Es bien sabido que lo ideal es la lactancia materna en exclusiva durante los primeros seis meses de vida del bebé, pero por diferentes motivos no siempre es posible. Muchas madres tienen que recurrir a la leche de fórmula, en cuyos envases suele aparecer cierta información sobre las propiedades del producto. Pues bien, un estudio publicado este jueves en la revista BMJ del que se hacían eco varios medios de comunicación españoles y liderado por Daniel Munblit, del Imperial College de Londres, apuntaba a que la mayoría de esa información o bien no tenía base científica alguna o bien era escasa.
En total, se analizaron, entre los años 2020 y 2022, 608 productos de 15 países (India, Nigeria, Pakistán, Arabia Saudita, Sudáfrica, Australia, Canadá, Estados Unidos y varios países europeos, entre ellos España). La mayoría aseguraba tener propiedades beneficiosas para el desarrollo del cerebro del bebé, para su sistema inmunitario o para el crecimiento; pues bien, el estudio concluye que el 50 % no indica el ingrediente que aporta ese beneficio y que un elevado porcentaje de productos (un 74 %) no lo argumentaba con ningún tipo de referencia científica. ¿Esto quiere decir que supongan un riesgo para el bebé? No necesariamente.
En primer lugar, porque está demostrado que los “diferentes compuestos tienen efectos sobre la salud a diferentes niveles”; esos efectos son las llamadas “alegaciones de salud y están reguladas por la EFSA (la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria)”, nos informa María José Rodríguez Lagunas, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya). Lo relativo a la leche de fórmula “Existe una regulación muy estricta a nivel europeo sobre lo que se puede decir o no se puede decir sobre el impacto en la salud de un alimento o nutriente (la llamada alegación de salud)”, subraya. “Ninguna empresa puede usar una alegación que no esté previamente aceptada por la EFSA y, por lo tanto, científicamente demostrada” porque todo pasa por este organismo.
“Si una fórmula infantil tiene una cantidad determinada de un compuesto que tiene un efecto sobre el sistema inmunitario, esa fórmula puede publicitar dicho efecto”. En este sentido, “obviamente las empresas usan estrategias de márquetin, pero no pueden usar alegaciones que no estén aprobadas por la EFSA”.
“Por ejemplo, la EFSA tiene regulado que a partir de una cierta cantidad de vitamina B12 puedes decir que ese alimento tiene un efecto sobre el sistema inmunitario. Entonces, si esta fórmula infantil contiene esta vitamina B12, se podrá decir que tiene efecto sobre el sistema inmunitario. Al estar ya aprobado por la EFSA, se puede hacer uso de dicha alegación y la evidencia científica avalará dicha alegación, está demostrado científicamente”.
Además de la regulación de la EFSA, que lógicamente se debe cumplir en España, en nuestro país hay una regulación específica sobre las leches de fórmula (Real Decreto 867/2008, de 23 de mayo). Este real decreto define cómo debe ser la composición de los preparados para lactantes, que deberá incluir “ingredientes alimenticios cuya adecuación para la alimentación especial de los lactantes desde el nacimiento haya sido determinada mediante datos científicos generalmente aceptados”, tal y como indica en su artículo 3. La norma establece, además, que “dicha adecuación se demostrará mediante el análisis sistemático de los datos disponibles sobre los beneficios esperados y las consideraciones de seguridad y, en su caso, mediante estudios pertinentes”. Y lo mismo ocurre con la leche de continuación, que se empieza a introducir a partir de los seis meses de vida del niño.
También queda regulado que “solo podrán comercializarse los preparados para lactantes y los preparados de continuación que sean conformes a lo dispuesto en este real decreto” y que “no contendrán ninguna sustancia en cantidad tal que ponga en peligro la salud de los lactantes y niños de corta edad”.
¿Es segura la leche de fórmula que se vende en España?
Partiendo de que, como recalca Rodríguez Lagunas, “la leche de fórmula no es equiparable a la leche materna”, dado que esta última “es muy compleja” y “contiene una gran variedad de compuestos con diferente función sobre los sistemas de nuestro cuerpo” que además van variando en función de la alimentación de la madre y de las necesidades del lactante, la leche de fórmula “es la mejor opción cuando no se puede tomar leche materna”.
“Lo que se hace con una fórmula infantil es poner las sustancias necesarias e imprescindibles para el desarrollo del bebé; entre ellas, algunas que se sabe que tienen efectos sobre el desarrollo del sistema nervioso, efecto en la vista, en el sistema inmunitario…” y, por tanto, lo que indica el envase del producto sí tiene una base científica.
En consecuencia, “no tiene que preocuparse una madre que no le puede dar el pecho a su hijo” porque “le va a dar el mejor alimento que se le pueda dar como alternativa a la leche materna”. María José Rodríguez Lagunas incluso considera “muy irresponsable” informar en este tipo de estudios sin entrar en detalles porque una noticia así “se puede malinterpretar y generar desconfianza, impactando negativamente sobre las familias que quieren dar lo mejor a sus hijos e hijas”, sobre todo, a aquellas mujeres que no tengan más opción y es contundente al respecto: en España, “no hay ningún riesgo para el bebé” por el hecho de alimentarle con leche de fórmula.