El conocido como ‘arreglo floral Montessori’ es una de las actividades favoritas de los niños que siguen esta pedagogía bien en sus centros educativos o bien en sus casas. Es una de las propuestas de la llamada área de vida práctica de esta metodología y consiste en preparar un ramo de flores en un jarrón junto a nuestros. Una tarea sencilla y bonita y, además, sumamente enriquecedora. A priori, puede resultar curioso que una actividad así pueda aportar algún provecho a los niños (más allá del hecho de tenerlos entretenidos un buen rato), pero si nos fijamos detenidamente, sus beneficios son cuantiosos:
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Autonomía
Si hay un objetivo primordial en la filosofía Montessori ese es el de favorecer que el niño sea autónomo. La autonomía se busca en todo tipo de actividades, ya sean de matemáticas, de lenguaje o de cualquier otra área, puesto que todos los materiales Montessori son autocorrectivos (es decir, están diseñados para que el pequeño se dé cuenta por sí mismo si ha cometido algún error); pero donde cobra especial importancia es en las actividades de vida práctica. En el caso de hacer un arreglo floral, no va a ser algo determinante para su vida, ni que necesite especialmente para valerse por sí mismo, pero sí le va a conferir una autoestima y una capacidad resolutiva que podrá transferir a otros muchos aspectos de su vida. Ver cómo realizar una actividad que normalmente hacen los adultos le hará sentirse capaz y autosuficiente.
Motricidad fina
La motricidad fina se trabaja en el momento de cortar el tallo (que, por supuesto, deberá contar con la supervisión de un adulto), de verter el agua en el jarrón (recordemos que los trasvases son una de las actividades más importantes de vida práctica para el método Montessori en niños menores de 3 años) y en el momento de introducir la flor en el jarrón (las guías Montessori hablan de insertar, que favorece además la coordinación óculo-manual)
Motricidad gruesa
El niño es el que se debe encargar de llevar el vaso o jarra con agua que verterá en el jarrón y, una vez terminado el arreglo floral, será también quien lo coloque en su ubicación definitiva, por lo que necesariamente trabajará el control corporal al caminar portando un objeto de cierto peso para él o para ella.
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Concentración
Es una actividad entretenida y bonita que hará por puro placer, lo que al mismo tiempo le motivará para estar mucho más concentrado. Deberá, por otro lado, fijarse en una secuencia de pasos (cortar el tallo de cada flor, llenar de agua el jarrón, introducir las flores, colocar el jarrón en su sitio…) que le ayudará a fomentar su atención sostenida.
Estimulación sensorial
Manipular las flores de este modo estimulará el tacto, la vista y el olfato de nuestros peques, que percibirán diferentes texturas y vistosos colores, así como olores que probablemente nunca antes hayan tenido tan cerca. Precisamente eso, el aprendizaje a través de los sentidos, es uno de los fundamentos del método Montessori.
Aprende a cuidar un ser vivo
Esta actividad le hace ser consciente de la importancia de todos los seres vivos que hay en la naturaleza y de la necesidad de cuidarla. Le ayuda a ser responsable, ya que sin sus cuidados, las flores pueden morir antes de tiempo
Aprende a valorar la naturaleza y la belleza que hay en ella
Lo anterior le ayuda también a valorar la naturaleza y a fijarse en la belleza que hay en ella. Seguro que empieza a prestar mucha más atención a las flores en vuestro próximo paseo por el campo y que te hace más preguntas sobre ellas.
Comprende el ciclo de la vida
Al comprobar que, inevitablemente, las flores se marchitarán antes o después a pesar de sus cuidados, asimilará que tienen un fin. Se puede aprovechar el momento para hablar con tu hijo del ciclo de la vida de todos los seres vivos.
Fortalece el vínculo padre/madre-hijo
Esta actividad requiere que el adulto trabaje mano a mano con el pequeño que, si bien irá adquiriendo poco a poco más autonomía (a medida que repite esta y otras actividades de vida práctica), tendrá muy cerca a su madre o a su padre, sobre todo las primeras veces, para aprender él a hacerlo correctamente. Es, por tanto, una fantástica oportunidad para fomentar el diálogo y, en medio de una actividad tan bonita, también para fortalecer el vínculo entre el progenitor y el hijo.