Madre con su hijo en el sofá©AdobeStock

Psicología infantil

¿Tu hijo obedece siempre? Puede que no sea tan positivo como crees

El sueño de muchos padres es que los niños obedezcan siempre... y a la primera. Pero para los psicólogos no es una buena idea. Te explicamos por qué los pequeños deben cuestionar las normas y qué hay detrás de los menores excesivamente obedientes.

Hasta que llegan a la adolescencia, los niños no asocian correctamente los conceptos de bien y mal en todas las ocasiones, por eso cuando hacen lo que dicen sus padres sin cuestionarlo, esto es, cuando obedecen, se guían por los castigos o las recompensas que puedan obtener.

“Asociamos portarse bien con obedecer y portarse mal con desobedecer, porque aplicamos en los niños el criterio moral de los adultos”, afirma Sylvie Pérez, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC (Universtitat Oberta de Catalunya). Pero “el niño o el adolescente que más preocupa a los psicólogos es el niño asintomático, el que nunca cuestiona nada y obedece a todo”, resalta.

Distinguir entre obediencia ciega y obediencia para evitar riesgos

Los menores tienen que cumplir unas normas impuestas por los adultos para evitar riesgos de los que no son conscientes por la inmadurez propia de su desarrollo. En ese sentido, los padres son los que deben marcar las líneas rojas en cuanto a los peligros, por ejemplo, no cruzar la calle solo o no subir en ascensor sin compañía. Esas son normas que hay que aceptar.

Pero en otro punto están las pautas que se dictan al menor a diario y que no tienen que ver con ese ámbito. “Vivimos en un mundo muy inflexible: los niños salen del colegio, hacen sus extraescolares, juegan un tiempo concreto en el parque, cenan a una hora determinada, no pueden ver la tele más que unos minutos establecidos... Todo está pautado. Hay niños que no obedecen porque se cuestionan la norma y te preguntan. Simplemente no comprenden por qué tiene que ser así, y si lo hacen sin agresividad es un buen síntoma”, aclara la experta.

¿Por qué hay niños que obedecen siempre?

Cuando un niño obedece siempre, detrás puede haber “un exceso de contención que en algún momento va a estallar”, advierte Sylvie Pérez. Así, puede haber menores que se comporten siempre sin cuestionar las normas delante de sus padres o en entornos concretos, como el colegio, pero que fuera de la mirada adulta muestren una conducta mucho más descontrolada.

¿Cuál sería el problema? “El exceso de control externo impide que el niño se autorregule”, alerta Paula Morales, profesora también de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. “Pautas excesivamente autoritarias limitan la habilidad del niño o la niña para ser flexibles, tener iniciativa, pensar, desarrollar una capacidad crítica...”, detalla.

De esta manera, cuando el menor tiene que enfrentarse a situaciones cotidianas de la vida no es capaz, porque no tiene habilidades para ello. Y esto se extiende también a la etapa adulta por el déficit que hubo durante la infancia.

Los niños que siempre desobedecen

Pero, al igual que hay niños que siempre obedecen, y no es lo deseable, también hay pequeños que desobedecen sistemáticamente. Hay distintos factores que pueden jugar un papel determinante en esta situación, como algunos genéticos y neuropsicológicos, poca supervisión familiar o un exceso de control, la influencia del entorno social (en el colegio y en el lugar de residencia), donde imitan otros modelos de comportamiento...

“La desobediencia del niño es solo lo que vemos, pero debajo está la mayor parte: las causas que lo han motivado, los elementos que lo han hecho llegar a ese estado. Pensemos qué hay debajo: ¿lo han encasillado en el colegio?, ¿hay algo que dificulta su bienestar? En este sentido, los padres debemos actuar como detectives y buscar pistas que nos hagan completar el puzle”, recomienda Paula Morales.

En todo caso, hay unas fronteras que nunca se deben pasar, como las agresiones o los insultos. Hay que ser inflexibles ante ellas.

Permitir que cuestionen la norma

Para que los niños aprendan a autorregularse y a ser adultos con más criterio es bueno que de pequeños no se busque que obedezcan de forma ciega, sino que se les permita cuestionarse las normas. “Existen normas o pactos en la convivencia diaria que deben poder ser cuestionados por parte de los niños”, apunta Sylvie Pérez. “Hay que darles la oportunidad de que manifiesten su voluntad y de validar si lo que dicen es aceptable o no”, afirma.

Del mismo modo aconseja no centrar las conversaciones en lo bien o lo mal que se han portado sino en los hechos: “¡Qué bien has comido!, ¡qué bien ha estado que juegues con los abuelos!”, porque portarse bien o mal es un juicio moral de los adultos, pero jugar con los abuelos es positivo, aunque no responda al buen o mal comportamiento”, aclara.

Los recursos emocionales y comunicativos que los padres brinden a sus hijos durante la infancia y la adolescencia, pasando juntos tiempo de calidad y escuchándolos, son esenciales para que los niños no obedezcan sin más, sino que se conviertan en personas más autónomas y con una gestión más adecuada de sus emociones.


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