couple having dispute in front of their upset daughter© iStockimages

Psicología

¿Por qué nadie debería hablar de tus hijos en su presencia?

Aunque aparentemente estén concentrados en otra actividad, los niños están siempre pendientes de sus figuras de apego y escuchar ciertos comentarios, además de ser una falta de respeto hacia ellos, puede serles muy perjudicial


9 de febrero de 2023 - 19:37 CET

A los papás y a las mamás les encanta hablar de sus hijos. Algunos comentan sus avances en el cole, sus ocurrencias… y otros se desahogan a menudo ante otros adultos con aquello que más les saca de quicio, como lo mucho que se pelean los hermanos, lo distraídos que están en clase o cómo tiene de desordenada la habitación. Son conversaciones de lo más habituales entre adultos y que, a priori, no tienen mayor importancia, pero que pueden resultar enormemente perjudiciales para los niños si tienen lugar delante de ellos. “Estaremos de acuerdo que hablar de alguien delante suyo sin hacerle partícipe es una falta de respeto, ¿verdad? ¿Por qué entonces cuando se trata de la infancia nos lo tomamos diferente?”, se plantea Elisenda Pascual, psicóloga de crianza respetuosa y acompañamiento familiar. “Los niños y las niñas tienen el derecho de que les miremos y tratemos como personas porque, aunque estén en proceso de desarrollo, son seres íntegros”.

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Ya sabemos que los niños, a pesar de que parezca que no nos están escuchando ni observando en esos momentos, están atentos a sus figuras de apego. Por eso no debemos actuar como si no estuvieran delante porque sí, están; y sí, se enteran de lo que estás diciendo. Como es lógico, les afecta lo que otras personas dicen de ellos y más aun si son sus padres los que hablan. Elisenda Pascual nos detalla a continuación cómo les puede perjudicar escuchar a papá, a mamá o a otros adultos hablar negativamente sobre ellos porque, “en función de la edad que tengan, el estar presentes cuando compartimos nuestras preocupaciones sobre ellos y ellas puede que les sea difícil de procesar”.

Motivos por los que no deberías hablar de tus hijos delante de ellos

  • Se autoetiquetan. “Cuando compartimos lo que nos angustia o no nos gusta de ellos, le damos mucha mirada a ese hecho en concreto y dejamos de nombrar las cosas -que seguramente son más- que sí nos gustan o no nos preocupan. Si esto sucede a menudo, pueden tener la sensación que aquello de lo que hablamos se convierte en todo lo que vemos de ellos y empiezan a generar una idea de sí mismos que viene teñida por los comentarios que hacemos como personas adultas”.
  • Se sienten expuestos. “Se pueden sentir demasiado expuestos al sacar a relucir “los trapos sucios” con otras personas. Debemos cuidar que si compartimos algo suyo, les podamos incluir para que -en función de su edad- puedan compartir su punto de vista y poder narrarlo en primera persona. En este punto sería importante informarles que vamos a compartir aquello que nos inquieta o no nos gusta: ‘ahora mamá va a contarle a la profesora el berrinche que tuviste ayer por la tarde. ¿Quieres contárselo tú?’”
  • Abuso de poder. “Si usamos la broma y nos reímos de sus comportamientos, debemos entender que estamos cometiendo un abuso de poder. Como personas adultas tenemos un poder sobre los niños y las niñas que, de no ser bien manejado, puede causarles mucho dolor. Si contamos lo que hacen que no nos gusta con la intención de ridiculizarles, estamos incentivando que reproduzcan este comportamiento con sus iguales o con quienes sienten que pueden ejercer poder. El hogar puede ser el principio de las conductas abusivas entre iguales y es por esto que la responsabilidad del cuidado se hace imperativa”.
  • Se sienten culpables. “Cuando son pequeños – antes de los 6 años, aproimadamente- los niños y las niñas están en una etapa muy egocéntrica; conciben el mundo entero a través de lo que viven y sienten: ‘si a mí me gusta, a ti también’. Cuando, como padres, hablamos de cosas que nos preocupan delante de ellos, puede despertarles el pensamiento de ‘si mamá o papá no están bien, es por mi culpa’. Y, a partir de ello, desconectarse de lo que realmente quieren hacer para limitar aquello que no nos gusta que hagan. Esto, de repetirse muy a menudo, podría transformarse en un patrón de comportamiento parecido a la domesticación”.
  • Podría repetir la conducta criticada. “En el caso de niños o niñas que busquen mucho la mirada y la atención de sus progenitores o adultos de referencia, el saber qué aspectos de su comportamiento les reportan más mirada -aunque sea una ‘mala mirada’ porque será una queja, un castigo, etc.- van a incrementar estas conductas para que les reporten más atención.

¿Cómo evitar que otros adultos hablen de ellos en su presencia?

Los casos en los que papá y mamá sí tienen conciencia de lo perjudicial que puede ser para sus pequeños hablar negativamente de ellos en su presencia, tampoco están libres de este tipo de comentarios. Los abuelos, los profesores, otros familiares… en ocasiones, parece que nadie tiene reparos en opinar sobre los niños y en pronunciarse ante ellos. ¿Qué pueden hacer los padres para evitarlo? “Siempre es indicado tomar conciencia que estamos negligiendo su dignidad y, acto seguido, pararlo”, nos recomienda Pascual. “Podemos encontrar las palabras adecuadas para poner un límite a una situación que, ahora ya, sabemos que no les cuida: disculpa, si quieres contarme algo sobre mi hija, prefiero que lo hagas cuando estemos a solas, por ejemplo”.

¿Qué es lo que sí podemos comentar sobre ellos sabiendo que nos escuchan?

Si le damos la vuelta a la tortilla, si procuramos ensalzar las cualidades de nuestros hijos ante otros adultos, podemos lograr efectos radicalmente opuestos a los citados anteriormente (eso sí, sin adularlos ni haciéndoles mostrar sus destrezas para obtener el alago y el aplauso, que también es contraproducente). “Si cultivamos la tendencia a agradecer y reforzar aquellos comportamientos, actitudes y valores que nos agradan de ellos, estaremos invirtiendo en una atención de futuro mucho más sana y saludable”.

La psicóloga Elisenda Pascual nos subraya que “no es a través de la corrección de lo que no hacen bien como van a aprender”, sino “que el camino más efectivo, eficaz y eficiente para lograrlo es el contrario: aumentar la mirada positiva, incrementar la dosis de amor y establecer unos buenos límites coherentes y amorosos”. Y esa, precisamente, es la base de la crianza respetuosa: “si existiera una fórmula de la salud mental, estoy segura que tendría muchos de estos ingredientes”.

“Debemos comprender que, cuando nos repiten constantemente aquello que hacemos bien, los momentos en los que nos regulamos, cuando respetamos los límites, cuando nos responsabilizamos de nuestras acciones... nos están allanando el camino para que, en un futuro desarrollo, tenga la capacidad interna de también poderme hablar bien, amarme y fortalecer aquello que hago bien”, explica la experta. “La autoestima sana requiere de alguien que, previamente, en mis momentos de desarrollo precoz, me haya ofrecido esta mirada de reconocimiento y amor”. Por eso es fundamental tener en cuenta que “lo que sembramos en nuestros hijos e hijas es lo que va a crecer en ellos en su futuro”.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.