La crianza no es fácil, y prueba de ello es la típica frase que se suele decir de… ‘Los niños deberían venir con un manual de instrucciones desde que nacen’. Más allá de la broma, lo cierto es que esto tiene mucho de verdad porque educar a nuestros hijos, enfrentarnos a todos los conflictos que se nos presentan como padres o lidiar con situaciones que puede que nunca nos hubiéramos planteado antes, no es sencillo para nadie.
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Por ello, muchos padres, sin ni siquiera saberlo, han tenido que desarrollar por sí mismos una serie de capacidades para resolver todas aquellas circunstancias que se le han ido presentando a lo largo de su paternidad. Concretamente, estamos hablando de las habilidades parentales, que según nos define Gina Graham, psicóloga, psicoterapeuta y experta en Disciplina Positiva (@crianzapositiva), “son aquellas destrezas y capacidades emocionales y cognitivas que permite a padres y madres satisfacer las necesidades de sus hijos e hijas, educándolos dentro de un ambiente funcional y seguro que les proporcione un crecimiento emocional saludable a través del equilibrio entre el cariño y los límites”.
Cómo se desarrollan las habilidades parentales
Nuestro ingenio y capacidad comunicativa, comprensiva e inteligencia emocional son una mezcla de competencias personales que algunas personas tienen más desarrolladas que otras debido a varios factores, pero que, cuando se es padre, se deben poner en practica a diario. “Las habilidades parentales, como toda habilidad, se enseña, se practica y se desarrolla a través de un proceso constante de ensayos y errores, repetición y mucha práctica, insisto”, dice la psicóloga, pero puntualiza que para su desarrollo “también intervienen otras variables como son la genética, el aprendizaje, el contexto social donde han crecido los padres y la propia experiencia, ya sea de buen trato o maltrato”.
Está claro que “nadie nace sabiendo cómo criar a los hijos y los hijos no vienen al mundo con un manual de instrucciones”, bromea la psicóloga. Por ello, además de que los papás hayan aprendido a lo largo de su vida a través de conocimientos y experiencias, no está de más que se formen en aquello que consideren que carecen.
“Aquellos padres que deciden formarse a través de talleres para padres encontrarán una excelente manera de desarrollar y potenciar sus habilidades. Una formación bastante popular hoy en día es la Disciplina Positiva ”, nos dice la psicoterapeuta, quien nos explica todo aquello que promueve esta metodología:
- El uso de la amabilidad y la firmeza al mismo tiempo.
- El uso de la cooperación basada en el respeto mutuo y la responsabilidad compartida.
- Cómo hacer que sus hijos e hijas desarrollen al máximo sus potencialidades a través de aliento y el enfoque positivo.
- Cómo involucrar a sus hijas e hijos en la búsqueda de soluciones.
- Cómo manejar los conflictos de manera asertiva.
- Hacer uso de estrategias para comprender y gestionar las emociones.
La base de tu crianza será la base de educación de tus hijos
Por supuesto, todo aquello que a los padres les proporcione una mayor sabiduría, en cualquier ámbito, estará directamente influyendo a sus hijos, ya sea de forma directa o indirecta. El aprendizaje proporciona una apertura de mente, actualización de informaciones que quizás hayan quedado obsoletas, una mayor capacidad de comprensión, entre otros muchos beneficios. “Cuando los padres aprenden pautas de crianza saludable , son capaces de reemplazar viejas prácticas de crianza basadas en el castigo y el trato humillante, por nuevas habilidades y herramientas fundadas en el respeto mutuo, lo que ayuda a fortalecer los lazos afectivos”, asegura la psicóloga.
“En este sentido, madres y padres se vuelven más reflexivos, tomando conciencia de sus creencias, pensamientos, emociones y acciones en torno a la crianza y cómo éstos influyen en el comportamiento de sus hijas e hijos. Así también, ejercen una crianza con propósito, teniendo siempre presente la visión que tienen para sus hijas e hijos y cuáles son las habilidades que desean que desarrollen en el futuro ”, concluye la experta, porque no olvidemos que la crianza de nuestros hijos es la base de su educación, y repercutirá de forma directa en sus habilidades y capacidades futuras en la edad adulta.