‘¿Tienes novio ya?’, ‘¿cómo se llama tu novia?’... son preguntas que los adultos hacen a menudo a los niños pequeños sin percatarse de que no es conveniente. Y hay distintas razones para ello.
Núria Casanovas, psicóloga especialista en infancia y familia, y vicepresidenta de la Junta de Intervención Social del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña, nos cuenta los motivos.
Un cerebro que aún no está preparado
Aunque cada niño es diferente, en general se puede decir que hasta los siete años los pequeños no tienen ningún concepto y noción de enamoramiento (que aún estará muy lejos de la atracción sexual propia de la adolescencia). Es así porque su cerebro no está preparado para ello. Sin embargo, a nivel social, los adultos refuerzan con sus preguntas esa idea de tener novio o novia a edades muy tempranas.
“No se les debe preguntar porque si se hace se está dando normalidad a algo que no lo es. Preguntándoles si tienen novio les hacemos pensar a los niños que debería ser así. Lo más correcto es hablar de sus emociones y de qué niños prefiere o de cuáles les agradan, pero sin etiquetar”, explica la experta.
La elevada exposición de los menores a la información que les llega a través de las pantallas hace que muchas veces no sean capaces de asentarse en la realidad. “Esta sobreestimulación y sobreexposición les puede confundir y les causa mucha frustración. Son niños que no tienen tiempo de serlo, se les aboca a la sexualización, a mostrarse a través de las redes, a quererlo todo muy rápido, pero el niño necesita escucharse a sí mismo y tener capacidad de reflexión y valores para saber gestionar una relación más adelante”, alerta Núria Casanovas.
Cuando el niño dice que tiene novio o novia
En algunas ocasiones puede que no sean los padres los que pregunten por esta cuestión, a pesar de lo cual sus hijos pequeños comentan que tienen novio o novia. Es un tema que está muy presente socialmente y cuesta aislarse de él. En ese caso, en que sea el propio menor el que lo exponga, la reacción más adecuada por parte de los progenitores sería hacer preguntas abiertas como: “¿Es tu novio o es tu mejor amigo?”.
“No se debe decir ni sí ni no, ni prohibir, sino transmitir el valor de la reflexión a los niños. Eso les dará la sensación de ser escuchados y respetados, al mismo tiempo que se les invita a ser reflexivos con sus emociones”, aclara Núria Casanovas.
Hasta los siete años, el cerebro del niño es muy práctico, su interés se centra en lo que puede obtener de una relación. Por eso si se le pregunta por qué le gusta alguien, puede que conteste que porque tiene muchos juguetes o porque sabe jugar al fútbol.
Luego, más adelante, entre los ocho y los doce años, el menor puede sentir emociones más profundas; está en una época de cambios. También aquí es importante no reforzar la idea de que se trata de un novio o de una novia. Si los adultos comentan cosas como ‘qué enamorado estás’ o similares, el niño se siente especial e imporante y se refuerza esa conducta de querer un novio. Los niños necesitan disfrutar de las emociones, pero sin ir más allá.
¿Qué pasa en la adolescencia?
Cuando los hijos entran en la adolescencia, el tema de la pareja cobra un plano diferente. “Es positivo hablar de ello, y tratarlo en familia, pero sin invadir su espacio”, recomienda la psicóloga.
Así, “se puede hablar de ello en momentos más íntimos, no delante de todo el mundo, hay que escuchar sin juzgar y puede empezar el adulto contando su experiencia para dar pie a la conversación”, destaca.
Eso sí, hay que tener en cuenta que muchos adolescentes reciben demasiados consejos, “lo que les hacer cerrarse con sus padres y luego no abrirse para contar otras cosas. Es importante que se sientan comprendidos y que se les dé tiempo para analizar sus emociones”, apunta la especialista del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña.
No reforzar la confusión entre amistad y enamoramiento
La experta señala cómo es muy habitual ver casos de niños que han declarado sentirse homosexuales porque les gusta una persona de su mismo sexo. Si el menor se etiqueta así por la atracción hacia alguien, su consejo es decirle que se dé tiempo. “Un mejor amigo no es un novio. Se puede amar a otra persona y amarlo mucho, sin que eso signifique que quiera compartir toda su vida y su sexualidad con personas de ese sexo”, explica.
“A esas edades, la identidad se está construyendo y no se puede catalogar a un hijo si no tiene la madurez cognitiva suficiente. Es normal sentirse atraídos por personas de su mismo sexo, sin que eso implique que el niño sea homosexual. Sin embargo, si desde la familia se le etiqueta así a veces él o ella se ven forzados a responder a esta etiqueta y en la consulta me dicen que no saben cómo decir luego a todo el mundo que son heterosexuales”, destaca.
Por ello recalca que cuando un hijo pequeño comenta algo en relación a sus preferencias sexuales, hay que pedirle que se dé tiempo para definirse.