Al hablar de problemas renales y embarazo es muy importante hacer una primera distinción. No todas las alteraciones renales provocan insuficiencia renal. Cuando existe esta última, los riñones dejan de hacer su función, por lo que estaríamos ante una situación de salud mucho más grave. Pero, afortunadamente, no siempre el problema de riñón acarrea insuficiencia renal. Partiendo de este punto, el embarazo de la mujer se valorará de un modo u otro.
La Dra. Patrocinio Rodríguez es médico adjunto del Servicio de Nefrología del Hospital Universitario Gregorio Marañón, de Madrid. Además, es profesora asociada en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense y miembro de la Sociedad Española de Nefrología. A ella le hemos preguntado acerca de todo lo que supone la gestación para las mujeres con alteraciones renales.
Lo ideal: un embarazo programado
Lo más aconsejable es que el embarazo de una mujer con problemas renales sea programado. Es el modo de conocer con antelación cómo está la función del riñón y de asegurarse “que todo está estable”, indica la experta. “Si en ese momento la tensión arterial no está bien controlada o hay insuficiencia renal, desaconsejamos el embarazo”, destaca.
Hay que reseñar que una de las manifestaciones de los problemas de riñón es la aparición de hipertensión arterial (HTA). Sin embargo, “no todas las pacientes con HTA crónica tienen mal control de esta en el embarazo”, recalca la Dra. Patrocinio Rodríguez.
La mujer medicada antes del embarazo para estabilizar su tensión arterial deberá avisar de ello al ginecólogo. Algunos fármacos no son compatibles con la gestación y habrá que cambiarlos antes de embarcarse en el proyecto de tener un hijo. Una vez se haya hecho el cambio de medicación y esté controlada la tensión se da el visto bueno para el embarazo.
Embarazo y tensión arterial
Algunas embarazadas (sin problemas previos en este sentido) desarrollan preeclampsia durante el embarazo. Esto también puede suceder cuando hay problemas renales. Se denomina preeclampsia sobrevenida por hipertensión arterial crónica. En casos extremos, la mujer puede desarrollar el síndrome de Hellp, que es muy grave.
No en todos los casos de preeclampia, la gestante debe estar hospitalizada. En muchos de ellos, si no hay gravedad, puede permanecer en su domicilio observando los signos de alarma que le habrán indicado.
En el primer trimestre del embarazo, puede bajar la tensión, por lo que algunas mujeres con problemas renales pueden incluso suspender el tratamiento antihipertensivo. “Pero en el segundo trimestre va subiendo de nuevo y se reinicia el tratamiento”, señala la nefróloga. “También hay un porcentaje alto de mujeres que no experimentan ninguna variación con respecto a su tensión en estos nueve meses”, subraya.
Durante el embarazo, los órganos de la madre se desplazan de lugar. ¿Cómo afecta esto a los riñones? “Siempre hay una cierta dilatación del riñón por la compresión del útero, pero es raro que esa compresión sea problemática”, tranquiliza.
¿Es posible el embarazo tras un trasplante? ¿Y estando en diálisis?
No todas las mujeres con problemas renales consultan al médico antes de buscar el embarazo. En esos casos, si no hay buen control de la enfermedad renal, el seguimiento será muy estrecho.
“Si la función renal es muy mala, posiblemente la madre tenga que entrar en diálisis para que el ambiente metabólico del niño sea el adecuado”, comenta la Dra. Patrocinio Rodríguez.
En general, las mujeres que están en diálisis tienen la fertilidad comprometida e incluso en las técnicas de reproducción asistida se registran niveles menores de éxito. El embarazo en estos casos puede ocurrir, pero es infrecuente.
Con respecto a las mujeres trasplantadas, “sí que pueden tener hijos, como también es posible en aquellas que tienen un solo riñón”, aclara la especialista. Son, en todo caso, embarazos con más riesgo que tienen que ser seguidos por un equipo multidisciplinar formado por el obstetra y el ginecólogo.
¿Qué sucede en el parto si hay problemas renales?
En relación a los problemas renales, no hay indicación de llevar a cabo un tipo de parto determinado. “Solo se practica una cesárea cuando la patología es muy grave. Incluso habiendo preeclampsia no es necesario en todos los casos,” advierte la representante de la Sociedad Española de Nefrología. Cuando hay preeclampsia y la mujer está de más de 37 semanas, lo habitual es inducir el parto.
Por lo general son partos sin intervención, vaginales, aunque en algunas mujeres con patología renal sí es necesario optar por la cesárea en virtud de su evolución clínica concreta.