Nuestros hijos pasarán toda su niñez y toda su adolescencia estudiando y, como sabemos, el desarrollo de su etapa escolar determinará su futuro profesional. Por eso, es fundamental que adquieran el hábito de estudio a edades tempranas, pero ¿cómo y cuándo exactamente deben los padres empezar a inculcarles el hábito? Aunque cada vez se les exigen a los niños más destrezas, incluso con 3, 4 y 5 años, es a partir de Primaria cuando “empieza a haber una mayor exigencia académica en el sistema educativo español”; lo “recomendable”, por tanto, es comenzar a ayudar a nuestros hijos con este hábito “a partir de Primaria”, como nos indica Elisa García Giménez, pedagoga, maestra de infantil y directora del Gabinete Pedagógico Elisa García, de San Sebastián de los Reyes (Madrid). Ahora bien, “hay que tener en cuenta que son niños pequeñitos” aún, por lo que “ todo tiene que ser a través del juego”.
Cómo captar su atención para lograr instaurar el hábito de estudio
Si queremos instaurar el hábito cuando el niño tiene en torno a 6 años, lo primero en lo que debemos poner cuidado es en que “no lo vean como una obligación”. Es muy importante lograr atraer su interés de manera lúdica: “por ejemplo, leer una receta con mamá y papá y luego acabar haciendo el bizcocho, leer un libro y luego acabar disfrazándose de uno de los personajes, hacer alguna manualidad que involucre contar” y, en el caso de niños aún más pequeños, “reconocer los colores...”, al tiempo que se potencia la motricidad fina. Pero debe ser “siempre a través del juego”.
De otro modo, podríamos no conseguir nuestro objetivo, puesto que, con estas edades “no van a engancharse, obviamente, a hacer algo que les parezca más del cole”, recalca Elisa García. “Hay que enfocarse”; es decir, buscar cumplir una serie de “objetivos académicos de los que ellos no están siendo conscientes”, puesto que con estas pautas será muy improbable que rechacen la actividad que se les demanda.
La clave, eso sí, es “cómo presentársela”. Lo que no sería recomendable en absoluto es “decirle a un niño pequeño: ‘vamos a coger una hoja y vamos a hacer la A, la B, la C….’” porque lo asocian a una tarea del colegio. “No puedes presentárselo así, tiene que ser algo muchísimo más divertido”. Si lo presentas como un juego, “no lo rechazará”.
Con todo ello, no solo lograremos que se acostumbren a realizar una serie de tareas, sino que también irán desarrollando poco a poco y de manera natural estrategias de estudio que les serán muy útiles a edades más avanzadas y que además les servirán de entrenamiento para ciertas habilidades intelectuales. El primer paso, en este sentido, es que comprendan lo que están haciendo (aunque con 6 años no sean conscientes de que se trata de un objetivo académico, como apuntábamos). La comprensión de la actividad y cómo planificarla le será de gran ayuda cuando, en cursos superiores, deba enfrentarse a un tema de estudio.
Pautas para instaurar el hábito de estudio (una vez que hemos logrado captar su interés)
“Las pautas que se deben seguir para asentar el hábito” son muy similares a cualquier edad: “realizar la tarea a la misma hora, en el mismo sitio, un lugar tranquilo que invite a la concentración o que invite a llevar a cabo la actividad que se le proponga”. La diferencia fundamental en lo que a niños pequeños se refiere es el tiempo de concentración que son capaces de permanecer sobre una misma actividad, en la que, al igual que los más mayores, “necesitan también los momentos de descanso”.
La pedagoga recomienda “implementar esta primera rutina de estudio de lunes a viernes”. Los fines de semana se dedicarían a “pasar tiempo en familia y a otro tipo de actividades” que favorezcan de otro modo su desarrollo, más enfocadas al movimiento y a la socialización. “Si ya hablamos de adolescentes, cuya carga académica es muchísimo mayor., ahí habría que valorar la exigencia académica” para decidir si tiene que seguir estudiando en fin de semana.
Cómo pueden establecer el hábito de estudio niños con problemas de aprendizaje o déficit de atención
“Los niños con TDAH tienen, normalmente, un desajuste en los niveles de dopamina”, lo que a nivel cerebral implica una deficiente “ejecución de las funciones ejecutiva y cognitiva”. Por eso, para estos alumnos es mucho más importante si cabe “que hagan actividades que involucren movimiento, como practicar deporte, nadar, jugar... es decir, necesitan descargar y moverse porque eso aumenta los niveles de dopamina” en su cerebro. “La dopamina es un compuesto químico que funciona en la trasmisión de señales nerviosas entre las neuronas; por lo tanto, es muy interesante que se haga este ejercicio previo a los momentos de estudio”, algo que “es muy recomendable también con con otros niños que no tengan ningún tipo de trastorno o dificultad en el aprendizaje” para logra aumentar la concentración.