Los bebés, al igual que los adultos, tienen unos ciclos de sueño marcados que duran, aproximadamente, unos 45 minutos cada uno. Y, entonces, ¿qué ocurre entre ciclo y ciclo? Que en algunos peques aparecen los despertares y la incapacidad de saber unir un ciclo con otro y que, para poder volverse a dormir necesiten aquello con lo que conciliaron el sueño la primera vez: una canción de mamá, los brazos de papá…
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Entonces, ¿cómo podemos conseguir que el peque tenga un sueño autónomo? (es decir, que se duerma por sí solo) eliminando esas muletillas y siguiendo estos consejos que te contamos a continuación, de la mano de define Alicia Marqués (@soyaliciamarques), asesora de sueño infantil.
¿Qué es el sueño autónomo?
“El sueño autónomo es aquel sueño que se concilia de forma independiente (autónoma) sin la necesidad de una muletilla para dormirse”, define la asesora de sueño infantil. Es decir, que el niño sea capaz de quedarse en la cama solito y dormirse, y que papá o mamá no tengan que acompañarle hasta que se duerma.
¿Qué diferencias hay entre el sueño autónomo en los adultos y en los niños?
Para entender un poco mejor el concepto de sueño autónomo la experta en sueño infantil nos lo explica con ejemplos, y nos dice que en el caso de un adulto, “es aquel que consigue tumbarse en la cama y dormir sin la necesidad de escuchar la radio, ver la televisión o rozar los dedos con un pañuelo de textura singular, por ejemplo. Es decir, el adulto puede conciliar el sueño sin la necesidad de un apoyo externo”.
Mientras que, en el caso de los niños, dice, “es exactamente lo mismo con la diferencia que, habitualmente, y sin tener en cuenta trastornos patológicos del sueño, ese apoyo suele ser un aprendizaje que los propios padres le han enseñado a ese pequeño por falta de formación/información y por desesperación de ayudarle a tener un sueño más continuado”, como es el caso de acompañarle a su lado hasta que se duerme, cantarle una canción, acariciarle, etc… Pero, veamos los ejemplos más habituales en el siguiente punto.
¿Cuáles son las muletillas más habituales en niños?
Los ejemplos más habituales, según nos enumera la asesora de sueño infantil, son:
- Necesidad de tomar biberón o pecho a una edad donde nutricionalmente no lo necesita.
- Movimientos repetitivos como, por ejemplo, mamá o papá sentados en pelota de Pilates con el niño en brazos, o meciendo al niño en los brazos.
- Contacto rítmico como el famoso palmeo en el culete o caricias en la cabeza o espalda.
¿Cuándo es posible conseguir que el niño se duerma de forma autónoma?
Probablemente pensarás que los bebés recién nacidos tienen la capacidad de dormirse solitos, y así es, sobre todo durante las primeras semanas de vida. Los expertos en sueño infantil consideran que los bebés hasta los 4 meses de vida no pueden tener una rutina de sueño como tal.
El bebé siente las mismas sensaciones que cuando estaba en el útero materno y se tiene que ir acostumbrando al mundo exterior, por tanto, no podemos tener en cuenta ese tiempo. De hecho, “ el sueño es madurativo y a partir de los 6 meses de edad nuestros peques (siempre y cuando todos sus hitos madurativos sean estables y el resto de variables que afectan al sueño infantil sean estables) tienen la capacidad de aprender a dormirse de forma autónoma”, asegura la asesora de sueño.
Ciclos del sueño
Pero para entender cómo es el ciclo del sueño, la experta nos explica cómo acontecen en los adultos. “Nosotros tenemos ciclos de 90’ y cada 90’ tenemos microdespertares, que autogestionamos sin ni siquiera acordarnos al día siguiente”.
En el caso de los bebés “tienen ciclos de 45’ y no todos tienen la capacidad de unir un ciclo con el siguiente lo que provoca que se despierten sin saber que tienen que hacer para seguir durmiendo. Recuerdan cómo se durmieron la última vez (pecho, biberón, movimiento, etc.) y lo demandan para retomar el sueño porque es lo único que conocen”, nos explica la asesora.
Exactamente igual que se les ha enseñado que para dormirse que necesitan ese movimiento en pelota de Pilates en brazos de papá o mamá, por ejemplo. “Se les puede enseñar que pueden conciliar el sueño por ellos mismos y que pueden autogestionar sus despertares”, asegura.
Sueño autónomo NO es igual a ‘abandono’
Muchos padres piensan que dejar al niño que se duerma solo en su cuna o en su cama es como si lo estuvieran abandonándolo, nos dice la experta, y para nada es así. “Lo importante es asimilar y aprender que el sueño autónomo no es sinónimo de dejar al bebé llorando en una habitación sólo y ‘ya aprenderá’. La clave principal y, cómo yo lo trabajo con mis familias, es siempre con acompañamiento parental, siempre estará papá o mamá a su lado para ir guiando en el camino”, indica. Y es que, ante todo, en cualquier aprendizaje de sueño hay que ser respetuosos con los tiempos, adaptación y maduración de cada niño e ir dando pequeños pasos “con un buen apego seguro y adaptación no sólo para él sino para toda la familia”.
Qué hacer cuando hay algún imprevisto
Y, claro, ¿qué pasa si una vez que has conseguido que el peque elimine sus muletillas y se duerma solito, y se pone malo? En estos casos la asesora es clara: “Lo primero es atenderles cuando están malitos, que hagan sueño a demanda y descansen todo lo que su cuerpo necesite ya sea sueño diurno o nocturno”.
Pero, ¿qué hacer para no retroceder en todo lo aprendido? “Tener las herramientas claras de lo que sí puedes hacer y de lo que debes evitar para no generar nuevas asociaciones o muletillas de conciliación de sueño”. Y la asesora nos pone el siguiente ejemplo: “Si tu bebé está malito y has eliminado el movimiento de pelota de Pilates para que conciliara el sueño, no la vuelvas a introducir porque volverá a depender de ello… La parte positiva es que los humanos somos animales de aprendizaje continuo, por lo que no pasa nada si damos algunos pasos atrás porque con las pautas claras siempre puedes volver al punto de sueño autónomo que tenías”, asegura la experta.
Y, ¿cuándo viajamos?
Y, por supuesto, somos humanos y nuestras rutinas a veces también pueden cambiar y un claro ejemplo de ello son las vacaciones o épocas de descanso como por ejemplo Navidad o los meses de verano. Una buena rutina adaptada a las circunstancias será clave, pero, además, la asesora afirma que, en los casos en los que la cotidianidad se vea alterada por un viaje “lo más importante es que, dentro de lo posible, se mantengan sus rutinas habituales ya que solemos pecar de retrasarnos en todo. Al estar fuera se nos puede pasar su hora de siesta o retrasamos su hora de comer y es aquí cuando tenemos un bebé sobre cansado que tiene más despertares y concilia peor su sueño”, advierte.
Pero si se trata de que el peque vaya a dormir unos días en casa de algún familiar o estemos de visita, la asesora nos dice: “Un peque con un buen sueño autónomo disfruta tanto de dormir y está tan descansado que no le importa si está en su ambiente o en otro diferente como podría ser casa de los abuelos. Es más, hay peques que en su casa duermen en su propia habitación separada de los padres y en casa de los abuelos tienen la cuna durmiendo con los abuelos y las noches siguen siendo fabulosas en los dos ambientes”.
Consejos para una buena higiene del sueño
Los ejemplos más habituales, según nos enumera la asesora de sueño infantil, son:
- Controla la temperatura y humedad de la habitación donde duerme tu peque (22ºC y 60%H).
- Oscuridad absoluta en la habitación donde duerme, si entra luz por las persianas, no es oscuridad absoluta.
- Si crees que puede tener miedo a la oscuridad o tu necesitas luz para ver en la habitación usa una luz muy tenue de color ámbar.
- No porque coma más, dormirá mejor. De hecho, todo lo contrario.
- Observa sus horarios de descanso y su promedio de horas de sueño nocturno y diurno para su edad. Cubrir sus necesidades de sueño en los momentos adecuados es clave.
- Usa la ropa de dormir adecuada. Elimina exceso de abrigo. Con un pijama o body, y saquito de dormir del TOG (unidad de medida de aislamiento térmico) que necesita, según la temperatura en la que te encuentres tienes suficiente.
Y, por último, la asesora de sueño infantil nos da el último consejo y para ella, más importante: “Concibe su momento de llevarle a dormir en calma, tú le proyectas sus emociones”.