis, lo que primero es comprobar que no existe ninguna causa médica. “Recomendamos que acudan a urología para que descarten en primer lugar que exista algún problema de tipo fisiológico que pueda estar interfiriendo en el proceso de adquisición de este hábito, aunque normalmente cuando se ha producido una retirada del pañal de forma exitosa y estable durante el tiempo, de por sí este hecho nos está indicando que es muy improbable que exista una condición médica que pueda estar produciendo el retroceso en esta capacidad”. Por eso, habría que buscar el origen en las siguientes circunstancias que señala Martín Ramos:
- La llegada de un hermanito. Se trata de un gran cambio que, “en cierta manera, condiciona el rol o el papel que puede tener el niño en la familia”, lo que le puede generar cierta inseguridad
- Cambio de colegio o de vivienda habitual. “En ocasiones, alteran el espacio seguro del niño ante el cual se siente indefenso”
- Gestión emocional. “Dificultades para identificar, expresar y gestionar emociones, lo que conllevaría la visibilidad de las mismas a través de la enuresis
- Relaciones sociales. Dificultades para integrarse o relacionarse con su grupo de iguales
¿Cuándo la enuresis es motivo de preocupación?
- Desde cuándo y cada cuánto tiempo se producen los escapes. “Las variables tiempo/frecuencia son muy importantes para realizar un análisis de la enuresis nocturna”. En consecuencia, hay que tener en cuenta “cuánto tiempo ha transcurrido desde la retirada del pañal y control de esfínteres y el retroceso en este mismo proceso, cuál es la frecuencia de los escapes nocturnos (algunos días puntuales o de forma frecuente) y, por último, cuánto se mantiene esta nueva condición en el tiempo”. En función de todos esos datos es cuando “se puede hacer una estimación de las circunstancias que pueden estar afectando y la gravedad de las mismas”, nos indica la neuropsicóloga. “No se interpreta de la misma manera que un niño tenga escapes dos noches al mes asociadas a momentos de exámenes, que un niño que lleva un periodo de tres meses teniendo escapes durante todas las noches”.
- Situación emocional. Como señalábamos anteriormente, la enuresis es reflejo de otra circunstancia mucho menos visible tanto para los padres como, incluso, para el niño. Es esencial que los progenitores estén atentos a “verbalizaciones que ponen en duda su autoestima o autoconcepto, modelos de afrontamientos evitativos que le impiden gestionar determinadas situaciones, rasgos de ansiedad fisiológica o cognitiva, hermetismo o dificultad para comunicarse con sus figuras de referencia u otro tipo de características”. En todas estas situaciones, “deberán tener en cuenta que es posible que su hijo y ellos mismos necesiten de un acompañamiento por parte de un profesional, en este caso, un psicólogo para que pueda guiarles en este proceso”.
Consejos para retomar la ‘operación pañal’ tras la aparición de la enuresis nocturna
- Comunicación. “Es muy importante cómo nos dirigimos a nuestros hijos”, apunta Marina Martín, dado que es probable que sientan vergüenza y procuren evitar hablar de lo que les ocurre. “Es fundamental que les validemos y recojamos emocionalmente y que podamos ponernos en su lugar, identificando cómo se pueden sentir”. Después, lo más apropiado “es que les acompañemos en el proceso de gestión de esta situación por ejemplo: ayudándoles a quitarse la ropa mojada, las sábanas”, al tiempo que entablamos “pequeñas conversaciones con nuestro hijo para valorar cómo se encuentra anímicamente en los diferentes contextos en los que se desenvuelve”.
- No poner pañal. Sobre todo las primeras noches, es mejor optar por no ponerle de nuevo el pañal, puesto que eso le puede llevar a cierta sensación de fracaso que podría reforzar la enuresis. Al principio y siempre que sea posible, habría que apostar por colocar protectores de colchón para que no surja en el niño o la niña ese sentimiento de retroceso.
- Atención a los horarios. “Trabajar en los hábitos de consumo de agua antes de dormir, patrones y estructura de higiene del sueño, hábitos de ir al servicio a determinadas horas...” puede resultarle de ayuda para evitar los escapes nocturnos.
- Refuerzo positivo con un calendario. “Existen otro tipo de medidas que se pueden implementar a modo de complemento junto con el empleo del pañal o sin él, como puede ser elaborar un registro atractivo para el niño en el que se valore con nubes y soles la frecuencia de los escapes reforzando positivamente los días que no se producen estos escapes nocturnos”; en este punto es clave el “entendimiento emocional” los días que sí se producen esos escapes.
- Pipi-Stop. Se trata de un dispositivo pensado para niños mayores de 5 años que tiene un sensor de humedad que actúa a modo de despertador o alarma cuando el niño moja la cama y su “finalidad es trabajar en generar una respuesta adaptativa ante la conducta del escape”. El objetivo es que el pequeño se despierte y vaya al baño, aprendiendo así mediante el condicionamiento.