Desde hace unos años es relativamente frecuente ver a adolescentes con el cabello tintado en colores llamativos como el azul o el rosa, o incluso con una mezcla de ellos. No suelen formar parte de ninguna ‘tribu’ en especial; puede observarse en distintos grupos. Pero a no todos los progenitores les parece adecuado. Hemos charlado con Amaya Prado, psicóloga educativa y vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, para preguntarle por este tema tan habitual.
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Lo primero, no alarmarse
En la adolescencia, los hijos emprenden un camino donde quieren desesperadamente diferenciarse de sus padres y formar parte de un grupo de iguales. Teñirse el cabello de colores es una más de esas manifestaciones en que luchan por ser ellos mismos. Y esto es así, “especialmente si lo han visto en algún amigo cercano o en las redes sociales”, explica la experta. No es falta de personalidad, sino necesidad de tener una identidad propia.
Pintarse el pelo es una forma también de probar cosas nuevas tan típicas de esta etapa del desarrollo. En este sentido, “hay que verlo desde esa normalidad, aunque la estética propuesta no coincida con la de los padres”, señala. Si los progenitores están de acuerdo con el cambio, no habrá ningún problema. El conflicto puede surgir cuando los valores y la estética familiar están muy alejadas de lo que propone el adolescente.
Cuando esta petición es formulada por menores más pequeños, aún alejados de la adolescencia, hay que preguntarse por qué surge ese deseo y revisar si están demasiado expuestos en las redes sociales a contenidos inadecuados para su edad. “Aquí no hablamos tanto del pelo teñido, sino del riesgo de adelantarse a la adolescencia y tener conductas que no le corresponden”, alerta. En este caso, lo mejor sería actuar conforme a sus años, por ejemplo, facilitándole pelucas para que puedan disfrazarse o mechones de colores de quita y pon para que jueguen con ellos en casa.
¿Sirve de algo negarse o prohibir?
“Prohibirle algo a un adolescente sirve de poco, porque cuanto más se le prohiba, más se afianza su deseo y puede que la lucha con los padres entonces sea muy continuada”, advierte la psicóloga.
Esto no significa que haya que transigir sin más. “Si los padres no están de acuerdo en absoluto con ese cambio por su estilo, por sus expectativas, por sus valores, por la edad de la hija... lo mejor es llegar a acuerdos o a negociaciones”, apunta Amaya Prado. Esto en un estilo educativo asertivo, en el que se puede hablar con el hijo, aunque los padres tengan la última palabra. En estilos educativos autoritarios el ‘porque no’, sin más explicación, no da lugar a esa negociación.
“Es importante escucharlos y preguntarles por qué quieren teñirse el pelo, saber por qué lo hacen”, recomienda. Después, lo mejor sería dar una solución al problema “en lugar de un ‘no’ rotundo”. Entre esas soluciones para contentar a ambas partes puede estar teñirse un mechón, esperar a las vacaciones, cuando ha terminado el curso escolar para pintarse el pelo, condicionarlo a las calificaciones escolares... En definitiva, llegar a un acuerdo por el cual la adolescente pueda, de algún modo, satisfacer ese deseo, y los padres controlar en parte la situación.
Una vez que se ha llegado a ese consenso, la psicóloga recomienda acompañar a la hija en el proceso, orientándola para que pueda hacer ese cambio con las máximas garantías en un centro de peluquería o de estética con referencias donde no haya riesgos.
¿Y si llega a casa con el pelo teñido sin haber avisado antes?
Si la hija llega a casa con el pelo teñido sin haberlo consultado antes con los padres, “hay que hablar y decirle que este tipo de iniciativas no las puede tomar sin permiso. Se le puede hacer ver que no lo habrá hecho con mala intención, pero que esas decisiones ha de preguntarlas antes”, indica la experta del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.
“Muchas veces no son capaces de medir las consecuencias de sus actos ni se dan cuenta de que teñirse el pelo les obliga a estar varios meses así, por eso los padres deben acompañarlos y estar disponibles para hablar de ello”, subraya Amaya Prado.