Juegos fáciles para ayudar a los niños a aumentar su concentración
La capacidad de mantener la atención en una determinada tarea está directamente relacionada con el éxito o el fracaso académico, por lo que es necesario trabajar este aspecto desde edades muy tempranas
La concentración es un pilar básico para asegurar un buen rendimiento académico en niños y adolescentes y, como sabemos, la falta de ella suele ir vinculada al fracaso escolar. Por eso es fundamental trabajarla con nuestros hijos desde muy corta edad y, aunque esa falta de concentración no tiene por qué ser indicativo de un trastorno de TDAH o déficit de atención, progenitores y profesores deben volcarse con aquellos pequeños a los que les resulte particularmente difícil quedarse un rato quietos centrándose en una única actividad.
Hay que ser muy consciente, eso sí, del tiempo que un niño o niña puede permanecer concentrado en una única tarea según su edad. Por ejemplo, si tiene entre 2 y 3 años, lo normal es que le cueste mucho estar más de siete u ocho minutos concentrado y, si tiene entre 3 y 4 años, podría aguantar hasta 10 minutos. Después, la media se irá incrementando unos 5 minutos cada año. Exigirle más sería contraproducente; no estaría preparado para ello y le acabaría produciendo rechazo la actividad que le proponemos. Por eso, teniendo muy en cuenta el momento evolutivo en el que se encuentre, proponemos los siguientes juegos para incentivar su concentración:
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Colorear
Una de las primeras actividades que papás y mamás suelen ofrecer a sus hijos es colorear. Y suele ser también una de las más efectivas; a casi todos los niños les encanta experimentar desde muy pequeños con lápices, ceras y rotuladores (y si hay una pared cerca, suele ser mucho más interesante…) Aun así, a algunos les puede resultar un poco difícil colorear con cierto cuidado, intentando no salirse de la línea y centrarse de verdad en la tarea. Para ellos, uno de los ‘trucos’ más eficaces es ofrecerles colorear dibujos de sus personajes de ficción favoritos: súper héroes, princesas, unicornios, protagonistas de series de animación… Seguro que con ellos pondrán mucha más intención.
Juegos de construcción
Un clásico son los bloques de construcción. Suele gustar por igual a niños y a niñas y da pie a minutos y minutos de juego, a lo que hay que sumar que favorecen la coordinación ojo-mano y el desarrollo motriz. Además de los míticos bloques de plástico de diferentes colores, otros que llaman mucho la atención a los más pequeños de la casa son bloques imantados de diferentes formas geométricas, con las que aprenden ciertos conceptos matemáticos sin ni siquiera ser conscientes de ello; ofrecen infinidad de posibilidades de construcción y, aunque en un primer momento les pueden resultar algo extraños, son éxito asegurado.
Puzles
Si bien exigen mucha concentración y, en consecuencia, pueden suponer todo un reto para los pequeños a los que más les cueste fijar su atención en algo, es una de las actividades que más favorece a desarrollarla. De nuevo, si se le presentan de la forma adecuada, seguro que acabará él mismo buscándolos porque le producirá una gran satisfacción comprobar que resuelve por sus propios medios el rompecabezas. Si no está acostumbrado a jugar con ellos, es preferible ofrecerle puzles con un número de piezas menor al que le correspondería por edad. Verás cómo enseguida empieza a demandar otros algo más difíciles.
‘Memory’
Otro juego de los de siempre es el ‘Memory’. Poner varias cartas o tarjetas boca abajo (siempre hay dos cartas idénticas) con el objetivo de encontrar la pareja. Cada jugador dará la vuelta a dos cartas en su turno y deberá acordarse de dónde están situadas para encontrar a la que es su igual. El jugador que más parejas de cartas o tarjetas acumule, gana. Para niños a los que les cueste mucho concentrarse, lo ideal es empezar con un número pequeño de parejas (tres, por ejemplo) e ir incrementándolo a medida que coja seguridad.
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‘Dobble’
Si con el ‘Memory’ no se obtiene resultado, una excelente alternativa es el ‘Dobble’. Se trata de un juego de observación también con varias tarjetas; cada una de ellas presenta varias figuras. Las tarjetas se sacarán de dos en dos y siempre habrá un único elemento en común en ambas. El primero que localice el elemento en cuestión, se queda con las dos tarjetas. Al final, el jugador que más tarjetas tenga, gana. Favorece el desarrollo tanto de la atención sostenida como de la atención selectiva. Los hay de diferentes personajes que, al igual que con los dibujos para colorear, puedes utilizar como reclamo.
Por otro lado, hay diferentes niveles de juego para que, a medida que son capaces de desenvolverse con facilidad con el básico, siga despertando su interés. Y algo que gustará mucho a los padres sobre el Dobble: las cartas se guardan en un pequeño envase de lata que lo convierte en un juego ideal para viajes largos. Si tienes pensado ir con niños en tren o avión o incluso, llevar uno a mano puede darnos un amplio margen de tranquilidad (sin tener que recurrir a las pantallas).
Juego del silencio
El juego del silencio, propio del método Montessori, es perfecto para motivar la concentración y, junto a ella, una oportunidad única para ayudar a los niños a ser conscientes de su entorno y de sí mismos. Uno de los primeros ejercicios es pedirles que guarden silencio y, una vez finalizado el tiempo determinado por el adulto, deben describir lo que han oído: el ruido de los coches, una sirena, su propia respiración… Se considera también una excelente herramienta para trabajar la disciplina y la calma en edad preescolar.
Laberinto
Es una actividad que puede resultar de lo más entretenida, pero… ¡ojo! Es también una habitual de los típicos libros o cuadernillos de ejercicios para los más pequeños de la casa, de modo que si quieres que no le provoque cierto rechazo de primeras, lo mejor sería por presentarle los laberintos a parte, bien con hojas sueltas de algunos ejemplos que encuentres navegando por Internet e imprimas o bien ofreciéndole libros solo de laberintos. Si no lo asocia a ‘deberes’ o tareas que debe hacer para aprender, seguro que lo intenta con más ganas. Además de la atención, favorecen el desarrollo de la inteligencia espacial y les será de gran utilidad de cara a cuando estén aprendiendo a leer.
Juegos de mesa
Los juegos de mesa son unos de los más recomendados y no solo porque ayuden a nuestros hijos a concentrarse, sino también porque ofrecen una oportunidad única para compartir momentos en familia. Los hay para todas las edades (desde los dos años) y fomentarán también su creatividad al pensar en diferentes estrategias para intentar proclamarse ganador o ganadora.
Son muy recomendables para enseñarles ciertas normas de convivencia y de sociabilidad; por ejemplo, al aprender a respetar turnos, lo que además les puede servir para gestionar su tolerancia a la frustración. Por otro lado, son una gran opción para asentar algunos conceptos, como los números, el conteo, las letras… De nuevo, clásicos como el parchís, la oca o el dominó son una opción perfecta y, para niños más mayores, el ajedrez. Tiene tantos beneficios que desde hace algunos años se ha convertido en una de las clases extraescolares preferidas por los padres para apuntar a sus hijos, ya que no solo favorece la concentración y la creatividad, sino que se ha comprobado que jugar al ajedrez está directamente relacionado con nuevas conexiones neuronales, de modo que potencia la inteligencia de los niños. Está especialmente relacionado con el desarrollo de habilidades matemáticas.
Encontrar las diferencias
Jugar a encontrar las diferencias encanta a niños y niñas (incluso a adultos) y, aunque a priori parece un juego de lo más sencillo, también son múltiples sus beneficios, ya que además de favorecer la atención sostenida, estimula la atención visual y su capacidad analítica, lo que repercute en su agilidad mental