Todos tenemos claro que la obesidad infantil es un problema y que le supone a los niños un grave riesgo cardiovascular, pero parece que eso queda muy lejos. Incluso en los menores con un claro sobrepeso, resulta difícil para sus padres imaginar que puedan sufrir algún tipo de trastorno cardiovascular, si bien antes de llegar a eso son otras muchas las enfermedades que pueden ir apareciendo: “diabetes mellitus, dislipemia, hiperuricemia, enfermedad de hígado graso no alcohólico, síndrome de apnea obstructiva del sueño, síndrome de ovario poliquístico, entre otras”, apunta el Dr. Alejandro Parra Rodríguez, médico adjunto de Endocrinología Infantil del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz y miembro del grupo de trabajo INFASEN.
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“La obesidad es una enfermedad que se produce por el acúmulo excesivo de grasa en el organismo, tanto debajo de la piel como alrededor de los órganos abdominales. Este exceso de grasa provoca diversos cambios inflamatorios y en la secreción de péptidos relacionados con el metabolismo que favorecen la aparición de enfermedades”. La aparición de esas comorbilidades es lo que “incrementa notablemente el riesgo cardiovascular en etapas tempranas de la vida”.
Además, la obesidad puede adelantar la pubertad. La explicación científica a esto es que “el incremento de la masa grasa corporal se relaciona con cambios en la síntesis y secreción de diversos péptidos sintetizados en el tejido adiposo. Algunos de estos péptidos, como leptina, participan tanto en la regulación del metabolismo como de la reproducción, de tal forma que el exceso de peso de forma mantenida desde etapas precoces se ha relacionado con adelanto de la pubertad”. A todo esto hay que sumar la “elevada prevalencia de trastornos psicosociales” en niños con exceso de peso, cuya salud mental habría que cuidar con mimo.
¿Son reversibles esas enfermedades?
El doctor es contundente al respecto: “dependerá fundamentalmente del grado de obesidad alcanzado y del tiempo de evolución”. No en todos los casos, por tanto, desaparecerá el trastorno o la enfermedad provocada por la obesidad una vez que se alcanza un índice de masa corporal más adecuado. Sí “puede observarse normalización de las cifras de tensión arterial, así como de las alteraciones del metabolismo, hidrocarbonado y lipídico, fundamentalmente” en aquellos niños que hayan experimentado una “disminución relevante del porcentaje de masa grasa en paralelo a la disminución del índice de masa corporal” y que haya seguido las “recomendaciones higiénico-dietéticas” dadas por su médico y actividad física regular.
¿Cómo ayudar a un niño o a una niña con obesidad?
- Analizar de manera individual cada caso. “Lo primero y más importante es individualizar cada caso y no culpabilizar al niño. Es necesario conocer los hábitos de vida de los niños con obesidad y poco a poco ir modificando aquellos que puedan perpetuar su grado de obesidad”. Para ello, es fundamental “hacer partícipe” en el proceso “al niño o al adolescente en función de su madurez”, subraya el Dr. Alejandro Parra.
- Analizar las causas. “Al contrario de lo que suele pensarse, no todo paciente con obesidad se relaciona con sedentarismo y malos hábitos dietéticos”. Es importante tener en cuenta la existencia de distintas “etiologías causantes del exceso de peso cuyo enfoque debe ser diferente”. La genética, por ejemplo, juega un papel determinante y en los últimos años se ha dado un “aumento de la detección de casos de causa genética” gracias a un mayor conocimiento en torno a “las bases moleculares de la obesidad”. En estos casos, “suele observarse una obesidad muy llamativa desde etapas muy precoces (lactante o preescolar) en la que suele evidenciarse mayor o menor grado de hiperfagia”.
- El sueño. “En los últimos años se ha estudiado la relación del sueño y el exceso de peso por la posible influencia de los ritmos circadianos en la secreción de diferentes hormonas relacionadas con el metabolismo”, de modo que varios estudios dirigidos específicamente a adolescentes concluyen que un menor número de horas de sueño se relaciona con un mayor porcentaje de exceso de peso. “Las investigaciones desarrolladas por nuestro grupo mostraron la relevancia de la regularidad del sueño a lo largo de la semana, de forma que si el número de horas destinadas al sueño durante el fin de semana se incrementa notablemente con respecto a lo que se hace entre semana, también se relaciona con mayor índice de masa corporal”, aclara el endocrinólogo infantil. “En suma, es preciso asesorar sobre el número de horas de sueño adecuadas a la edad tanto en horario escolar (lunes a jueves) como durante el fin de semana”.
- Tratamiento farmacológico. “En los últimos años se está avanzando notablemente en la búsqueda de fármacos destinados al tratamiento de la obesidad, en parte, gracias al conocimiento de las bases moleculares de la obesidad”, nos indica el doctor. “A día de hoy, disponemos de dos tratamientos médicos aprobados por las autoridades de nuestro país para el tratamiento de la obesidad infantil y juvenil”, aunque siempre, incide, cualquier tratamiento farmacológico “debe ir acompañado de medidas destinadas a mejorar los hábitos higiénico-dietéticos del niño y adolescente con exceso de peso”. Estos tratamientos son: Setmelanotide (indicado para mayores de 6 años que tienen, además, una alteración genética) y Liraglutide (indicado para mayores de 12 años), que no está financiado. Ambos deben administrarse mediante pinchazos subcutáneos diariamente.