Si tienes un peque en casa que ronda los 3 añitos puede que ya estés sumergido de lleno en la etapa del ‘¿por qué?’. Sabrás identificarla perfectamente porque, efectivamente, la pregunta que más repetirá durante meses será esa: ‘¿por qué?’. “Entorno a los 2-3 años los niños sienten una enorme curiosidad por todo y empieza esta etapa tan importante para su desarrollo en la que necesitarán entender el sentido de las cosas, la etapa entretenidísima de ‘los por qués’”, nos cuenta Míriam Prat, maestra y creadora de contenido para papás y niños en su perfil de Instagram @mirpratur.
‘¿Por qué brilla el sol?’, ‘¿por qué la luna sale de noche?’, ¿por qué tengo que dormir?’… El bucle de las preguntas comenzará con las situaciones más cotidianas, o incluso, más surrealistas que te puedas imaginar, pero tienes que tener en cuenta que para ellos todo es novedoso. Cualquier ámbito nuevo que conozcan, cualquier detalle por insignificante que parezca tendrá un sentido para ellos, y por supuesto, su consecuente pregunta. “El niño empieza a hacer una serie de cuestiones infinitas a su familia porque tiene necesidad de aprender y conocer. A veces son muy divertidas y otras son más complicadas y no resulta del todo fácil responderlas. En algunos casos, puede durar unas semanas y, en otros, puede que dure meses e incluso años”, explica la maestra, así que ¡ármate de paciencia!
¿Por qué ocurre esto?
De igual manera que los peques pasan por otras fases madurativas y de aprendizaje como son la famosa ‘etapa del no’ o por las ‘temidas’ rabietas , la ‘etapa del por qué’ es una más de su desarrollo. Los peques son más conscientes de todo el mundo que les rodea, algo a lo que acompaña su soltura cada vez mayor del habla… Conocer las respuestas a sus preguntas les aporta seguridad y conocimiento del exterior.
“La etapa empieza cuando el niño tiene más dominio del lenguaje y grandes avances en su desarrollo cognitivo. Necesitan conocer y saber más sobre su entorno y quieren conocer las razones de por qué el mundo que les rodea es así. Quieren comprender lo que sucede a su alrededor y, al mismo tiempo, sentirse más seguros con tantas novedades y con toda esa nueva información que reciben diariamente”, argumenta la profesora.
Pero aquí, entra también en juego la inventiva o, mejor dicho, la perspicacia de los papás a la hora de responder a las preguntas de los peques. Lo más importante es que los niños tengan siempre respuestas y, más importante todavía, que estas sean verdad, “porque a partir de eso, están aprendiendo y construyendo las bases del mundo”.
Pero, además, cuando vayas a responder a sus repetitivos ‘por qués’ debes tener en cuenta estas dos premisas:
- No pasar por alto ninguna pregunta, ni menospreciarlas. Debes actuar como si cada pregunta del niño fuese la más interesante del mundo, y es que para ellos lo son. Y, por supuesto, “no reírnos de la situación jamás. Al tomarles en cuenta y responder atentamente favorecemos su autoestima”, asegura la experta.
- Nunca le llames ‘pesado’ o le mandes callar. Y es que, “es ahí donde entra nuestro ingenio para intentar convertir sus interrogatorios en una conversación potenciando así su comunicación y estimulando su lenguaje”, aconseja la maestra.
Y, ¿qué hacer cuando las preguntas son ‘más complicadas’?
Es importante que todas las respuestas que des al peque sean fáciles de comprender por el niño y, para eso, debes adaptar tu vocabulario y expresiones a su edad. Evita, ante todo, darle respuestas del tipo ‘porque sí’ o ‘porque yo lo digo’ o ‘eso no lo vas a entender’ porque lo que ellos quieren, precisamente, es esforzarse en comprender las respuestas. “Recordemos que ellos necesitan más información y buscan el porqué real de las cosas, y de esa manera no estamos ayudando a que desarrolle su capacidad de razonar y su espíritu crítico ”, advierte la maestra.
En caso de preguntas incómodas o más duras como, por ejemplo, la muerte de un familiar es mejor no evitar responder, y es que “puede ser un tema para el que necesiten una respuesta para sentirse más seguros y si no les respondemos, generaríamos incertidumbre e inseguridad al no darle esa información. Por eso, aquellas preguntas más complicadas, si hemos tenido malas experiencias o dolorosas sobre algún tema, siempre debemos ofrecer a los niños una visión lo más positiva posible pero siempre contar la verdad, y abordarlo de la manera más natural”.
Pero, por supuesto, no eres una enciclopedia andante y no puedes saber todo o tener siempre una respuesta preparada a cada instante, por eso, relájate y para aquellas cuestiones a las que no sepas qué contestar “puedes decir que no lo sabes, que papá y mamá no lo saben todo pero que intentaremos buscar esa respuesta juntos. De esta manera, también le transmitiremos que no es malo no saber algo y que el hecho de aprender en familia es maravilloso.
Por último, y como todos los niños, porque por eso, porque son niños, pueden tener momentos en los que simplemente quieran que les hagas caso y pregunten cosas “meramente para llamar la atención. Sea como sea, hay que dedicarles nuestro tiempo y dialogar con ellos”, sugiere.
Consejos para los papás que están en esta etapa
A modo de recordatorio, la maestra nos da una serie de consejos para sobrellevar esta etapa de la mejor manera posible y sobre todo, ayudar al peque positivamente dándole esas respuestas que buscan en esta etapa:
- Es bueno recordar que se trata de una fase normal y tener presente cuál es nuestro papel como padres.
- Nosotros somos sus guías y nos necesitan como intermediarios, y hay que tenerlo en cuenta y armarse de paciencia muchas veces.
- Debemos estar siempre dispuestos a responder a sus preguntas, aunque muchas veces pensemos que no tienen sentido o que no paren de repetirse con la misma pregunta entrando en una especie de ‘bucle preguntón’.
- A la hora de responder, no son necesarias grandes explicaciones o respuestas técnicas, sino que hay que explicar las cosas de la manera más fácil y sencilla posible.
- Hay que escucharle con atención.
- Es importante que sean respuestas siempre en un lenguaje asequible al niño, para que así logren entenderlo.