La adolescencia conlleva cambios drásticos en todos los órdenes: a nivel físico, cognitivo, de comportamiento... Su cerebro está cambiando y el que podía ser hasta el momento un niño tranquilo se convierte en un chico irritable, con emociones muy intensas y variables, impulsivo... Todo ello forma parte de esa fase de transición hacia el mundo de los adultos. Pero conviene saber cómo afrontarlo.
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Para hablar de la impulsividad en esta etapa hemos recurrido a Mara Cuadrado, psicóloga especialista en clínica infanto-juvenil y familia, y miembro del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.
¿Por qué se vuelven tan impulsivos?
En la aparición de la impulsividad en la etapa adolescente hay varios factores que entran en juego. Por un lado está el temperamento del propio chico, que depende de su genética y que se manifiesta desde el nacimiento. También hay razones orgánicas, y es que, como explica la experta, los cambios neuropsicológicos que se dan en esta etapa favorecen la impulsividad. Así, determinadas hormonas “contribuyen a buscar el placer sin valorar riesgos y facilitan la irritabilidad y la labilidad [inestabilidad] afectiva”.
Pero no hay que olvidar el peso del ambiente: “La hiperestimulación que les aportan las pantallas, los modelos que, en ocasiones, ven en sus iguales y la falta de sueño dificultan la activación voluntaria del córtex para autocontrolarse y tomar decisiones adecuadas”, detalla.
La importancia de la imitación y otros factores
Aunque la impulsividad sea propia de la adolescencia, se modula de una manera o de otra dependiendo de distintas circunstancias. Una de ellas es el modelo de resolución de conflictos que tengan los chicos en casa, tanto por parte de sus padres como de sus hermanos. Si los padres tienen un modelo inadecuado para resolver sus discrepancias, esto puede jugar en contra de la expresión de la impulsividad adolescente.
También es habitual que los hermanos pequeños imiten a los mayores, “copiando en ocasiones formas de responder y tratar a los padres por el hecho de hacer lo mismo que su referencia mayor”, resalta la psicóloga.
En la impulsividad también pueden tener peso otras circunstancias, como que el adolescente presente TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), donde uno de sus síntomas es, precisamente, la presencia de respuestas impulsivas.
¿Qué influencia tiene la impulsividad en el desarrollo del adolescente?
La impulsividad puede afectar a muchos aspectos del día a día del adolescente, tanto en sus relaciones sociales y familiares como en su progresión académica y en su forma de pensar acerca de sí mismo.
“Posiblemente pierda amistades por decir cosas no pensadas, termine siendo el ‘eterno castigado’ en casa, no sea capaz de reflexionar las respuestas de un examen antes de escribirlas o elija hacer otras cosas antes de ponerse a estudiar...”, destaca Mara Cuadrado.
Todo ello tiene un impacto claro en su autoconcepto: “Al final puede llegar a pensar que no tiene espacio en ningún sitio, que es un incomprendido, que sobra, que no le aprecian. Todo ello hace que la imagen que tenga de sí mismo no sea buena y puede que comiencen otros cuadros que dificulten aún más su desarrollo”, advierte.
¿Qué límites poner ante la impulsividad?
Enfrentarse como padres a la impulsividad del hijo adolescente no es fácil, sobre todo cuando esta tiene consecuencias indeseadas. Por eso, la psicóloga recomienda pensar primero en qué no hacer para abordar esta cuestión. “No se recomienda castigar desproporcionadamente, y también de forma impulsiva, si antes no ha sido anticipado y/o pactado lo que podría pasar después de lo sucedido”, explica.
Hay que tener en cuenta que los ‘castigos’ o consecuencias a esta edad no tienen que ser inmediatos al hecho, como ocurre en la infancia. Lo ideal es que entre ambos padres (vivan o no juntos) se determine “lo que sería más conveniente para ayudarle a aprender”.
“Tampoco se recomienda ‘dejar pasar’ el episodio y que aprenda por sus consecuencias naturales, o ir de ‘padres enrollados’, restando importancia a lo que ha sucedido. Se aprende por repetición y si es necesario sentarnos a hablar con nuestro hijo o hija varias veces sobre el mismo asunto, hay que hacerlo”, destaca Mara Cuadrado.
¿Qué líneas rojas no debe traspasar el adolescente impulsivo?
Habitualmente, cuando hay un episodio de impulsividad grave en la adolescencia ya ha habido ‘avisos’ previos de que esa situación podía producirse. “Y es ahí cuando hay que actuar”, recalca la experta.
“Cuanto más límites ven que ponen los padres, menos holgura tienen para ensayar hasta dónde pueden. Y hay líneas que tienen que quedar claras que nunca deben pasar: insultos a los padres, faltas de respeto, burlas o amenazas”, aclara.
La influencia de los tóxicos en la impulsividad adolescente
Ser impulsivo es una de las características normales de la adolescencia. Pero ¿cómo distinguir cuando ese comportamiento del menor está provocado por otros agentes externos como el consumo de tóxicos?
Estas son las señales que indica Mara Cuadrado de que puede haber un abuso de sustancias:
- Cambio brusco en la manera de actuar.
- Agresividad.
- Cambios de humor o del estado de ánimo muy significativos.
- Agitación.
- Intento de ocultarse cuando llega de noche a casa.
- Hambre atroz nocturna.
- Evitación de las relaciones familiares.
- Posible cambio de amistades.
- Descontento general con todo lo que implica normas.
- Desgana para estudiar.
- Dificultad para levantarse e ir puntual al centro escolar.
- Repetidas faltas de asistencia.
¿Es impulsivo en todos los entornos o solo en algunos?
Para analizar el comportamiento impulsivo del adolescente es importante saber en qué contextos se produce. ¿Se da solamente en casa o también en el colegio? ¿Con uno de los progenitores o con ambos? ¿Se presenta cuando el chico está sometido a un estrés intenso o ante cualquier situación?
“En el caso de que haya entornos donde el niño o niña controlen sus impulsos, habría que ver qué variables son las que están en juego, de cara a la terapia familiar que pueda hacerse”, comenta la especialista.
¿Cuándo es necesario pedir ayuda profesional para tratar la impulsividad?
Hay ocasiones en que la impulsividad se desboca y no es suficiente el control que se ejerce desde la familia.
“Los adolescentes tienen unas necesidades a las que sus padres deben dar respuesta: confianza, diálogo, afecto, autonomía, intimidad, reconocimiento y feed-back positivo, coherencia entre los padres, sentimiento de pertenencia, consecuencias lógicas y proporcionales, respeto a sus ideas, intereses y gustos... Cuando esto se da, pero el adolescente sigue ascendiendo en su impulsividad es necesario buscar ayuda profesional”, aconseja Mara Cuadrado.
Medicación para la impulsividad: ¿puede ser necesaria?
Cuando la impulsividad se sale de control, es necesario acudir a una terapia psicológica. Pero existen casos en los que hay que ir más allá. “En ocasiones, la medicación puede ayudar a que la terapia psicológica le proporcione autoconocimiento y técnicas para controlar su pensamiento, sus respuestas no pensadas, su falta de planificación y organización, escaso autocontrol... y reparar aquello que su impulsividad haya podido deteriorar hasta ese momento (relaciones familiares, sociales, estudios...)”, expone Mara Cuadrado.
A la vez, es aconsejable trabajar para detectar si hay un inicio o un abuso a sustancias.