Estás en la recta final del embarazo, el conocido como el tercer trimestre, que va desde la semana 28 hasta la 40. Es un trimestre que para la mayoría de embarazadas es bastante incómodo debido a todos los cambios físicos que se han experimentado hasta entonces: el aumento de peso, el tamaño del útero, las posibles contracciones conocidas como las de Braxton Hicks , retención de líquidos, las continuas ganas de miccionar… Y, también, debemos estar atentas a cualquier signo que nos pueda alertar como es puede ser un sangrado.
Los sangrados vaginales son motivo de consulta de urgencia en cualquier trimestre del embarazo, de hecho, la Dra. Mercedes Herrero Conde, Ginecóloga y Sexóloga de Gine4 en HM Hospitales, nos dice: “En cada caso el equipo médico hará las valoraciones necesarias y pertinentes. Lo importante es transmitir a las embarazadas que sangrar por vía vaginal no es normal, y es uno de los motivos por los que acudir a la urgencia obstétrica”, indica.
¿Sangrado o manchado? ¿Existen diferencias?
Según las cifras, 1 de cada 5 mujeres tienen alguna pérdida de sangre durante el embarazo sin que ello suponga problema para el feto o la madre, pero por supuesto, sí conlleva un gran motivo de preocupación para la embarazada.
Lo cierto es que cualquier manchado en la mujer durante el embarazo, como decíamos, es motivo de alarma. Y sea manchado o sangrado, las diferencias a nivel médico entre estos dos términos serán mínimas ya que, según nos explica la ginecóloga: “Se trata de una diferencia semántica, y no tiene interés médico. Nos solemos referir a ‘manchado’ cuando es escaso, menor que una regla, que puede ser oscuro o rojo. Y, dejamos ‘sangrado’ para cuando es más abundante, parecido a una regla”.
¿Por qué puede suceder?
Su origen puede ser provocado por distintos motivos, pero no se puede saber su envergadura hasta que no es valorado por un ginecólogo. Durante el tercer trimestre, lo más normal si esto ocurre (si se trata de un leve sangrado) es que se trate de algún trauma en el cérvix debido a su sensibilidad por el avanzado estado de gestación, pero, por supuesto, también pueden darse por otras causas.
“El motivo puede ser desde un sangrado sin importancia por los cambios en el cuello del útero vinculados a la gestación, hasta un aviso de un problema serio para madre y/o feto, como los asociados a las enfermedades de la placenta”, sostiene la doctora. Normalmente estos últimos vienen asociados, además de al sangrado, a otros síntomas como pueden ser contracciones, vómitos, fiebre, mareos… y, por supuesto, si estamos hablando de un sangrado intenso.
Lo más prudente ante una situación de estas características es acudir a tu médico para que pueda realizar una valoración urgente del embarazo, “sobre todo, si no hay algún motivo conocido por la gestante y sea algo esperable para ella”, aclara la Dra. Herrero. “Por eso recomendamos a las embarazadas que conozcan un hospital de referencia, con urgencia obstétrica, donde dirigirse en estos casos. También si están fuera de su lugar de residencia”, recomienda.
Pruebas para comprobar el porqué del sangrado
Dependerá de cada caso, pero en una situación de estas características normalmente en la embarazada se suelen realizar una serie de pruebas para “conocer el bienestar fetal y materno, así como el origen del sangrado”. La doctora nos enumera cuáles son:
- Se confirma la vitalidad fetal escuchando el latido fetal o haciendo una ecografía. Y, la salud materna, controlando sus constantes vitales, la tensión arterial tiene especial importancia.
- Para saber el origen del sangrado se exploran los genitales externos, las paredes vaginales y el cuello del útero. Para eso es necesario usar un espéculo. Esta exploración no es perjudicial ni para la madre ni para el bebé.
- Con la ecografía se ve la posición, movimientos y tamaño del feto. También la inserción de la placenta.
- Puede ser necesario hacer una monitorización externa para confirmar si hay contracciones o no, y tener otro dato más del bienestar del feto.
- En algunos casos se realizan análisis, tanto de sangre como de orina. O cultivos si se sospecha que el sangrado se asocia a una infección.