El momento de la comida de los peques se convierte en todo un reto para muchas familias. El niño no quiere comer, le pongas lo que le pongas no se interesa por el plato y, lo que es peor, en muchas ocasiones, sucede que el peque comienza a correr por toda la habitación y hay que estar persiguiéndole con la comida en el tenedor. ¡Olvídate de hacer eso! Lo único que estaremos consiguiendo es que el peque a largo plazo no mantenga una buena relación con la comida.
Para empezar, debemos ser conscientes de que son niños y, como tal se comportan, da igual que sea la hora de comer, la hora del baño o la hora de dormir. Su principal estímulo, interés y necesidad es jugar y, por tanto, que le persigas con la comida en el tenedor para ellos será un juego, y ¡súper divertido, además! Esto “no significa que el niño tenga un problema, ni debemos catalogarlo como travieso o que “no hace caso”, porque esta situación es completamente normal. El niño es niño y, por ende, lo que quiere es jugar y divertirse”, asegura Carolina Navarro, Nutricionista Materno Infantil, fundadora de Nutrite Bebé (@nutritebebe).
En cualquier caso, lo más importante cuando se nos presente una situación así es no forzar al niño , no solo porque seguramente provocaremos que haga todo lo contrario, sino porque no generaremos que tenga una buena relación con la comida, como apuntábamos anteriormente. “Puede que obedezca y coma por responder al mandato, pero no logrará mantener a largo plazo una conducta saludable. En estos casos podemos ser un poco más flexibles con los horarios y respetar el mecanismo de hambre y saciedad del peque. Los mecanismos que regulan el apetito son fundamentales para mantener un cuerpo saludable”.
Buscando soluciones…
Puedes hacer un repaso de todo lo que ha estado comiendo a lo largo del día hasta ese momento y evaluar el apetito que puede tener. “¿Estuvo picando alimentos poco saludables que lo llenaron pero que no le nutren?... También puede ocurrir que el niño sea consciente de que si no come el plato de la mesa, de todas maneras tendrá el alimento que pida ‘con tal de que coma algo’, como puede ser: un dulce, snacks, unas galletas, un pan…”, dice la nutricionista.
Entonces, ¿qué podemos hacer para mejorar la situación? Crear una “estrategia consistente”, tal y como recomienda la experta en alimentación infantil. “Del mismo modo que una conducta exitosa se refuerza (si un niño lo felicitan por terminar el plato o probar un alimento nuevo, ese alimento quedará reforzado, y con las repeticiones habrá aprendido a preferirlo), si un niño logra atención por no comer, seguirá absteniéndose de los alimentos. Ignora las conductas negativas para que se extingan, y recuerda no ofrecerle reemplazo, ni darle snacks no saludables entre comidas”.
Otro punto a tener muy en cuenta, ya que es algo muy frecuente, es el “sistema premio-castigo” , ya que con ello solo conseguiremos que “lo que el niño aprenda sea que debe hacer algo que no le gusta, para recibir su premio”, indica la nutricionista. “Si un padre obliga a su hijo a comer determinados alimentos y a la vez le prohíbe sus preferidos, la coerción causará efectos opuestos a los buscados. Lo que deberíamos hacer es transformar el acto de comer en un juego y hacerlos partícipes de todo, por ejemplo, dándoles la libertad de elegir, entre dos opciones, lo que van a comer. ‘¿Quieres arroz o fideos?’, ‘¿qué prefieres una manzana o una mandarina?’, etc…”.
Haz que las comidas sean un momento de compartir en familia
Es normal que, a estas edades, entre los 2 y los 6 años, sobre todo, tengan más ganas de jugar y su prioridad sea la de divertirse antes que comer o realizar cualquier otra actividad que les ‘aburra’. ¿Cómo podemos crearles interés? “Como padres tenemos que enseñarles a generar ese vínculo y relación de comida sana es igual a momento agradable”, y esto podemos hacerlo de la siguiente manera, aconseja la nutricionista:
- Preparar el ambiente, la silla, la mesa, los cubiertos, el clima emocional… todo esto también forma parte del acto de comer.
- Podemos poner la mesa juntos: elegir qué plato quiere usar, qué cubiertos, el vaso de qué color lo quiere… en definitiva, hacerles partícipes de esas acciones y enseñarles que ellos también están eligiendo.
- Los niños pueden ayudarnos a cocinar, a ir al súper y elegir juntos lo que comerán en la cena. Esto ayuda a que no llegue el momento de sentarse a comer y tengan que cortar su juego.
- Mantener ciertas regularidades en la estructura de las comidas, como los horarios, los lugares… esto aporta pautas y los prepara para la vida social.
La importancia de ser consciente
Al fin y al cabo, lo que debemos enseñar a nuestros peques es a ser conscientes de lo que comen, a que el acto de comer sea un momento agradable, de disfrute y de compartir en familia . “Muchos creen que comer es un instinto, pero hoy en día sabemos que va mucho más allá, y debemos enseñarle un estilo de alimentación saludable y sostenible en el tiempo”, sostiene la experta en alimentación.
Respetar sus signos de saciedad y no forzarles es primordial, y es que hay estudios que aseguran que los niños a partir de los 3 años poseen de la capacidad de regular porciones. “Sin embargo, el control constante de los padres o abuelos determina esta autorregulación. Si no se les permite experimentar, interpretar y confiar en su sensación de hambre y saciedad, con el tiempo pueden perder esa habilidad. Esto es peligroso porque puede conllevar a tener una mala relación con los alimentos”, advierte.
Por supuesto, ser conscientes también de la importancia de comer saludable, evitar así los alimentos procesados o dejarlos para las mínimas ocasiones, y algo también muy importante, eliminar todo tipo de distracción a la hora de comer. Asimismo, “ofrecerle un menú variado, pero que no tenga más de 3 opciones en el plato porque sobrecargarlo puede provocar más rechazo. Enseñarles a armar un plato saludable , lleno de colores y que ellos puedan elegir qué colores poner en el plato”.
Otros consejos que también te serán muy útiles…
En definitiva, lo más importante que debemos tener en cuenta es fijarnos en la calidad de los alimentos y no en la cantidad. Respetar su respuesta de hambre-saciedad permitirá que cuando sean adultos “puedan elegir qué comer, cuánto comer y cómo comer y evitará problemas de sobrepeso u obesidad, así como trastornos alimentarios”. La nutricionista, para finalizar, nos da algunos consejos más muy útiles:
- Prepara una única comida para todos los miembros de la familia.
- Establece reglas alimentarias: los padres debeen proveer alimentos saludables y apropiados a sus hijos en contexto positivo, contenedor y respetuoso; en horarios regulares al estilo de vida de cada familia.
- Enséñales que ciertos alimentos, normalmente los menos saludables, no está mal comerlos pero solo en situaciones particulares o especiales (como fin de semana o un festejo). No prohibirles los alimentos porque sino se vuelven más atractivos, debemos enseñarles cómo manejarlo.
- Seguir ofreciendo el alimento aunque el niño lo haya rechazado una vez. Se requieren más de 10 exposiciones de cada alimento nuevo para aprender a preferirlo. Que los peques coman de todo solo depende de la paciencia y constancia de los padres.
Y nunca olvidar que, “la confianza y los límites son la base de una buena alimentación”, concluye la nutricionista infantil.