En el año 2021, Coni La Grotteria fue finalista del Global Teacher Prize, donde se premia a los 50 mejores docentes del mundo. Unos años antes había sido reconocida por EDUCA como la mejor en Educación Infantil en España. Es una apasionada de la educación y de la innovación y sus esfuerzos se dirigen a promover una sociedad más justa y empática, donde los niños son el primer eslabón.
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Acaba de publicar Educar en la tolerancia (Ed. Plataforma), donde comenta cómo fomentar una cultura de la paz y qué papel juega la familia en una educación basada en el respeto, la equidad, la libertad y la justicia. Hemos charlado con ella para que nos cuente cómo apostar por la diversidad.
¿Cuáles son las bases de una educación basada en la tolerancia y el respeto la diversidad?
En un mundo en el que las guerras y las desigualdades se incrementan a diario, es importante que la sociedad se disponga a comprometerse por una educación en valores. La infancia aprende de lo que vive y experimenta , esta es una premisa que requiere consideración y respeto.
Por ello, urge promover una educación basada en el respeto mutuo, donde se entienda la diversidad como un valor, como una oportunidad de encuentro que nos enriquece como sociedad. Y una diversidad que no se centre en lo cultural o social, sino como un proceso de transformación donde todos somos únicos y las diferencias coexisten y se respetan.
Y en un contexto más educativo, debemos apostar por modelos más equitativos para romper estereotipos y prejuicios arcaicos.
Los niños se miran en el espejo de sus padres, ¿qué hay que desterrar si se quiere ser un modelo positivo para ellos?
Para comenzar debemos cambiar el foco adultocentrista y respetar a los niños y niñas. Con respetar hablo de la manera que uno los considera, escucha, qué actitudes tiene y cómo les habla. A veces a un amigo o compañero de trabajo le permitimos tener un día malo, cuando nos habla no le interrumpimos ni minimizamos sus peticiones, incluso aceptamos sus decisiones, pero para la infancia no lo toleramos.
Por ello, empezaría con el respeto de hacerlos partícipes y que se sientan escuchados desde la primera infancia. Los adultos somos los grandes transmisores de valores, cómo nos comportemos con nuestros hijos e hijas influirá en la construcción de su carácter y personalidad, con un impacto en sus futuras relaciones sociales.
Añadiría que es un momento clave, como generación, para erradicar un lenguaje racista y machista lleno de prejuicios y estereotipos de género. Además de que nos utilizan como espejos, integran nuestras actitudes y frases de manera literal, por ello nuestra responsabilidad como referente es clave en el desarrollo.
En el libro comentas que no nos enseñan a escuchar, ¿qué importancia tiene en la educación una escucha activa?
Vivimos en una sociedad actual donde la gran prioridad es el lenguaje. Muestra de ello son la infinidad de cursos sobre el poder de la palabra y la importancia de dominar el arte de la oratoria, ya sea para transmitir, vender o emocionar. Somos seres sociales y nuestra principal interacción parte del lenguaje.
Estamos de acuerdo en que, por varios motivos, admiramos a las personas con un gran léxico y con capacidad de transmitir o contar historias. En la infancia, nos sorprende y entusiasma cuando un niño o una niña son precoces en el lenguaje. Pero no nos preguntamos por la importancia de escucha, una escucha activa, que no sea solo asentir, sino educar la escucha como un tiempo de compartir, de atención, de conexión y vínculo. Le estoy enviando a la otra persona un mensaje muy potente: estoy presente.
¿De qué manera el lenguaje utilizado interviene en la forma que tienen los niños de percibir y sentir el mundo?
A través del lenguaje creamos y moldeamos realidades, normalizamos expresiones cargadas de prejuicios como ‘¡vaya pelos de gitana!’ o ‘¡los niños no lloran!’ que nos van condicionando, favoreciendo constructos sociales racistas o sexistas. Es necesario revisar nuestra comunicación y modular cuando sea necesario nuestras expresiones de manera que, poco a poco, eliminemos la violencia de nuestro lenguaje.
La infancia merece espacios seguros y abiertos al debate, al diálogo y a la reflexión dónde se sientan seguros y libres.
El acoso escolar es una realidad dolorosa para muchos niños. ¿Cuál es tu propuesta para ponerle fin?
La clave es la prevención, siendo uno de los mayores retos de la sociedad. Urge educar en el respeto por encima de cualquier conocimiento, comenzando por fomentar la actitud de apertura y comunicación, favoreciendo espacios de convivencia sanos y libres de prejuicios desde la primera infancia.
Es esencial recalcar el mensaje a la víctima de acoso escolar: ‘¡No es tu culpa!, ¡no lo has provocado tú!’.
Asimismo, las familias no deben sentirse desamparadas y han de solicitar que se activen protocolos en las escuelas. Y responder con violencia es el peor ejemplo que podemos dar, debemos crear redes de sostén donde los amigos y amigas no se sientan ‘chivatos’ al avisar a un adulto cuando ven algún caso de violencia, sino que estamos cuidando, protegiendo y ayudando a un amigo.
¿Cómo debe ser la reacción de los padres cuando sus hijos son víctimas de un comentario o de una acción donde no ha habido respeto, por racismo, sexismo...?
Como hablábamos en los casos de acoso, no responder con violencia, ni siquiera verbal. Es necesario darle herramientas para poner límites a los demás, explicarles lo que significa el comentario y darle ejemplos explicando el contexto. Enseñarles a pedir ayuda, y si se da en un contexto escolar, no dudar en comunicarlo para que se tomen medidas. Existen espacios específicos durante la jornada lectiva para dialogar, reflexionar y resolver conflictos, como las tutorías, asambleas, etc.
Uno de tus proyectos es “Escuelas de Paz”, ¿cuáles son sus objetivos?
Escuela de Paz nace como un pequeño proyecto donde mi cuento El color de la piel llega a quince escuelas de España acompañado de una caja de colores con diversas tonalidades del color piel e invita a reflexionar sobre ¿cuál es el color carne? A través de ese primer tour se convierte en todo un referente donde se diseñan actividades para transformar la escuela promoviendo una cultura de paz. El proyecto llega a Latinoamérica, y es galardonado con varios premios internacionales.
El objetivo general abarca a toda la comunidad educativa para fomentar valores basados en la convivencia, que permitan un desarrollo local y global, incluyendo reflexiones sobre la diversidad, educando para la aceptación, el respeto mutuo y la tolerancia.
Incluye acciones educativas, crear roles activos para que las familias intervengan en la escuela, favorecer el diálogo, crear jornadas solidarias, promover patios inclusivos, entre otras.
¿Cómo educar para la paz desde la familia?
Como familia os invito a revisar el significado de éxito, y qué familia queremos ser. De estudiante nos sigue definiendo una calificación, las medallas ganadas, y de adultos el dinero que generamos, y en la actualidad a veces los followers…
Una buena pregunta es cuáles serán los valores que nos definen, si vamos a educar desde el amor, la paciencia y el respeto. Incluso saber que somos imperfectos y nos vamos a equivocar, pero en esos casos reconocer el error ante nuestros hijos e hijas. Crear vínculos sanos desde casa va a influir directamente con las redes y relaciones que construyan a lo largo de sus vidas.