El embarazo supone un momento de cambios, tanto físicos como psicológicos . Entre los primeros, uno de los órganos que más puede sufrir es nuestra piel. Sí, la piel no deja de ser un órgano y tanto el incremento del útero y, por tanto, del abdomen, como el efecto de las hormonas, pueden convertirse en grandes enemigos de su bienestar. Son un total de diez meses de cambios hormonales y físicos en la mujer, produciendo importantes alteraciones en su metabolismo, su sistema endocrino e inmunitario. Todo ello, sin duda, tiene una gran repercusión en la piel. Ahora bien, si se mantienen los hábitos de cuidado e hidratación adecuados, los daños pueden minimizarse e, incluso, ser mucho más sencilla su recuperación tras el parto. De todo lo que ocurre a nivel cutáneo, hemos querido hablar con Charo Martín, matrona y asesora de Weleda.
¿Qué le ocurre a nuestra piel durante el embarazo?
Durante un embarazo la piel sufre muchas alteraciones provocadas, sobre todo, nos dice la matrona, “por los cambios hormonales a los que nos vemos sometidas”. Esto es porque “la actividad de los melanocitos aumenta y hay cambios en la pigmentación de la piel, de ahí que haya que extremar el cuidado si nos exponemos al sol (aunque sea en la ciudad), por el riesgo de padecer manchas”, nos explica.
Y es que, además de esta aumento de actividad de los melanocitos, lo que ocurre es que “la piel se vuelve mucho más sensible” y se suman otros cambios que, por pequeños que sean, también influyen, como son:
- Los cambios que se producen en la microcirculación sanguínea.
- Aumenta la actividad de las glándulas sudoríparas.
- La piel de nuestro abdomen se prepara para poder distenderse, lo que conlleva, a su vez, cambios internos con reflejo en el aspecto exterior.
Todos estos factores pueden afectar por igual a todos los puntos de nuestra piel, pero es cierto que, como nos explica la matrona, “son todas las áreas expuestas al sol, como son las manos o la cara, las que sufren especialmente las consecuencias del embarazo”. Así, en el cuerpo, pecho, abdomen, muslos y glúteos pueden aparecer otro de los grandes problemas, las estrías, pero no es tan frecuente como en el primer caso.
Además, todos estos cambios pueden darse en los tres trimestres, “aunque no sea de manera uniforme ni igual en todas las mujeres”. De hecho, es muy complicado predecir qué va a ocurrir, porque hay muchos factores personales que van a determinar la aparición de todos, algunos o ninguno de los problemas que podemos llegar a tener en la piel. Tampoco entre el primer embarazo y el segundo, cuando la mayoría de las mujeres aseguran que el abdomen crece mucho antes en los embarazos siguientes al primero. Ahora bien, “volviendo al caso de las estrías, sí que es cierto que son más frecuentes en las últimas semanas de la gestación, porque la tripa no crece de forma continua, sino que lo hace a golpes”. En muchos casos, estos problemas desaparecen tras el parto, aunque pueden surgir brotes puntuales más adelante.
Dermatitis, prurigo o foliculitis en el embarazo
En primer lugar, debemos tener en cuenta, nos explica la matrona, que existen muchos factores personales que hacen que la mujer tenga una mayor o menor tendencia a su aparición o a sufrir alergias, atopias e, incluso, dermatitis que no se habían manifestado con anterioridad. Incluso, nos dice, “hay mujeres a la que les ocurre todo lo contrario y que todos los síntomas que tenían asociados a este tipo de problemas mejoran sin saber por qué durante el embarazo”.
De entre los problemas más leves, nos encontramos los picores que, según datos de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), sufren entre 2 y 20 de cada 100 mujeres embarazadas, sobre todo, en el abdomen y parte alta de las caderas, donde el cuerpo se tensa más. También puede aparecer el conocido melasma , que son manchas de color marrón en zonas que se han expuesto al sol, o el cutis marmorata, con la aparición de zonas azuladas o moteadas en las extremidades inferiores por una exposición al frío importante.
Además, la aparición de una especie de bultos rojizos en la piel, sobre todo, en el inicio del abdomen, pero también en los glúteos, piernas, brazos y cara. Suelen producir picor y se dan, sobre todo, en el último mes de embarazo. Es lo que se conoce como erupciones polimorfas. Y, por supuesto, las estrías, que tampoco suelen revestir gravedad.
Por último, algo más grave es el prurigo o foliculitis en el embarazo, que “no son más que una dermatosis específica del embarazo”, nos explica la matrona. Son enfermedades, en realidad, poco frecuentes que deben ser consultadas inmediatamente con un médico o dermatólogo. Suele aparecer a partir del segundo o tercer trimestre de la gestación, afectando principalmente al abdomen y las extremidades y no cesa hasta unas semanas posteriores al parto. Consiste en una erupción papular acneiforme o urticariforme, muy pruriginosa. Es decir, una especie de granitos en forma de urticaria que se produce cuando los folículos pilosos se infectan generalmente con una bacteria. La mayoría de las veces no tiene graves consecuencias ni para el feto ni para la madre, pero, insiste, hay que consultar.
Tratamientos para controlar los problemas de la piel durante el embarazo
Lo primero que debemos saber, nos advierte la experta, “es que hay productos que no pueden usarse durante el embarazo, como en el caso del retinol, y otros cuyo olor de siempre, de repente, nos resulta desagradable y nos provocan náuseas”. Por ello, la recomendación debe ser siempre la de “utilizar productos lo más naturales posibles, elaborados con aceites vegetales como la caléndula, la rosa mosqueta o el aceite de almendras”. De hecho, si se tienen problemas en la piel, “generalmente surgen por una hipersensibilidad a los productos que se usaban de forma habitual”.
La recomendación de la matrona, por tanto, “es cambiar las rutinas de cuidado y usar este tipo de productos naturales para hidratar mucho la piel (la hidratación es fundamental y el mejor tratamiento posible)”. Además, se deben buscar productos de la calidad ecológica más alta posible. Además, beber mucha agua y mantener una buena alimentación. Como hemos comentado, son problemas que no se pueden saber de antemano si aparecerán o no, por lo que lo mejor es la prevención y los cuidados.