Cuando el profesor o tutor de un niño plantea los padres la necesidad de hacerle una evaluación psicopedagógica, la inquietud en los progenitores suele ir de la mano. Si bien se propone a raíz de la detección de determinadas dificultades y en no pocos casos es el primer paso para la detección de algún tipo de problema de neurodesarrollo, el objetivo de una evaluación de este tipo es “identificar las necesidades que puedan presentar los alumnos para establecer así una adecuada intervención”, como apunta la psicopedagoga Laura García Gil (@epic_psicopedagogia). Lo que se busca, por tanto, es comprobar si efectivamente hay una dificultad en el pequeño para tomar las medidas adecuadas que le permitan desarrollar todas sus capacidades.
Si bien es cierto que, a un niño en el que no se detectan dificultades ni problemas de aprendizaje, no se le suele realizar una evaluación psicopedagógica, es fundamental ver el enfoque positivo, puesto que “se trata de un proceso de recogida de información” orientado a establecer “una adecuada intervención” y establecer las pautas necesarias para ayudarle. “Por lo general, es una petición que se suele hacer desde el colegio puesto que, es el tutor, el que detecta posibles dificultades de acuerdo a la edad en la que se encuentre”, detalla la psicopedagoga. “Aún así, muchas veces son los padres los que acuden a consulta para solicitar una evaluación por conductas o comportamientos que hayan detectado y les producen preocupación”.
¿Cuándo hacer una evaluación psicopedagógica?
Es necesario que las familias, bien por indicación del centro escolar o bien por iniciativa propia, acudan un psicopedagogo cuando detecten “los siguientes signos de alarma” que expone García Gil:
- Muestra dificultades en el aprendizaje.
- Encontramos alteraciones en la lectura y escritura.
- Hay presencia o sospecha de un trastorno del neurodesarrollo (TEA, TDAH…)
- Disminución en el rendimiento académico
- Le cuesta concentrarse o tiene dificultad para mantener la atención.
- Hay falta de motivación para los aprendizajes escolares
- Dificultad en el desarrollo de las habilidades sociales
Pasos de la evaluación psicopedagógica
La evaluación psicopedagógica es un proceso sistematizado que consta de distintas fases:
- Entrevista inicial a los padres y al alumno. Es importante averiguar cómo se desenvuelve el niño en otros contextos, más allá del escolar, para hacer una correcta evaluación, por lo que el primer paso es hablar en persona tanto con el pequeño como con sus padres, que aportarán información relevante al respecto.
- Evaluación propiamente dicha, “centrada en la observación de conducta, recogida de información de la escuela y aplicación de pruebas psicopedagógicas”.
- Informe y objetivos de intervención propuestos. Es el momento en el que el psicopedagogo da una respuesta tanto a los padres como al profesor o tutor acerca de la dificultad del alumno y cuando propone una serie de pautas a seguir para ayudarle.
- Seguimiento y reevaluación. El psicopedagogo comprobará cómo evoluciona el niño o la niña tras la adopción de ciertas medidas para ayudarle de manera más efectiva.
¿Cómo actuar tras el resultado de la evaluación psicopedagógica?
En función de los resultados obtenidos, se establecerán unas propuestas de intervención u otras, siempre buscando “mejorar las dificultades” que presente el niño. “Si el diagnóstico es clínico, se deriva al especialista correspondiente y una vez confirmado, se pone en marcha la intervención”.
En cualquier caso, “lo importante es que, tras la evaluación, se hayan establecido las fortalezas y desafíos para trabajar con ese alumno, de manera que el psicopedagogo puede comenzar el trabajo de intervención”, detalla Laura García Gil. “Es de suma importancia que se cree un clima agradable con el alumno, y que se realice la psicoeducación, es decir, formar e informar, tanto a la familia como al alumno de los resultados y del proceso a seguir”.