Las familias reconstituidas son aquellas en que los miembros de la nueva pareja aportan hijos de relaciones anteriores. Comienzan entonces una nueva vida en común en la que estos conviven con otros niños y con otro adulto. Y pueden surgir problemas en la convivencia.
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Para ayudar en ese ajuste, el Programa de Salud Infantil y Adolescente de Andalucía ha creado la guía Familias reconstituidas o combinadas, donde ofrecen una serie de recomenaciones en todos los aspectos importantes para que la experiencia de vivir juntos sea satisfactoria para cada uno de los miembros de la nueva familia.
Antes de convivir juntos
La decisión de unir la vida a una nueva pareja que aporta hijos a la relación tiene muchas implicaciones. Por eso, la primera pauta de la Guía es tomar la decisión cuando se cuente con garantías de que va a salir bien.
No hay que olvidar que los niños ya han pasado por un proceso de ruptura y cambios, “por lo que es aconsejable no introducir más alteraciones en su vida hasta no tener alguna certeza de que las cosas pueden ir bien”, señalan.
Así, es importante darse tiempo como pareja para confirmar que todo marcha hacia adelante, antes de hacer partícipes a los niños en esa nueva relación. Lo ideal es comenzar poco a poco, quedando en algún sitio del agrado de los pequeños, y si sale bien, ir repitiendo paulatinamente. Las vacaciones también pueden ser una buena prueba para testar si todo va bien.
Otro punto importante antes de la convivencia es ajustar los principios educativos; es decir, ponerse de acuerdo en las normas que para ambos son irrenunciables en cuanto a la educación de los niños. “Si no conseguís poneros de acuerdo en lo fundamental, es mejor que no os planteéis convivir mientras tengáis hijos menores”, apunta la Guía.
Los hijos de cada uno han de ser escuchados antes de que llegue la convivencia para poder entender sus posibles reticencias y limar, en la medida de lo posible, sus miedos. Si no fuera posible, hay que tener en cuenta, tal como señalan los expertos que “no todas las parejas con hijos o hijas han de convivir necesariamente: las relaciones pueden mantenerse y cuidarse sin necesidad de compartir constantemente casa y vida”.
Un nuevo hogar para todos
Aunque se vaya a vivir bajo el mismo techo, los niños deben saber que no tienen que llamar a la pareja de su progenitor de ningún modo especial ( “sino por su propio nombre o el que acuerden”). No es su madre o su padre y tener claro esto les ayudará.
La familia reconstituida puede buscar un nuevo hogar al que trasladarse todos juntos u ocupar el que una de las dos partes ya tenía. En cualquier caso, hay que esforzarse para convertir la casa en un hogar para cada uno de sus nuevos miembros. Así, debe haber sitio tanto para las aficiones, como para las mascotas de sus integrantes (si es que las tienen).
Es un momento de muchos cambios, por lo que conviene garantizar que los niños cuentan con espacio propio y personal donde sentirse libres y donde puedan gozar de su intimidad.
En la medida de lo posible, lo ideal es que este nuevo hogar no implique un cambio de vecindario o de colegio. De ser así, la adaptación previa es muy importante.
Nuevas costumbres y viajes
Una vez que se goza de ese hogar común hay que procurar instaurar nuevas costumbres en las que todos puedan formar parte. Esto no significa que haya que desterrar las que cada uno trae de su familia de origen, sino crear otros hábitos para compartir y dar identidad a ese nuevo núcleo familiar. Puede ser un juego de mesa, una afición, un plato especial...
“Es imprescindible que madres y padres sean buenos modelos de tolerancia, flexibilidad y apertura a nuevas experiencias y que inviten al resto de la familia a compartir esa actitud”, destaca la Guía.
La convivencia en el día a día
Como en todo proyecto que se inicia, también las ilusiones y las expectativas del comienzo suelen ser muy altas en las familias reconstituidas. Pero esto puede ajustarse poco a la realidad.
“La convivencias hará que muy pronto se pongan los pies en la tierra, puesto que con bastante probabilidad aparecerán problemas de ajuste, rechazos más o menos explícitos y conflictos de uno u otro tipo. Es mejor anticipar que esto puede suceder para no interpretar las dificultades iniciales de convivencia como obstáculos insalvables”, destaca la Guía.
Así, entre las recomendaciones para fortalecer la convivencia están: actuar coordinadamente con la pareja, dejar que el padre o la madre biológica tenga más protagonismo en la disciplina con sus hijos, atender las necesidades de cada miembro de la familia, derrochar respeto y cariño por todos, abordar cuanto antes los problemas que surjan y divertirse juntos.
En el caso de que los obstáculos de la convivencia resulten insalvables siempre se puede recurrir al apoyo de alguien externo o a la ayuda profesional.
Ajustar los tiempos
Aunque exista la tentación de actuar en todo momento como un ‘todo’ en la familia reconstituida, a veces no es lo más eficaz para el buen funcionamiento de la misma.
Así, hay que guardar y reservar un tiempo para la propia pareja, un tiempo para que cada uno de los progenitores esté con sus hijos, un tiempo para relacionarse con los hijos de la pareja y un tiempo para que los hijos de ambos estrechen su propia relación.
Un nuevo miembro en la familia
Algunas familias reconstituidas dan la bienvenida a un nuevo miembro de la misma, que será hermano de todos los niños. Es una decisión importante.
“Es mejor esperar y dar tiempo a la nueva familia a fraguar una convivencia fluida antes de introducir un nuevo niño o niña en ella”, aconsejan en la Guía.
En todo caso, hay que preparar a los hermanos ante la llegada de este niño, insistiendo en su importante papel como hermanos mayores. Es importante que todos los niños a partir de ese momento sean considerados por igual, reciban las mismas atenciones y gocen de los mismos derechos.
Las relaciones entre las distintas familias
Cada hijo tiene a otro progenitor con el que hay una serie de normas en cuanto a las visitas y demás. Para que este tema no se convierta en un problema, lo mejor es respetar los acuerdos existentes y mantener abiertos los cauces de comunicación con la otra parte. En este sentido, para los niños en común resulta ideal que ambos progenitores se muestren colaboradores para afrontar juntos su educación y para ir solventando los distintos problemas que puedan surgir.
Además, hay otro aspecto importante: los niños deben poder nombrar con naturalidad a su otro progenitor. Esto se consigue cuando los adultos también lo hacen, pues así los pequeños entienden que ellos también están legitimados para hacerlo cuando lo deseen o lo necesiten.
Con los abuelos y otros familiares
Los niños de las familias reconstituidas podrían relacionarse con más de cuatro abuelos, teniendo en cuenta al resto de los hijos. Esto puede resultar complejo en ocasiones. También para los adultos lo es “integrar a los nuevos miembros de la familia, por sentir un conflicto de lealtades con las parejas anteriores”, destaca la Guía.
Para facilitar la situación, un punto clave es tomar la iniciativa para propiciar reuniones de todos con cualquier excusa. Igualmente, cuando haya algún acontecimiento, la familia reconstituida debe actuar como una sola unidad. Es importante, igualmente, pedir a los familiares que no hagan distinciones entre los miembros de la nueva familia: si se hace un regalo a los nietos, que se haga otro para el resto de los niños, por ejemplo.
En el colegio
El centro escolar al que asistan los niños debe conocer la nueva situación para que, en el caso de que se diera algún cambio de comportamiento o de rendimiento, pudieran considerar este factor.
La coordinación con los profesores en este sentido es muy importante y ambos progenitores deberían implicarse en todo lo relativo al ámbito escolar, independientemente de quién tenga la custodia del menor.