Si has tenido un hijo y está en sus primeros años de vida, sabrás que está malito con mucha frecuencia, especialmente si va a una escuela infantil. Así, se estima que pueden sufrir de 8 a 12 episodios respiratorios en un año. Catarros, infecciones respiratorias, diarreas, conjuntivitis... son muy habituales en ese periodo. Pero la sorpresa es que no afectan solo a los más pequeños de la casa.
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Los padres se pueden ver inmersos también en ese torbellino de enfermedades. Posiblemente si estás en ese caso hayas acudido al médico para consultarle por qué no dejas de enfermar. La pregunta clave entonces es: “¿Tienes hijos pequeños?”. Ahí está la explicación.
¿Qué pasa con las defensas de los mayores?
Posiblemente, todas las afecciones de salud por la que pasen tus hijos ahora las hayas pasado ya hace muchos años, pero es como si el cuerpo se enfrentara de nuevo a ellas por primera vez.
Cuando el pequeño se relaciona con otros niños, y de forma especial en la escuela infantil, el intercambio de virus es tan intenso que es difícil escapar de las infecciones. Pero es que esos virus llegan también a casa y los mayores no los combaten de la misma manera.
“El sistema inmunitario se vuelve menos eficaz con el envejecimiento, pierde la capacidad de distinguir lo propio de lo ajeno”, explica la Dra. Mónica Reyes Urbina, médico de Urgencias del Hospital Universitario Vithas Madrid Arturo Soria. Esta es la explicación: “Los glóbulos blancos, como los macrófagos, tardan más tiempo en destruir a las células extrañas, otras como los linfocitos T disminuyen su velocidad de reconocer a las células invasoras con las que ya están en contacto”.
Así, todos estos cambios serían los causantes de que los padres fueran más sensibles a las infecciones que traen sus hijos a casa, como el rinovirus en el terreno respiratorio, el virus del resfriado común y los viurs gastrointestinales como los adenovirus.
¿Hay enfermedades infantiles más graves en adultos?
Las infecciones no impactan de la misma manera en niños y adultos. Hay algunas que los pequeños pasan sin complicaciones, pero que pueden resultar más peligrosas en mayores. Es el caso de las enfermedades exantemáticas, como la varicela, “que en los adultos presenta un cuadro más grave, llegando a producir en algunos casos neumonías o encefalitis”, indica la experta.
Otro ejemplo muy frecunte es el virus coxsackie 16, conocido popularmente como enfermedad de pie-mano-boca. “En el adulto puede ser más extenso, duradero y molesto, y en ocasiones tener síntomas atípicos que dificultan su diagnóstico”, señala la Dra. Mónica Reyes. También dentro de las gastroenteritis, el rotavirus puede ser más severo en personas mayores.
¿Hay alguna manera de fortalecer las defensas de los padres?
Tras enfrentarse a todos estos episodios, muchos padres se preguntan si hay alguna manera de protegerse. “La mejor manera de fortalecer nuestra salud como padres es mediante una adecuada alimentación, descanso, sueño reparador y la realización de actividad física. Con 30 minutos de ejercicio en casa o un paseo a buen ritmo es suficiente”, destaca la Dra. Daniela Silva, responsable de la Unidad de Asistencia Médica a Domicilio de Vithas Internacional.
Cuando se tienen hijos pequeños, lograr un descanso adecuado puede ser tarea casi imposible, por eso se recomienda descansar cuando ellos lo hagan. La realidad es que no siempre es factible. Por ello, intentar llevar una alimentación adecuada puede ser un buen objetivo. “Es importante incluir una buena variedad de frutas y verduras ricas en vitamina C, intentando consumir al menos cinco raciones diarias. La vitamina C de las frutas es suficiente y mucho mejor que cualquier otro suplemento”, comenta la experta.
Sin embargo, especialmente en época de otoño/invierno, “es importante que revisemos nuestros niveles de vitamina D, ya que nuestro cuerpo no es capaz de producir esta vitamina al no estar expuestos al sol. La mayoría de la población adulta requiere de una suplementación de al menos 1000 UI de vitamina D3 al día para prevenir el déficit que ocurre en esta temporada”, señala. No obtante, su recomendación es consultarlo con el médico para que ajuste la dosis de suplemento necesaria.
Además, la Dra. Silva insiste en la importancia de la prevención de este tipo de infecciones a través del lavado de manos, que ha de ser necesariamente tras cada cambio de pañal, al llegar a casa del colegio o escuela infantil y durante el día la hacer cambios de actividades. “Los juguetes de los bebés también deben lavarse con frecuencia”, insiste.